Las elecciones de este fin de semana marcaron el fin de un ciclo político en nuestro país tras la debacle electoral del oficialismo y los partidos políticos tradicionales y la irrupción de los independientes, los militantes de los diversos partidos del Frente Amplio y del PC en la Convención Constituyente, los municipios y las gobernaciones regionales.
Los comicios tuvieron una baja participación del electorado, ya que sufragó poco más del 40 por ciento del padrón, significativamente menos que en el plebiscito de octubre pasado.
Los resultados son la consecuencia de un voto castigo al Gobierno del Presidente Sebastián Piñera, quien deberá enfrentar los próximos 299 días un complicado periodo con la situación sanitaria causada por la pandemia, la necesidad de escuchar el clamor de ayuda por parte de la clase media que se siente abandonada y desprotegida, la organización de elecciones parlamentaria y presidencial, además de la instalación y trabajo de la Convención Constituyente.
El fracaso electoral de los partidos tradicionales, tanto de la derecha como de la centro izquierda abre una incógnita sobre la carrera presidencial, dado que se abrieron todos los escenarios y el ambiente está extremadamente líquido sin tendencias consistentes.
Colectividades como RN, la UDI, DC, PS, PR y PPD entraron en una profunda reflexión que llevará, inevitablemente a cambios en las estrategias y, probablemente, de rostros.
Por de pronto, ya se habla de un eventual cambio de Gabinete en La Moneda, dado que se requieren ministros con un perfil diferente para administrar la nueva etapa que se ha abierto en el país.
Los grandes ganadores de las jornadas electorales fueron los partidos que integran el Frente Amplio, en especial Revolución Democrática, y el Partido Comunista, los que lograron instalar una cifra importante de convencionales constituyentes y conquistaron municipios clave y emblemáticos como Santiago y Viña del Mar, entre otros a lo largo del país.
También los independiente abrieron un nuevo e inédito espacio en el panorama político, alejándose de los sectores tradicionales. Lograron un tercio de la Convención Constituyente, lo que otorga a la instancia un rol de mayor participación de los ciudadanos a pie.
Sin duda, el balance de esta elección tiene que ver con un giro hacia la izquierda de una parte del país, abriendo una nueva etapa marcada por la incertidumbre, escenario que se instalará por los próximos años en Chile.