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En la actualidad ha aumentado la cantidad de artistas visuales con formación universitaria superando a los autodidactas, y los patrocinadores o mecenas han desaparecido de la faz de la tierra.
No se puede negar el talento de los patrocinados de antaño, pero hay que tener en cuenta que los artistas visuales eran mucho menos y ahora son muchos.
Los Mecenas han cambiado su formato, y hoy asumen ese rol la Empresas Privadas y el Estado que dan un apoyo superficial e insuficiente.
El talento de los grandes maestros del pasado es innegable. Ahora existen nuevas formas de expresión artística que no requieren las destrezas técnicas de los grandes maestros de antaño. Eso ha alejado de las galerías a los espectadores más escépticos y, también, puede decirse que ha atraído a un espectador diferente.
Por otro lado la política ha creado redes infranqueables para ciertos sectores más conservadores del arte.
Hay muchas dificultades a las que se ven expuestos los artistas visuales, y deben tratar de ubicarse debajo de un paraguas suficientemente grande que les sirva para guarecerse de todas las inclemencias del clima y poder contar con una red de contactos que les permita alguna participación en el selectivo mundo de las artes visuales, para así poder sortear un sinfín de obstáculos que poca relación guardan con el talento o la calidad de la obra.
Hay un relajo donde suele validarse un “aquí todo se puede”, la cuestión es estar debajo del paraguas adecuado.
Todos los inicios son difíciles para todas las profesiones de hoy en día, y es necesario atravesar por un cernidor diseñado para no dejar pasar ningún grano de arena que le quite oportunidades a los que están en la cúspide.
Los artistas visuales suelen apoyar a la izquierda, por idealismo y por la sensibilidad que poseen. Sin embargo, sólo una economía pujante les deja algún “chorreo” a artistas emergentes, y le puede dar algún impulso a sus finanzas. Ya sea vendiendo su obra, o logrando patrocinios.
A los artistas visuales se les pide con frecuencia donaciones de obras de arte para ayuda social y casi todos acceden generosamente.
Algunos más experimentados lo recomiendan como una forma de poder abrirse caminos, para lograr algo de protagonismo, para posibles patrocinios que raramente se obtienen y a veces solo como una forma de aparecer en algún folleto o catálogo, o por tener un poco de prensa.
Otras veces donamos obras por no tener espacio en nuestros talleres, o para poder acceder a la posibilidad de exponer en algún espacio reconocido, o tener una obra permanente expuesta en una institución que tenga una pinacoteca.
Cualquiera diría que con tantas dificultades, no recomiendo ser artista visual. Todo lo contrario, es una profesión muy gratificante que da muchas satisfacciones y realización personal, al poder dedicarse a lo que uno ama.
Finalmente, los artistas visuales somos los seres más porfiados del planeta, que tenemos absolutamente claro que eso es lo que nos gusta hacer y nos hace feliz, y aunque desarrollar este trabajo sea algo así como una constante escalada a un muro vertical, sin ningún agarre o seguridad, seguimos luchando de pura porfía, o por el mero placer de hacer lo que realmente nos gusta.
Si los artistas visuales existen desde las artes rupestres, su existir es algo primario e inherente a la evolución de la humanidad, y necesario para que este mundo siga evolucionando.
Los niños dibujan antes de aprender las letras, y los archivos visuales permanecen en el tiempo en nuestras mentes, más que cualquier otro recuerdo. Las artes visuales refuerzan valores positivos, y hacen más sensible a los seres humanos.