Mientras que la pandemia ha puesto en jaque al mundo conocido, la educación superior no estuvo exenta. Así lo demuestra un estudio realizado por el Centro de Investigación para la Transformación SocioEducativa (CITSE) de la Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), el que identificó los desafíos que han enfrentado los académicos universitarios -directivos y docentes- para resguardar la continuidad en la formación de los estudiantes durante la crisis sanitaria.
La investigación, conducida por las académicas de CITSE María Angélica Guzmán, Carolina Cuéllar, María Paz Faúndez y Camila Lizama, trabajó con un centenar de académicos a nivel nacional de diversas casas de estudio, tanto estatales como privadas. “Este estudio proporciona una mirada de lo que están experimentando los académicos universitarios en el ejercicio de su labor en el contexto de la pandemia y visibiliza aquellos nudos críticos en las adaptaciones de los modelos educativos”, destacó Cuéllar.
En una fase inicial, los resultados arrojaron que nueve de cada diez académicos están preocupado por los desafíos encontrados en el ámbito de la tecnología. Puntualmente, el acceso y conectividad a internet de los estudiantes es el aspecto más complejo para el 64% de estos profesionales, por sobre otros elementos, como, por ejemplo, su propio manejo de plataformas virtuales (32%). Camila Lizama, investigadora del CITSE, señaló que “las principales preocupaciones tecnológicas de los académicos universitarios son de carácter instrumental y refieren, específicamente, a los estudiantes socioeconómicamente más desventajados”.
En lo que respecta al quehacer pedagógico en educación remota, los académicos reportan menores desafíos en comparación con las tecnologías y sus preocupaciones son distintas según el cargo. Mientras el 86% de los directivos indica mayores retos en la evaluación de los aprendizajes, el 90% de los docentes se ve más exigidos en sus prácticas de enseñanza en tiempos de pandemia. Para la investigadora María Paz Faúndez “esto es preocupante, pues los directivos y docentes debieran trabajar mancomunadamente por resguardar el logro de aprendizajes, más allá de las evaluaciones que se deban rendir”.
Un punto a destacar es que los elementos curriculares a la base del proceso formativo son los que revisten menor complejidad para los académicos. De ello, lo más demandante ha sido la ‘priorización curricular’, señalada por un 40% de este grupo. “Un aspecto a definir por los profesores es qué aprendizajes deben ser intencionados con mayor fuerza en este período. Sin duda la atención debiese estar centrada en el desarrollo de aquellas habilidades que aseguran el logro de los perfiles profesionales correspondientes”, afirma la investigadora María Angélica Guzmán.
Las investigadoras en su conjunto enfatizan que este escenario requiere una real reflexión para un mejor proceso educativo y así poder proyectar algunos desafíos y eventuales soluciones para la formación universitaria post pandémica.