La política de una vez por todas debe comenzar haciéndose desde las regiones, hay que entrar al ruedo, no se pueden desperdiciar oportunidades como las elecciones primarias donde siempre debiera existir gente de regiones, no solo un caso aislado y muy meritorio, pero que obedece a las lógicas de política capitalina.
Esto para que desde la experiencia y del vivir la realidad se pueda ir más allá de los discursos descentralizadores, a los que nos tienen acostumbrados los líderes centralistas o de la capital. Lo hemos declarado en estas columnas por mucho tiempo, hacia allá hay que avanzar, es hora de entrar al ruedo. Un Estado Regional debe ser la gran causa que una a los regionalistas de norte a sur.
Las primarias de seguro dejaron muchas enseñanzas, los jóvenes volvieron a entrarle fuerte y por lo alto.
Emblemático fue “el Mowag” de Boric al asomarse por lo alto de su árbol de la infancia, tanto al inicio de la franja como el día final de las elecciones, lo que se transformó en todo un rito.
Desde el plebiscito, la constituyente con gobernadores y la primaria con su masividad, demuestran que los jóvenes resolvieron entrar y lo han hecho, para hacer cambios e impulsando rostros nuevos, renovaron el mobiliario con fuerza y mandaron para la casa a los carcamales o vejetes.
Para muestra un botón, en casi la mitad de las comunas de la RM se duplicaron los sufragios respecto de la primaria de 2017. Tal como lo expresara María Paz Lagos en un medio electrónico, es la hora de la política y “son los jóvenes los que se están activando y cuando escuchamos a las nuevas generaciones hablando de política en los carretes de fin de semana, es porque la renovación podría venir en serio. La política está de moda y eso es buena noticia.”
Sin lugar a duda, se vienen tiempos movidos en materia política y del posicionamiento de sus actores, partidos y alianzas.
La elección de primera vuelta que se nos viene, para la centroderecha es más similar a la de “Büchi es el hombre” que cualquiera otra de las anteriores. La épica de un independiente como Sichel se asemeja más a esa elección que a los posteriores. Aparte, que los referentes han sido removidos de su espacio principal y hoy el centro es móvil, líquido y además se corrió. Los jóvenes se tomaron la palabra, participan con fuerza en los desafíos electorales y son los que irán definiendo a futuro los ritmos y el volumen electoral.
Así como, hacia donde o a qué lado se inclinará el fiel de la balanza, mucho sino todo, dependerá de ellos.
Los votantes mandan, ellos definieron los resultados tanto para el plebiscito como para los constituyentes
y ahora para la primaria, los partidos cada vez tienen menos que ver con lo que está ocurriendo en la política chilena. En lenguaje de Flipper ochentero la gente le marcó “tilt” a los partidos, se cabrearon y no lo mandaron a decir con nadie, simplemente no los votaron ni los llevaron de apunte, en ninguna de las últimas contiendas electorales.
La política con mayúscula comienza a ocupar el lugar que nunca debió abandonar. Cada vez menos importará el ministro Hacienda, ya no es el superhéroe inamovible como en tiempos de Büchi, tampoco será suficiente un doctorado de una universidad extranjera. Los cambios en los últimos años así lo demuestran. La política está llenando los espacios donde la economía se repliega y Hacienda acata. El neoliberalismo, será reformado y es posible vislumbrar que se avanzará hacia un socioliberalismo.