El sábado recién pasado la coalición opositora, Unidad Constituyente (UC), realizó su consulta ciudadana emergiendo como triunfadora, Yasna Provoste, demócrata cristiana, derrotando a los candidatos del partido socialista y del partido radical.
Con este resultado se va despejando el panorama, estando ya en carrera los candidatos presidenciales con mayores posibilidades de pasar a la segunda vuelta: José Antonio Kast (JAK), Sebastián Sichel (SS), Yasna Provoste (YP) y Gabriel Boric (GB). A los demás candidatos, si bien no se les ve en la segunda vuelta, sí incidirán en quiénes no estarán en la papeleta de la segunda vuelta.
Serán quienes no comen, ni dejarán comer. Son quienes estarán para fregar la cachimba, para desempeñar el rol que jugó el cura de Catapilco en 1958 que posibilitó el triunfo de la derecha encabezada por Jorge Alessandri en detrimento de Salvador Allende, candidato de la izquierda.
La consulta ciudadana por parte de los partidos que conforman la UC buscó reparar el error que significó no haber sido capaces de ponerse de acuerdo para concurrir a las primarias legales. Se la farrearon. Consulta que se vio en la necesidad de realizar porque no están los tiempos para designaciones a dedo entre cuatro paredes. No obstante que el proceso consultivo tuvo una baja capacidad de convocatoria, en comparación a las primarias, cabe destacar que al menos la UC fue capaz de realizarla a punta de voluntarios, sin mayores recursos ni apoyo del Servicio Electoral. Y que el resultado arrojado por el escrutinio fuese incuestionable a punto tal que los candidatos contrincantes se apresuraran a reconocer el triunfo de Yasna.
Lo que viene no es pan comido, sino que todo lo contrario. El Chile de hoy es un país que tiene sus complejidades. En estricto rigor, cada tiempo tiene sus propias complejidades. En este caso vienen dadas por no pocos factores, entre ellas el malestar y la desconfianza hacia una clase política que en las últimas décadas ha sido más reactiva que proactiva. No ha sido capaz de anticiparse a los problemas, más bien le han explotado en la cara. En vez de enfrentar los problemas, los ha pospuesto, minimizado. A estos factores cabe agregar que se está en medio de un proceso constituyente en curso, donde por primera vez vemos juntos, conversando, discutiendo al Chile real, no solo a las élites.
Para unos, los problemas se deben abordar consolidando el modelo económico-social imperante, el neoliberal, reduciendo el rol del Estado a una función pretoriana de aseguramiento de la propiedad privada; para otros, los problemas se abordan a partir de una reforma del modelo con miras a reducir los abusos y facilitar el despliegue de los privados, manteniendo al
Estado al margen del quehacer económico nacional; y por último están quienes postulan la necesidad de transformar radicalmente el modelo imperante, sustituyéndolo por un modelo que busque un mayor equilibrio entre el factor capital y el trabajo, y que vea a la naturaleza no como un recurso a explotar, sino a cuidar y respetar.
La explosión social, junto con la pandemia, han desnudado nuestra realidad, una suerte de ídolo con pies de barro. Los candidatos en carrera no podrán seguir chuteando la pelota. Como habría dicho Frei Montalva en su tiempo, la verdad tiene su hora. Y esta es inescapable en el minuto actual.
Lo que viene no deja de ser apasionante.