Comenzó el invierno dejándose sentir con lluvias, bajas temperaturas y un aumento en la circulación de virus respiratorios que ha duplicado los casos respecto del año pasado. Para fortalecer nuestras defensas, es importante entender que el sistema inmune desempeña un papel crucial en la defensa del organismo contra los agentes patógenos.
¿Cómo funciona nuestro organismo? Existen dos tipos de inmunidad: innata y adquirida. El primero actúa como una barrera inicial contra las enfermedades, mientras que el segundo desarrolla una respuesta más específica y duradera, gracias a la memoria inmunológica. Ambos sistemas trabajan juntos, transformándose en una coraza para proteger nuestro cuerpo.
Según explicó la gerente de Nutrición, Investigación y Desarrollo de Seeds of Wellness (SOW), Carolina Chica, “la inflamación es una respuesta del sistema inmunitario para combatir estímulos dañinos y promover la recuperación. Si bien es esencial para mantener la salud, ésta debe ser adecuada y controlada.
De los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-6 se derivan moléculas mediadoras de la inflamación. Los ácidos grasos omega-6 son pro-inflamatorios, mientras que los ácidos grasos omega-3, anti-inflamatorios. Por lo tanto, es importante mantener un equilibrio en el consumo de estos ácidos grasos, para garantizar una adecuada respuesta inflamatoria y un funcionamiento óptimo del organismo”, aseguró.
Considerando la alimentación actual, el consumo de omega-6 es alto, mientras que el omega-3 es deficiente, lo que genera una relación desequilibrada. Esta desproporción en la ingesta de ácidos grasos tiene consecuencias negativas para la salud, ya que promueve un estado proinflamatorio en el cuerpo.
Por ello es muy importante que las personas equilibren el consumo de ácidos grasos omega-6 y omega-3 en su alimentación diaria, disminuyendo la inflamación crónica y consiguiendo un sistema inmunológico normal y más saludable.
“Es beneficioso reducir la ingesta de alimentos ultra procesados y aceites ricos en ácidos grasos omega-6, como el aceite de maíz, de girasol, de palma y de soja. Por el contrario, se recomienda aumentar el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, en especial el aceite de chía, ya que esta semilla tiene el más alto contenido de omega-3 ALA disponible en el mundo vegetal y una gran cantidad de antioxidantes”, concluyó Chica.