El agroclimatólogo de la Universidad de Talca, Patricio González Colville, llamó a los agricultores a tener precaución con el agua para riego en la actual temporada porque “las altas temperaturas y baja humedad relativa propician tasas elevadas de evapotranspiración desde el suelo y los cultivos: 80 a 90 m3/hectárea”.
Por ello, indicó que “se debe disponer de mayores frecuencias de riego y por ende tener agua disponible para esta tarea. Es por eso que el uso de este elemento debe ser racional, para una temporada larga de verano”.
Asimismo, planteó que frente al cambio climático que se está registrando actualmente, con una prolongada sequía, en algún momento la Región del Maule se verá enfrentada a mitigar o adaptarse a un nuevo clima: semiárido cálido.
Explicó que la única posibilidad para que los actuales cultivos permanezcan es que el Estado y el sector privado dentro del próximo decenio construyan más infraestructura de embalses, desaladoras de agua de mar, tecnificación del riego, explotación racional del agua subterránea, carreteras hídricas, etc.
González Colville planteó que debe haber “un compromiso del Estado para lograr que estas metas” y recalcó que “frente a este cambio climático las áreas agroecológicas del secano costero son las más vulnerables y frágiles. Prueba de esto es que hace más de diez años se abastecen de agua potable mediante camiones algibes”.
El especialista analizó en entrevista con El Maule informa las condiciones de la temporada primavera-verano y adelantó que entre los meses de noviembre y marzo hay alto riesgo de incendios forestales.
-Cómo vienen la primavera y el verano en términos de lluvia, temperaturas, humedad y viento?
-La primavera en la región del Maule estará supeditada a la presencia del fenómeno de La Niña, que es un enfriamiento de las temperaturas del mar en la zona ecuatorial central y cuyo efecto más notorio en el Maule es que genera ausencia de precipitaciones, cielos despejados, baja humedad relativa y vientos moderados desde el sur.
Según los registros de la estación agroclimatológica de la Universidad de Talca, las altas temperaturas se empezarán a registrar desde la segunda quincena de noviembre, con valores de 32 y 33° C además asociadas a las primeras olas de calor.
En cuando al verano, esta estación se extenderá desde diciembre a marzo. El período de mayor calor se extenderá desde mediados de diciembre hasta la primera quincena de marzo.
Sin embargo, serán los meses de enero y febrero que concentrarán las más altas temperaturas: valores máximos de 37 y 38° C en forma consecutiva. Estas olas de calor han venido siendo más recurrentes desde el 2000 en adelante producto del cambio climático. Es probable que en estos meses también nos acerquemos a máximas de 39° C.
-Existe mucho temor al verano por incendios forestales. ¿Cuáles son los motivos de esta preocupación?
-Cada verano las altas temperaturas, asociadas a baja humedad relativa del aire, 25 a 30% en el día, sumado al viento sur crea los escenarios propicios para la generación y propagación de incendios forestales. A lo anterior se suma que el déficit de lluvias en la región superará el 35% a fines de año, lo que ha generado un resecamiento de malezas, bosque nativo y plantaciones de pinos. Los meses de noviembre a marzo serán sin duda de alto riesgo.
-¿Cómo ve la reserva de agua y nieve de cara a la temporada agrícola? ¿Tendremos escasez?
-En la región del Maule los embalses están en su capacidad óptima. Solo la laguna del Maule posee un déficit del 70.2%. Desde el 2007 que este embalse ha venido bajando sus niveles de agua producto de la mega sequía. Es uno de los más grandes del país y de ahí la dificultad que ha tenido para lograr llegar nuevamente a su capacidad de 1420 millones de m3. Actualmente solo posee 283 millones de m3.
Respecto a la nieve, también nuestra región se vio favorecida por las precipitaciones de junio. Solo posee un 5% de déficit. Recordemos que Valparaíso tiene un 41% de déficit y Santiago un 44%. No obstante hay que ser cuidadoso con el riego; para los años que vienen esta mega sequía continuara.
-¿Estamos en tiempos de La Niña o El Niño?
-Actualmente se está desarrollando un evento La Niña de características débiles a moderadas. Este fenómeno se extenderá hasta el otoño del 2022. Las condiciones serán de ausencia de lluvias; cielos despejados, vientos secos del sur, baja humedad relativa del aire (20 a 30% por las tardes), alta radiación solar y temperaturas extremas altas. Estas condiciones prevalecerán desde noviembre a marzo.
-¿Qué se puede predecir para los próximos meses?
-Desde el punto de vista agrícola hay que tener precaución con el agua para riego. Las altas temperaturas y baja humedad relativa propician tasas elevadas de evapotranspiración desde el suelo y los cultivos: 80 a 90 m3/hectárea. Por lo cual se debe disponer de mayores frecuencias de riego y por ende tener agua disponible para esta tarea. Es por eso que el uso de este elemento debe ser racional, para una temporada larga de verano.
-Ya van muchos años de sequía, ¿deberemos acostumbrarnos a estas condiciones? ¿El clima del país se está corriendo hacia el sur? En este sentido, ¿qué nos espera como Maule? ¿Habrá que cambiar los cultivos?
-El cambio climático ha propiciado otro fenómeno: la desertificación. Los desiertos se están desplazando hacia el sur a razón de 400 metros por año en promedio.
Si pensamos que para producir una hectárea de cualquier cultivo se requieren 7.000 m3 de agua por temporada, en algún momento la región del Maule se verá enfrentada a mitigar y/o adaptarse a un nuevo clima: semiárido cálido.
En este sentido la única posibilidad para que los actuales cultivos permanezcan, es que el Estado y el sector privado construyan más infraestructura de embalses; desaladoras de agua de mar, tecnificación del riego, explotación racional del agua subterránea, carreteras hídricas, etc.
Es decir, un compromiso del Estado para lograr que estas metas se hagan en el próximo decenio. Sin duda que frente a este cambio climático las áreas agroecológicas del secano costero son las más vulnerables y frágiles. Prueba de esto es que hace más de diez años se abastecen de agua potable mediante camiones aljibes.
En síntesis, para que el Maule continúe en la actual producción agrícola se va a requerir un compromiso del Estado para adaptarnos al nuevo clima. Ya llevamos al menos diez años en esta transición por lo cual la urgencia es máxima.