No es mucho lo que tenemos que buscar como para darnos cuenta de que, en materia de obras publicas no somos los más expertos; el recordado episodio vivido por el entonces ministro de Obras Públicas Sergio Bitar, cuando invitado a la demolición del puente Huaquén, este no se derrumbó después de haber resistido más de 20 kilos de explosivos en el año 2009, o el bochornoso episodio del puente sobre el río Cau Cau, que fue instalado al revés en el 2016 y que cinco años después se decidió construirlo desde cero, a pesar de la enorme inversión que se había desperdiciado en el que sería el primer puente basculante en Chile.
En ese sentido, en materia política no lo hacemos mejor ya que en el dibujo de los procesos institucionales en los cuales estamos participando (algunos no la mayoría), se ven algunas fallas estructurales, que, si bien no provocarán que el modelo se venga abajo, si al parecer quedará instalado de una forma muy parecida al que hoy es un problema sobre las aguas de Valdivia.
Estos son a mi juicio, algunos de estos fallos:
Voto voluntario de aprobación, Voto de salida obligatorio.
La instalación del voto voluntario y la limitación al voto en el extranjero en las últimas elecciones ha permitido que un 41% de la población defina la elección de constituyentes que formarán parte de la asamblea encargada de escribir y proponer una nueva Constitución.
El problema es que después de un largo periodo, estas personas definirán lo que podrían ser las bases de entendimiento de “una nueva república” y cuyo trabajo se verá sometido al escrutinio obligatorio de todos los chilenos.
¿Qué pasaría entonces, si una fracción importarte de ese 59% restante, obligado a ir a las urnas en el llamado plebiscito de salida, no está de acuerdo con lo propuesto? Esa es una incógnita que debió ser sondeada al principio, ya que, si el voto de la elección de constituyentes hubiera sido obligatorio, tendríamos al menos una sensación acerca de lo que podría ocurrir al momento de aprobar.
Por lo tanto, hoy en día, si bien hay una fuerte presencia progresista en la convención, nadie sabe qué piensa ese grupo que no participó y cuyo perfil, en su inmensa mayoría, son personas que no están interesadas en los procesos sociales, les da lo mismo lo que ocurra, no se informan e incluso en muchos casos están cómodos en estas circunstancias.
Choque de poderes.
Otro factor importante es la instalación de los poderes del estado, ante una nueva definición derivada de la asamblea, suponiendo que las propuestas de la nueva constitución se aprobaran.
En noviembre, se renuevan las cámaras y se elige un nuevo gobierno, meses después será sometida a aprobación la nueva Constitución; que sucederá si en el nuevo modelo chileno ocurren los siguientes fenómenos:
-Chile se convierte en un país federal. ¿De qué manera instalaremos esa institucionalidad con gobernadores electos?
-Si Chile cambia su régimen presidencial y define quitar atribuciones al Ejecutivo en favor de una Republica parlamentaria; ¿Qué hacemos con un presidente recientemente electo? Es importante precisar de antemano la poca influencia que tendrá la próxima presidencia de la Republica, que tácitamente está definida solo como una institución transitoria, por lo tanto, quien la gane, bajo el escenario de una nueva constitución, no tendrá mayor relevancia.
-Otro factor es, Si Chile define un poder legislativo unicameral, ¿cómo se instala esa institución con un parlamento recientemente elegido? Al respecto, es bueno analizar cuál será la relación entre la Asamblea y el régimen en ejercicio en materias legislativas, porque puede desencadenar un choque de visiones, que no necesariamente se definan en las discusiones y acuerdos, si no que podrían llegar a constituir elementos que alteren la paz social, como hasta hoy hemos visto.
Entonces, así las cosas, ¿no era mejor esperar que la Asamblea hiciera el trabajo, lo propusiera, se votara y posteriormente se eligiera a quienes se harán cargo de la nueva Institucionalidad? A mi juicio durante este periodo debió instalarse un gobierno provisional, que incluso ayudara a allanar los caminos para los acuerdos a los cuales se pretende llegar, pero la instalación de dos institucionalidades paralelas es una tarea doble, complicada y no exenta de problemas.
Hoy, a pesar de lo que muchos dicen, no hay nada escrito, es imposible poder determinar a qué puerto llegaremos con una masa tan alta de votantes ausentes. Lo único claro es que, si bien existe una intención de cambio, estos pueden resultar dependiendo de los diseños y al parecer es necesario cambiar la forma de orientarlos sobre todo de parte de quienes están a cargo de estas arquitecturas.