Sobre esto profundizó el académico Sergio Acuña de Kinesiología UST Santiago, quien aseguró que “realizar una pausa laboral es de gran importancia para la persona y la empresa, debido a los múltiples beneficios que, científicamente, se han comprobado para los procesos físicos y mentales del trabajador y de los asociados al rendimiento y prevención laboral”.
“Antes, es necesario considerar que la no realización de pausas laborales lleva a los
trabajadores a un estado de sedentarismo laboral, componente que se debe diferenciar
del estado de inactividad física que lleve la persona en su vida. El sedentarismo aumenta
enormemente los riesgos de sufrir problemas de desempeño laboral, enfermedades
musculoesqueléticas, cardiovasculares, cáncer e inclusive de mortalidad temprana”,
especificó.
En esa línea, Acuña comentó que “con ello destacamos que, si una persona es físicamente activa (mantiene un moderado o alto nivel de actividad física durante su semana en tiempos libres), puede de igual manera ser una persona sedentaria al pasar entre 7 a 9 horas como sedentario a nivel laboral al no realizar mayores tareas que rompan dicha práctica en su día de trabajo”.
El kinesiólogo también se refirió a los trabajos que demandan mayor esfuerzo físico, señalando que en este caso ocurre lo contrario, puesto que dicha demanda física ameritará una pausa que lleve a la calma y la preparación del sistema musculoesquelético a la tolerancia de las cargas de trabajo, principalmente en el enfoque de aquellos que presentan un manejo manual de cargas bajo la Ley 20.001 con modificaciones en la Ley 20.949 del Código del Trabajo.
Pausas activas en el trabajo: ¿Qué tan necesarias son?
“En el mundo laboral actual, es muy necesario hacer pausas activas, debido a los procesos que se llevan a cabo y sus contextos, siendo conscientes desde el uso continuo y extenuante de pantallas y el agotamiento visual, agotamiento postural, trabajo repetitivo, trabajo de manejo manual de cargas, sedentarismo laboral, hasta, inclusive, la exposición a cambios en las temperaturas del ambiente. Todos estos serán elementos claves para la toma de decisiones del tipo de pausa, ya que con ello se permitirá llevar al cuerpo del trabajador a una condición que favorezca prevenir y mejorar la disposición al enfrentamiento al trabajo desde el enfoque de cuidado de la salud de la persona”, dijo Acuña.
¿Qué beneficio tiene para la salud?
Respecto a los beneficios, el académico comentó que éstos “parten desde la reducción de la mortalidad temprana, de factores de riesgo según exposición al tipo de desempeño laboral que se curse, mejoras en rendimiento laboral que se traducen en un trabajador más tranquilo y con mayor enfoque en la ejecución de tareas. Además, promueve mejoras en la prevención de la fatiga y lesiones de tejidos como tendones, músculos, sistema nervioso, articulaciones, sobrepeso y obesidad, e incluso en sistema cardiovascular y de
su fitness cardiorrespiratorio”.
“Un ejemplo claro y comprobado científicamente de lo dicho anteriormente, es que el
aumento de 1 Met (forma de medición del estado metabólico de consumo energético de la
persona que equivale a 3,5 ml de oxígeno por kilogramo de peso corporal por minuto) en
la condición física de la persona, puede disminuir entre un 13 – 15% en la mortalidad
global y enfermedad cardiovascular respectivamente”, explicó.
¿Cuánto debe durar la pausa activa?
Según Sergio Acuña es muy importante establecer este tiempo en común acuerdo entre el empleador y el trabajador, considerando que muchas veces el “factor tiempo” va de la mano con el “factor de calidad” de los ejercicios y estrategias que se incorporen en el desarrollo. Para Acuña, la pausa siempre debe poseer una intención y objetivo basado en un análisis profesional donde se detecten los elementos más relevantes que puedan deteriorar la salud y el desempeño del empleado.
“Una recomendación en tiempo se basa entre los 10 a 15 minutos de pausas de carácter activas, donde se considera la ejecución de actividades planificadas para su cumplimiento intencionada para el trabajador. Es ahí el porqué del concepto de pausa activa”, comentó.
“Las intensidades y modalidades pueden ir desde baja, moderada a alta, todo según el diagnóstico de la situación laboral y del objetivo planteado”, agregó.
¿Qué ejercicios son recomendables?
Para Acuña los ejercicios deben ser planificados por un profesional, ya que es importante considerar la mecánica de cómo se realizarán para ser un aporte y no convertirlos en otro agente de estrés para el trabajador. Esto porque existen diversos grupos etarios a considerar, por lo cual como parte de las estrategias pueden encontrarse ejercicios de movilidad articular, flexibilidad, técnicas de respiración, así como también el uso de sentadillas e inclusive pequeños saltos en el puesto laboral.
“Otras modalidades pueden ser la construcción de circuitos de ejercicios guiados por un profesional en el puesto laboral que aumenten la carga de trabajo cardiovascular y respiratoria con la finalidad de generar un estrés metabólico suficiente y positivo para la persona. Todo lo anterior permitirá será clave dentro de las estrategias de mindfulness que hoy se plantean, pero desde un enfoque más orientado a la motricidad, neurociencia y el metabolismo de la persona”, concluyó.