El último informe de Macroeconomía y Construcción arrojó que nuestra industria completa 27 meses a la baja, afectada por la incertidumbre política y regulatoria, el desempleo y las restricciones financieras, lo que ha impactado de manera negativa a la inversión privada y, por consecuencia, al empleo.
Y es que la construcción no solo es una actividad económica vital, sino también es un motor de desarrollo social. Su impacto se extiende más allá de la simple construcción de edificios y estructuras, ya que impulsa el crecimiento económico, genera empleo y estimula la inversión en otros sectores. Además, la construcción mejora la calidad de vida de las personas proporcionando viviendas que se transforman en hogares e infraestructura que alberga distintos servicios como escuelas, hospitales y comercios, junto con obras que conectan nuestras ciudades.
En el caso concreto del Maule, si bien hemos avanzado en aspectos como el Plan de Emergencia Habitacional, alcanzado el 73,5% de la meta, lo que se traduce en la construcción de 12.250 viviendas terminadas, hay otras materias en las que no hemos avanzado como esperábamos. Por ejemplo, los metros cuadrados de construcción aprobados a la fecha para nuevas obras presenta hasta febrero de 2024 en nuestra región un retroceso de 48,8% respecto del mismo periodo de 2023 y el último trimestre móvil tenemos una disminución de alrededor de 1.800 trabajadores con respecto al año anterior.
Para mejorar estas cifras, hemos estado trabajando de la mano con los diversos servicios y SEREMIS de la zona en mesas de nudos críticos, que nos han permitido ir destrabando proyectos de manera colaborativa. Sin embargo, sabemos que para revertir esta contracción es imprescindible continuar avanzando en la modernización del Estado; eliminar las barreras burocráticas y regulatorias excesivas que dificultan la obtención de permisos y la ejecución de proyectos, y promover medidas que incentiven la participación del sector privado y que impulsen la inversión en infraestructura y vivienda.
Si bien es cierto que como gremio valoramos anuncios de Gobierno, como el Plan para el Crecimiento y la Liquidez de las Empresas de Obras Públicas y el proyecto de ley de permisos sectoriales orientado a agilizar la tramitación de proyectos sin afectar el cumplimiento de los estándares medio ambientales y sociales, creemos que debemos ir más allá y trabajar asociativamente con el gobierno y nuestras autoridades para implementar más acciones concretas que impulsen la inversión y el crecimiento en el Maule en el corto plazo.
Es por eso que la invitación es a que continuemos trabajando unidos: públicos, privados y la sociedad civil por el desarrollo de nuestro territorio, la recuperación del empleo y la calidad de vida de todos quienes habitamos nuestra región. Lo anterior, siempre teniendo en consideración que la construcción no es solo un motor para reactivar la economía, sino que también es un motor para el desarrollo social.
Adriana Terán A.
presidenta CCHC Maule