A 24 kilómetros al norte de Talca, capital de la Región del Maule, se ubica la comuna de Pelarco. Su nombre es una castellanización del vocablo Pilarco o Pilico, “agua helada” o “agua de escarcha” en lengua mapudungun.
Pelarco es una zona eminentemente rural, con una población estimada en un poco más de 8 mil habitantes, y que en 1786 surgió como aldea intermedia entre San Agustín de Talca y San José de Buena Vista de Curicó. Antes, mucho antes, esta área al igual que el resto del Maule era zona de influencia del imperio Inca, y habitada por diversas agrupaciones indígenas, denominadas en común como “promaucaes”, que en lengua quechua significa “gente salvaje”.
A 15 kilómetros al oriente de su Plaza de Armas se encuentra Hacienda El Auquil, un predio forestal de la empresa Arauco, en cuyo interior se hallaron unos misteriosos bloques de zeolita que podrían dar cuenta de la presencia indígena, precolombina y prehispánica, en el lugar.
La invitación es a conocerlos a través del programa Bosque Abierto de Arauco, una iniciativa que releva el patrimonio de la Compañía y los valores ambientales, sociales y culturales en beneficio de las comunidades, acerca el bosque a las personas, y ofrece la oportunidad de conectarse con la naturaleza, biodiversidad y el entorno, promoviendo el cuidado y conservación del mismo mediante actividades colaborativas.
Y es que los bosques son fuente inagotable de conocimiento y en ellos es posible encontrar desde laboratorios naturales hasta sitios arqueológicos como éste.
El predio Hacienda El Auquil tiene una superficie de 3.400 hectáreas y cerca de la mitad es vegetación nativa. A este lugar se llega por la ruta pavimentada K45, para luego enfilar por un camino de tierra hasta llegar a una serranía donde un bloque hexagonal de zeolita, de un metro de altura y con caras de casi 100 centímetros, sorprende a los visitantes.
Su hallazgo y su solitaria ubicación a orilla de una senda -que sirve de camino- llama poderosamente la atención y abre la puerta a una serie de interrogantes. ¿Quién lo hizo? ¿Cuándo? ¿Para qué fue hecho? ¿Por qué su forma geométrica? Son algunas de las preguntas que asaltan rápidamente.
Acompañan la expedición Pablo González, antropólogo y director de Explora de la Universidad de Talca, y Alejandro Morales, profesor de historia y director del Museo O´Higginiano y de Bellas Artes de la capital regional. Ambos profesionales, con vasta experiencia en estudios arqueológicos y antropológicos, están sorprendidos con este hallazgo.
“Llama la atención la perfección del corte que tiene, la geometría de la estructura megalítica, el tamaño, el volumen y su ubicación. Hay pocos lugares del mundo que tienen este tipo de expresión lítica, es una expresión monumental, y no sabemos si es indicativa de algún fenómeno, no sabemos si corresponde a algún recipiente ceremonial, si era parte de un elemento constructivo mayor, una pirámide, un altar, un edificio ceremonial, en fin, tenemos muchas más preguntas que respuestas”, señala Alejandro Morales.
Para Pablo González, este descubrimiento megalítico también es muy especial. “Quiero resaltar la emoción que uno presenta al estar en presencia de este tipo de construcciones, es muy similar quizás a lo que uno pueda ver en el pueblo inca, en el Perú, o en Egipto también, al construir las pirámides. Aquí estamos con un bloque de zeolita -vamos a encontrar mucha zeolita en este sector- y gracias a las propiedades de ésta nos va a permitir identificar algunas funcionalidades que podrían ser desde la construcción hasta el uso más reiterativo respecto de la purificación de agua. La zeolita sirve para purificar agua, pero también sirve para separar metales pesados sobre todo en la construcción de sitios de lavaderos de oro”, sostiene.
Pero eso no es todo. A metros de este primer bloque se hallan restos de un recinto rectangular de aproximadamente 7 x 4 metros, con construcción de doble muro con relleno, y que podría haber servido de espacio habitacional o bien para el almacenaje de productos u otros elementos.
Nuevamente se repiten las interrogantes en la cabeza del visitante.
“Nos gustaría decir que estamos habitando un espacio cuya funcionalidad era vivir y estar en el terreno, podría ser un sitio habitacional debido a la construcción a la que estamos presente, pero solo un estudio arqueológico y de excavación podría dar cuenta exactamente de lo que estamos hablando”, advierte Pablo González.
Canteras o puestos de extracción
El misterio continúa en el predio El Auquil. Siguiendo la huella hacia el sur, en quebradas que nacen desde una planicie central y en medio de arbustos y vegetación nativa, se encuentran varios otros bloques de zeolitas -alrededor de 20-, de distintos tamaños, pero todos con forma hexagonal.
Y no solo eso. También es posible constatar la existencia de una suerte de canteras o puestos de extracción y tallado de estas misteriosas piedras de reconocidas propiedades de porosidad y configuración química para la purificación del agua y el mejoramiento de suelos agrícolas.
Alejandro Morales se aventura con una hipotesis para explicar el proceso detallista de elaboración de estos poliedros de seis caras planas, con terminaciones lineales y ángulos rectos. “Estamos en la cantera desde donde se extrae la materia prima y generan estas estructuras megalíticas de cubos o rectangulares y donde pareciera ser que jugaron con dos elementos: el agua que al parecer emblandecía la zeolita, y lo otro es la percusión, a lo mejor con una herramienta que hacía esta fisura y permitía sacar casi en un corte recto y perfecto un bloque de zeolita para tallarlo y trasladarlo a su lugar definitivo”, expresa.
Sobre estos bloques hexagonales de zeolita no hay literatura ni estudios, salvo un primer levantamiento de información -hace algunos años- por parte de equipos de la Fundación de Superación de la Pobreza, la Universidad Alberto Hurtado y el Concejo de Monumentos Nacionales, y ahora este esfuerzo de la empresa forestal Arauco, a través de su programa Bosque Abierto (en www.bosqueabiertoarauco.cl hay un reportaje audiovisual de esto), que sienta las bases para la puesta en valor de este hallazgo y para el desarrollo de una futura investigación que permita resolver el enigma de las piedras de zeolita de Pelarco.