Poner en valor los paisajes rurales del Maule, interviniéndolos con arte urbano, es uno de los objetivos de “Silográfica”, un proyecto de gran escala que utiliza como soporte antiguos silos de hormigón emplazados en diferentes zonas productivas de este territorio.
El proyecto es liderado por el académico de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Talca, Víctor Letelier Lara, quien comenzó a desarrollar la propuesta con el respaldo del fondo para la creación artística de la Vicerrectoría de Investigación de la propia casa de estudios.
Dos silos ubicados en las comunas de Maule y Villa Alegre fueron los primeros en ser intervenidos. Silográfica intenta compensar el descuido que ha causado la expansión urbana en los paisajes rurales del país, dando paso a la primera galería de arte en su tipo en Chile. El proyecto contempla la intervención de 10 estructuras de hormigón.
Propuesta de intriga
Una de las características más particulares de “Silográfica”, es que los murales pintados en estos silos abandonados no se dieron a conocer previamente a la comunidad del sector donde estaban emplazados. “Las reacciones de los habitantes fueron apareciendo poco a poco. Mientras se pintaban los silos, los lugareños se acercaban tímidamente y llegaban con bastante curiosidad. Observaban en silencio y en ocasiones entablaban conversaciones con los artistas, intrigados por el misterio que envolvía todo aquello. No eran muchos los que se acercaron, pero con esa cantidad de gente ya era suficiente como para comprender que nuestro trabajo estaba siendo bien recibido. No colocamos ningún cartel en el lugar, no realizamos ninguna difusión previa ni posterior en las zonas intervenidas, todo transcurrió de forma sorpresiva y natural, tal como lo hace un grafiti en una calle cualquiera”, comentó el académico a cargo del proyecto.
Esta estrategia de intriga indicó Letelier Lara, finalizó con “un plan de difusión posterior a las intervenciones, que se llevó a cabo en formato digital, a través de la web y redes sociales principalmente, desencadenando la reacción de miles de personas. En ese sentido, la fotografía fue clave para dar a conocer el proyecto, ya que el arte se difunde velozmente en internet, transformándose muchas veces en un producto virtual de consumo global”.
Al ser consultado por las futuras intervenciones que se realizarán en el marco de esta iniciativa, el académico de la Escuela de Arquitectura detalló que, ya inició conversaciones con otros artistas y que cuenta con el apoyo de algunas empresas. “Hay un equipo detrás que está apoyando el proyecto y para poder seguir desarrollándolo, estoy postulando a diferentes fondos y viendo otras vías de financiamiento para concretar la idea de pintar 10 silos, y así poder sociabilizar a nivel nacional e internacional este proyecto”, sostuvo.
Artistas
Para realizar estas obras de gran escala, se contó con la participación de destacados artistas nacionales como BascoVazko y Conilars, ambos ligados a intervenciones de espacios públicos, tanto dentro como fuera del país. Esta selección, comentó el académico, “se basó en intereses personales. BascoVazko es un referente en la escena nacional del grafiti y parte de su trayectoria ha estado vinculada a lugares periféricos o en estado de abandono. Contar con su participación para abrir el proyecto fue crucial, tanto por la calidad de su obra como por sus habilidades técnicas para poder enfrentar un desafío de esta magnitud”.
“En el caso de Conilars, su trabajo cautivó mi atención hace aproximadamente 4 años. Coni es parte de una generación de muralistas de la nueva escuela que se han posicionado rápidamente en el panorama nacional con obras y estilos diversos de gran calidad. Su participación en el proyecto despertaba mi interés debido a su creatividad y sus habilidades en la producción de obras de gran formato”, destacó el académico.
Al respecto, el profesor Letelier Lara indicó que, “la idea era que cada artista pudiera diseñar una obra que reflejara su imaginario personal, para generar una pieza única que irrumpiera con su diseño y dimensiones la rutina del campo maulino”.