Más allá del entretenimiento, diversas investigaciones han demostrado que el contacto con la naturaleza y el ejercicio no solo favorecen la salud física, sino que también influyen directamente en el rendimiento académico y en el bienestar emocional de los niños.
La Dra. Ingrid Luengo, neuróloga infantil de Clínica INDISA, explica que el movimiento y la exposición a entornos naturales tienen un impacto directo en el desarrollo cognitivo. “Las actividades al aire libre estimulan funciones cerebrales claves, como la atención, la memoria y la capacidad de resolución de problemas. Esto, se debe a que el ejercicio físico promueve la oxigenación del cerebro y la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, fundamentales para el aprendizaje y la regulación del estado de ánimo”, señala la especialista.
Más tiempo en la naturaleza, mejor concentración en la sala de clases
Según una investigación sobre la actividad física y el rendimiento escolar, los niños que dedican al menos 1 hora diaria a actividades al aire libre presentan mejoras en su capacidad de concentración, manejo del estrés y desempeño en asignaturas como matemáticas y comprensión lectora. “Estar en contacto con la naturaleza reduce los niveles de ansiedad y mejora la capacidad de atención sostenida. Esto es especialmente importante en la era actual, donde el exceso de estímulos digitales puede generar fatiga mental y dificultades para concentrarse en tareas escolares”, agrega la Dra. Luengo.
Además, la actividad física favorece la neuroplasticidad, es decir la capacidad del cerebro para adaptarse y formar nuevas conexiones neuronales. “Los niños que realizan ejercicio regularmente tienden a desarrollar habilidades cognitivas más sólidas y a tener un mejor desempeño en pruebas de memoria y razonamiento”, destaca la neuróloga.
Recomendaciones para incorporar actividades al aire libre
Para aprovechar estos beneficios, los especialistas recomiendan fomentar el juego activo y la exploración en entornos naturales. Algunas sugerencias incluyen:
- Priorizar el tiempo al aire libre: salidas al parque, caminatas en familia o juegos en plazas cercanas pueden marcar la diferencia en el desarrollo infantil.
- Incorporar actividad física en la rutina diaria: deportes como el fútbol, la bicicleta o la natación potencian tanto el desarrollo físico como el cognitivo.
- Reducir el tiempo frente a pantallas: limitar el uso de dispositivos electrónicos y fomentar actividades al aire libre contribuyen a un mejor descanso y mayor concentración en el aula.
“La clave está en lograr un equilibrio. No se trata de eliminar la tecnología, sino de complementarla con experiencias que estimulen el desarrollo integral de los niños. La combinación de actividad física, contacto con la naturaleza y aprendizaje estructurado es la mejor fórmula para potenciar su crecimiento y rendimiento académico”, concluye la neuróloga infantil.
Con este enfoque, fomentar el juego al aire libre se vuelve no solo una opción recreativa, sino una herramienta poderosa para el aprendizaje y el bienestar infantil.
En Clínica INDISA, contamos con especialistas en neurología infantil que pueden ayudarte a encontrar estrategias para mejorar la concentración, el bienestar emocional y el rendimiento académico de tus hijos.