Después de un largo periplo, Eduardo Labarca volvió a radicarse en Chile. Con “Salvador Allende. Biografía sentimental” levantó polémica. Más recientemente publicó “La Rebelión de la chora”. A los 82 años, dice estar “pendiente de la actualidad y plenamente creativo”.
Eduardo Labarca Goddard – Santiago, 1938 – es un periodista y escritor que los dolorosos acontecimientos del 11 de septiembre de 1973 le cambiaron radicalmente la vida. Militante comunista, en 1972 es nombrado director del Noticiario Nacional de Chilefilms.
En esas funciones lo sorprende la asonada golpista de junio de 1973. Labarca es testigo del momento en que un piquete de soldados, en pleno centro de Santiago, levanta una tapa de una instalación subterránea de electricidad y arrojan una cámara cinematográfica. Pertenecía al corresponsal de la televisión sueca, radicado en Buenos Aires, Leonardo Henrichsen, que había filmado los tanques rebeldes y su propio asesinato.
Estas secuencias mudas pasarían a formar parte del noticiario de Chilefilms, que más tarde se conocería como el documental Chile, “Junio de 1973”, despertando interés y conmoción mundial y donde Eduardo figura como director. Después vino el exilio…
Actualmente vive en Las Cruces, en la casa que alguna vez fue del pintor Juan Francisco González.
-Eduardo, después de un largo periplo y de residir 25 años en Viena, ¿qué lo decide a radicarse en Chile?
-Llegué a Europa como exiliado y me convertí en periodista del programa Escucha Chile de Radio Moscú hasta 1980. Más tarde me reciclé como traductor de las Naciones Unidas y permanecí en Austria por razones laborales en el Organismo Internacional de Energía Atómica. En todo momento tuve el propósito de regresar a Chile, lo que hice definitivamente hace siete años, en el año 2013.
-¿En qué momento de la vida se encuentra?
Tengo 82 años, pendiente de la actualidad y plenamente creativo.
-Le parece haber vivido más de una vida?
Muchas vidas, nací con la Segunda Guerra Mundial y residí de niño en Buenos Aires y París. En Chile estudié derecho y fui candidato a presidente de la FECH, llevando como vicepresidente a Ricardo Lagos. Me recibí de abogado, pero me hice periodista y luego escritor. El exilio y el trabajo en Europa se me alargaron 40 años.
-En junio de 1973 fue testigo del llamado tanquetazo, ¿presintió el peligro que se venía encima?
Entendí que estábamos al borde del precipicio. Como director del Noticiario de Chile Films filmé desde el edificio de Codelco a los tanques frente a La Moneda y rescaté la cámara del camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen que filmó su propia muerte mientras los soldados le disparaban.
-¿Qué rasgos e importancia tuvo ese registro?
-El documental se llama Chile, junio de 1973, número triple del noticiario y en él incluí las imágenes filmadas por Henrichsen. Esa secuencia es un clásico mundial hasta hoy.
-Después del 11 de septiembre de 1973 su vida tuvo un giro radical. ¿Qué lo ayudó a mantener el equilibrio?
-Semi equilibrado diría yo, con altos y bajos anímicos. Me ayudó mi participación en el programa Escucha Chile, que desempeñaba un papel fundamental para informar a Chile y el mundo de los crímenes de la dictadura, y participar en las actividades de solidaridad con Chile en todos los lugares donde estuve.
-Ha podido perdonar?
-No me lo he planteado.
-¿Comparte que las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante el régimen militar es una herida latente en la sociedad chilena?
-Está latente en especial entre las víctimas y sus deudos. Pero el tiempo corre, las nuevas generaciones han tenido otras experiencias.
-Conociendo tan de cerca la realidad europea. ¿Cómo superó Europa la tragedia del nazismo, el exterminio de personas y toda la tragedia de la II Guerra Mundial?
En países como Alemania, donde mejor se ha superado, ha sido con absoluta transparencia sobre los crímenes del nazismo y la educación a civiles y militares acerca de ese tema y los derechos humanos. La señora Merkel, aunque perteneciente a un partido conservador, ha sido ejemplar al respecto.
-En Chile, ¿qué camino se debe caminar para alcanzar una solución?
Ojalá elaborar una constitución que termine con la administración del país como una empresa y garantice la equidad y los derechos sociales para todos”.
De político a escritor
Paulatinamente, el escritor desplazó al político. Sus libros han sido relevantes para conocer el Chile profundo y aspectos poco conocidos y algunos inéditos de la historia de Chile reciente. Entre ellos destacamos: Chile invadido (1968); Chile al rojo (1971); Carlos Prats. Una vida por la legalidad (1975). Estas memorias no fueron escritas por el general Prats, sino por Eduardo Labarca, como años después lo reconoció cuando el año 2005 pidió disculpas a las hijas del general Prats; El turco Abdala y otras historia (1987); Acullá (1990); Butamalón 1994); Cadáver tuerto (2005); Salvador Allende. Biografía sentimental (2005); El enigma de los módulos (2011); Lanza Internacional (2014); Los 50 del lanza (2017) y La rebelión de la chora (2019).
-Eduardo, sus libros, ¿ha sido una forma de estar siempre vinculado en Chile?
Sí, todos los temas de mis libros, incluso los escritos en Europa, han sido “chilenos.
-¿Se ha impuesto en usted el escritor al político si alguna vez lo fue?
Yo fui dirigente juvenil y luego periodista político, escribí libros de reportajes y me fui pasando a la literatura, hoy me siento cien por ciento escritor”.
-También ha tratado en sus libros temas fundamentales de la sociedad chilena. Como sucede en Butamalón donde profundiza en el mestizaje nacional, un tema dramáticamente no resuelto. ¿Qué estima necesario para alcanzar acuerdos?
-Butamalón transcurre durante la guerra de la Araucanía, en el siglo XVI, pero hay en la novela un personaje contemporáneo, un traductor, que se define a sí mismo de “racista hasta la médula como buen chileno”. Por cierto que el país tiene que admitir su carácter mestizo, plurinacional y multicultural, y aplicar políticas que reivindiquen el reconocimiento y los derechos de los pueblos originarios.
-Chile está viviendo una coyuntura muy compleja. ¿Qué espera el próximo 25 de octubre?
Que gane el APRUEBO por más de dos tercios, para que se pueda elaborar un constitución realmente nueva.
Con Salvador Allende
El año 2007, Labarca publicó Salvador Allende. Biografía sentimental que levantó polvareda. Una edición ampliada y definitiva en el año 2014, reveló que Hortensia Bussi, tuvo un hijo antes de su relación con Salvador Allende.
Eduardo ¿qué cercanía tuvo con Allende?
Mi padre trabajaba mano a mano con él y de niño yo le decía “tío”. Luego participé como dirigente juvenil en diversas actividades de sus campañas y en dos viajes a Cuba a sendas conferencias internacionales.
Como reportero, seguí toda su campaña y viajé en el avión presidencial junto a otros periodistas a los países del Pacto Andino y a Buenos Aires.
-¿Cómo surge Salvador Allende. Biografía sentimental?
Sobre la base del conocimiento que yo tenía de él y de sus actividades, y del círculo que lo rodeaba”.
Por ese libro recibió críticas. ¿Cuáles les parecen las más injustas?
Al comienzo me criticaron algunas personas que no habían leído el libro, pero cuando se dieron cuenta de que yo describía al Allende humano con respeto y admiración, pero sin autocensura, los críticos se fueron quedando callados. Hoy nadie puede escribir, hacer un programa de TV o una película sobre Allende sin consultar mi libro.
-¿En qué proyecto literario se encuentra trabajando ahora?
Un libro que se llamará Pésima memoria.
Mario Rodríguez Órdenes