La coalición de derecha, ChileVamos, ya tiene sus candidatos presidenciales listos para correr en las primarias. RN tiene a Desbordes, Evópoli a Briones, los independientes de derecha a Sichel. A ellos se podría sumar Kast de los republicanos si éstos así lo deciden, y la coalición lo acepta.
La UDI tiene dos, Lavín y Matthei, y está esperando el resultado de la justa electoral del 15 y 16 de mayo para saber cómo viene la mano, presumiéndose que irá con solo uno de ellos.
En la oposición, si bien hay muchos candidatos a la vista, se desconoce si va a haber una, dos o más primarias. También hay candidatos que no se sabe si van a poder reunir la cantidad de firmas que se les exige. Todo un símbolo de la desorientación en que se encuentra sumida.
Estamos ante un escenario inédito: que un presidente de una coalición gobernante, ChileVamos, con una alta tasa de rechazo ciudadana, tenga la posibilidad de que su sucesor sea de la misma coalición. En democracia, lo normal es que un mal gobierno sea reemplazado por una coalición opositora.
Es lo que se entiende por alternancia, es la razón de ser de las convocatorias electorales, las que no son sino instancias de evaluación de quienes están a cargo de las más altas responsabilidades públicas.
Este inédito escenario es el que explica el dilema en que se encuentra la UDI.
En circunstancias normales todo partido concurre a una primaria con un único candidato. Esta decisión ha sido postergada a la espera de los resultados que arrojen las elecciones de convencionales, gobernadores, alcaldes y concejales, y en particular en las alcaldías de las comunas de Las Condes y de Providencia. En la comuna de Las Condes habrá que ver cómo le va a la candidata con que la UDI busca suceder a Lavín, y en Providencia habrá que ver cómo le va a la mismísima Matthei.
La UDI tendrá que leer en tiempo record y con una buena lupa los resultados electorales. La directiva de la UDI y sus parlamentarios han tomado nota de la trascendencia de una decisión que podría llevar por primera vez a alguien de sus filas a tomar las riendas de la nación desde el fin de la dictadura. No quiere ni puede dejar que se le escape esta posibilidad histórica que la disgregada oposición le está regalando: que Chile tenga un presidente UDI.
Lavin es de la tesis que la UDI debe llevar un único candidato a las primarias, que es lo natural. Matthei plantea que vayan los dos, apoyándose en que ambos suman más. Los dos ya tienen harto carrete electoral en el cuerpo, ambos acumulan triunfos y derrotas. Lavín estuvo adportas de ganarle a Lagos en la segunda vuelta del 2000. Matthei dio la cara cuando en el 2013 nadie quería darla, ya que se daba por hecho que el triunfo de Bachelet.
Recordemos que la UDI levantó la candidatura de Golborne, a quien tuvieron que bajar, levantando a Longueira para impedir el triunfo de Allamand en las primarias del 2013. Apenas triunfó Longueira le vino una “imprevista” depresión, pero el objetivo había sido logrado: impedir que corriera Allamand en la justa presidencial. De la manga levantan a Matthei, quien va al sacrificio sin hacerle el quite a un desafío que se sabía imposible.
Tanto Lavin como Matthei saben que quien sea nominado por el Consejo General de la UDI, o quien gane las primarias, tiene las mayores posibilidades de ser el próximo presidente(a). Por eso no quieren arriesgarse yendo a las primarias con dos candidatos por más democrático que sería lanzar al ruedo a ambos para que quienes adhieren al pensamiento de la derecha resuelvan.
Sin embargo, lo que se resuelva en el Consejo General va ser antes que nada, con calculadora en mano. Cualquiera sea la decisión, encerrará costos no menores.
Con todo, el panorama está tan líquido, que toda lógica puede derrumbarse de un momento a otro, y donde todo puede pasar, como lo demuestra que en este minuto esté encabezando las preferencias un personaje, Pamela, tras el cual no hay nada, ni proyecto ni ideas, tan solo nietitos. Nada es imposible.
La resurrección en política existe. Pruebas existen al por mayor. Nadie se debe dar por ganador ni por derrotado. Las fidelidades ideológicas a las cuales estamos habituados están quedando atrás. La volatilidad ha llegado para quedarse.
Rodolfo Schmal S.