Recientemente se conmemoró el Día Mundial de la Diabetes y la Federación Internacional de Diabetes quiso destacar este año la labor extraordinaria del personal de enfermería en la atención de esta enfermedad y el apoyo que dan a los pacientes.
Según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017 en Chile hay 1.728.181 personas con diabetes tipo 2 (DM2), causada principalmente por sedentarismo y sobrepeso. Según cifras GES hay 23.134 pacientes con DM1, en 2019 fueron diagnosticados 1.699 nuevos casos.
Este último grupo requiere atención especial, ya que tienen una deficiencia absoluta en la secreción de insulina (hormona que regula la cantidad de azúcar en la sangre), es decir, son insulinodependientes por definición. Si a pesar de cumplir con su tratamiento no logran un buen control metabólico son candidatos a una bomba de insulina, que administra automáticamente las dosis y logra disminuir de 150 a 10 aprox. los pinchazos mensuales. En este proceso las enfermeras juegan un rol clave.
“Las enfermeras somos un pilar fundamental en el proceso de educación, seguimiento, control y acompañamiento de esta condición de vida. Muchas veces somos la oreja para el paciente para contarnos cómo se sienten desde que debutan con la enfermedad hasta que efectivamente pasan a usar terapias con tecnología como las bombas de insulina y monitoreo continuo”, cuenta Andrea Larrondo, enfermera a cargo de la Unidad de Diabetes en la Clínica Alemana.
El seguimiento de la DM1 debe realizarse por un equipo de salud multidisciplinario, que permita realizar alternadamente controles de medicina, enfermería, nutrición y psicología. No obstante, las enfermeras están presentes en la vida del paciente desde que comienzan el proceso de postulación a una bomba de insulina, que desde el año 2017 están cubiertas por la Ley Ricarte Soto.
Relación estrecha en Talca
Patricia López, enfermera de la Unidad de Diabetes del Hospital de Talca, explica que “cuando el médico postula a los pacientes nosotras los guiamos en los pasos que vienen, los acompañamos en el proceso de evaluación psicológica y nutricional. Luego vemos si son capaces de relacionar todo lo relacionado a la bomba, cómo manejar las hipoglicemias, la hiperglicemia y les damos el certificado si corresponde. Cuando son aceptados dentro de la Ley Ricarte Soto nosotras les enviamos el material educativo y después nos juntamos en varias sesiones para ir educándolos. Los acompañamos para que todo funcione lo mejor posible”.
En muchos casos, las relación paciente-enfermera comienza a temprana edad y se mantiene por años. “Los conocemos desde mucho antes, desde que están con su tratamiento antiguo, por decirlo así. Es un proceso donde vamos aprendiendo juntos”, agrega Carolina Díaz también enfermera de la Unidad de Diabetes del Hospital de Talca.
“Tengo una relación muy estrecha con mis pacientes, siempre estoy disponible para ellos, incluso tienen mi celular personal y me contactan las veces que es necesario. Mientras pueda darles una respuesta oportuna, siempre se las entrego porque es importante estar presente”, agrega Andrea Larrondo.
¿Qué dicen los pacientes?
“Hace cinco años que me atiendo con Andrea (Larrondo) y desde el primer minuto me llevé bien con ella. Me solucionó todos mis problemas de inmediato, porque en ese minuto estaba bastante descontrolada. Cuando tengo una duda le escribo por WhatsApp y contesta de inmediato o la llamo y siempre está disponible. Ha sido clave en mi tratamiento, yo estoy así de bien gracias a esta relación. Me ha ayudado mucho tener esta relación tan cercana porque me da mucha confianza”, cuenta Marcia Pupkin (55), paciente con diabetes tipo 1 que se atiende en la Clínica Alemana de Santiago.
“Las enfermeras son nuestra primera arma para defendernos ante cualquier duda porque siempre están dispuestas a ayudar. Tenemos una relación muy buena, años atrás no había tanto contacto. Nos dan tips por WhatsApp y también está el llamado telefónico”, agrega Cristian Mena (35), paciente que se controla con las enfermeras Patricia López y Carolina Díaz en el Hospital de Talca.
Niños con diabetes en Antofagasta
“No hay nadie más que vea pacientes pediátricos acá”, explica la enfermera Yasmina Letelier, especialista en diabetes y endocrinología infantil y enfermera de la Unidad de Endocrinología y Diabetes Infantil del Hospital de Antofagasta. Ella controla a los niños y niñas que tienen esta enfermedad en toda la región. Son alrededor de 180 pacientes con diabetes tipo 1 del sistema de salud público y privado; 23 de ellos usan bombas de insulina.
“El papel de la enfermera implica un rol que casi no termina nunca porque es 24/7 para algunos pacientes porque educamos, pero también acompañamos. Al principio es complejo el diagnóstico, la educación, hay muchas cosas nuevas por aprender y se va formando una relación con los pacientes. Ese vínculo no termina nunca, es un rol de acompañamiento continuo”, cuenta Yasmina.
Lleva casi cinco años ejerciendo esta importante supervisión y explica que es diferente la relación con pacientes pediátricos y adultos. “Cuando se trabaja con niños uno los ve crecer. Es un lazo que cuesta que se rompa. Es distinto atender a pacientes pediátricos porque ahí se involucra tanto al niño como a sus papás, abuelos y a todo su vínculo afectivo. Cuesta harto soltar a los pacientes. De hecho, tengo pacientes con bomba que tienen 22-23 años, porque una es media maternalista y no los quiere mandar al equipo de adultos”, confidencia.