A pesar del llamado del resto de las fuerzas políticas, el Frente Amplio ha terminado por dar un portazo a los esfuerzos unitarios de la oposición, anunciando su negativa a aceptar el mecanismo de primarias para elegir de forma unitaria y participativa a candidatas y candidatos únicos de toda la oposición a alcaldesas, alcaldes, gobernadoras y gobernadores regionales para los comicios de abril de 2021.
Con ello demuestra su incapacidad para resolver las legítimas diferencias y desacuerdos de cara a la ciudadanía, que tanto ha reclamado transparencia y participación ciudadana.
Le informa a la ciudadanía que, para algunos en la oposición, priman los intereses particulares por sobre los colectivos; el cálculo pequeño de sus propias parroquias por sobre los intereses ciudadanos y nacionales.
Deja en evidencia que la oposición, hoy en día dividida, no es capaz de ofrecer una alternativa de gobierno serio y sólido que pueda responder a la crisis que vive el país. No tiene sustento para un proyecto de gobierno ciudadano y popular que encabece los cambios que el país viene reclamando. El Frente Amplio, al no estar dispuesto a concurrir a un acuerdo del amplio arco opositor para resolver en primarias ciudadanas los liderazgos opositores, y optar por “pactos por omisión” a espaldas de la ciudadanía, prefiere reeditar las prácticas de la vieja política y pone en cuestión la real capacidad opositora de llegar a acuerdos unitarios en un momento crucial de nuestra historia.
Por lo pronto, hará más difícil – sino imposible- conformar listas unitarias de la oposición tanto política como social, para la elección de las delegadas y delegados constituyentes. Dado el modo de escrutinio de las y los constituyentes -por distritos parlamentarios, por listas y cifra repartidora- la unidad electoral será premiada en número de delegadas y delegados electos. De hecho, en la última elección parlamentaria, con algo más del 36% de los votos, la derecha unida logró una representación parlamentaria casi diez puntos mayor.
Pero la torpeza y miopía frenteamplista tendrá un impacto igualmente en la elección municipal, donde el sistema electoral también premia la capacidad de llegar a acuerdos en listas unitarias y candidaturas únicas. Las reglas electorales serán también un traje a la medida para la derecha en la elección de las futuras gobernadoras y gobernadores regionales, que para ser elegidos no requerirán de mayorías absolutas. ¡Con el 40% de los votos las candidatas y candidatos de la derecha podrán festejar cómodos triunfos frente a una oposición mayoritaria pero torpemente dividida!
Y si nada cambia, el acto final de esta secuencia de derrotas autoinfligidas, será el triunfo de la derecha en la elección presidencial de finales del próximo año. Lo más grave, con la irresponsabilidad frenteamplista, es la posibilidad cierta de una potente minoría de bloqueo derechista en la futura Convención y un gobierno de derechas dirigiendo, encausando y manipulando el futuro proceso constituyente.
El gobierno, la derecha y el gran empresariado tienen motivos para estar optimistas, a pesar de la derrota del Rechazo el próximo 25 octubre.