Los caminos del emprendimiento no tienen un derrotero común, sino que adquieren su sello distintivo de acuerdo al espíritu de las personas y lo que marca su vocación. En esta entrega de la campaña de empatía regional Prefiero el Maule y el portal web El Maule Informa veremos dos casos muy diferentes pero que tienen un denominador común, entregar lo mejor de sí.
Karina es instructora de biogénesis, hace constelaciones familiares, reiki y meditaciones guiadas en su imponente domo ubicado en el sector de Puertas Negras, en Talca.
Cuenta que “todo esto partió porque tenía mucha información en sueños. Hay personas que son canalizadoras, clarividentes y pueden ver… a mí me llegaba toda la canalización en sueños y en algún momento mis maestros guías -porque todos tenemos un ángel de la guarda que te va guiando en este camino- me pidió que me empezara a conectar con estas cosas y comencé a estudiar, a investigar, a averiguar, a preguntar y ahí empezó este bichito a crecer”.
Agrega que también apareció “la necesidad de empezar primero a sanarme yo, es decir, todo partió por una necesidad de estar bien, de sanar mis dolores y heridas”.
Más adelante “sentí que ya estaba preparada y empecé a practicar con amigos y amigas. Y ahí me di cuenta que esa era mi misión, a lo que vine a la tierra. Todo llega en su minuto. Todos somos maestros en esta tierra, nadie es superior a nadie”.
“Yo le digo a la gente que soy un puente de luz entre la divinidad y acá. Yo trabajo como un puente. Ese puente lo puede ser cualquiera, no es que yo sea especial, no soy sanadora, no soy un angelito. Tú tienes que querer sanarte, tú tienes que querer estar bien y ahí podemos complementar una terapia maravillosa”.
Hace unos 5 años “mis guías espirituales y maestros me pidieron que hiciera un domo. No es fácil hacerlo, pero se dieron las posibilidades de comprar el terreno y construirlo. Ya llevo tres años trabajando allí”.
Durante el periodo de la pandemia “había mucha gente con necesidad por lo que me dediqué a trabajar con ellos. Siento que fue un apoyo muy importante para esas personas porque habían perdido a un familiar, a un amigo, a alguien”.
De allí “fue creciendo toda esta maravillosa energía que tiene el domo. Ahora hago terapias de reiki, constelaciones, meditaciones guiadas; el próximo año voy a iniciar un taller de sistema biogénesis”.
Lo primero de todo “es que la persona tenga la intención y las ganas de querer sanarse. Yo no hago milagros. Si tú quieres sanar algo que traes… alguna lealtad o algún dolor que quedó con tu madre, con tu padre, con un hermano… lo podemos sanar y es un proceso maravilloso”.
Karina concluye expresando que “al domo llegan las personas que tienen que llegar. Es algo muy personal que tiene que ver con el pasado de las personas y sus relaciones familiares y de otra índole. La tranquilidad de las personas que van, la seriedad y la reserva son los elementos que han hecho que mucha gente acuda a mi domo a empaparse de su energía y fuerza”.
Instagram: @domo_maitreya
Torta con sabor campesino de la abuelita Sara
Marcelo Ravest, del café Tierra y Sabores de Licantén, siempre ha tenido un espíritu emprendedor y desde muy pequeño entendió que su vocación iba por ese camino.
“Desde chico yo quería hacer negocios, empresas. Por eso no quise estudiar. En un momento me topé con un artesano de Santiago y él me enseñó. Me encantó por la libertad, por el tiempo que había. Después por el camino me di cuenta que no era muy rentable y ahí entendí que la comida era un camino”, explica.
En un primer momento “vendí zapallos porque estaba invitado a una fiesta y no tenía plata. Mi mamá me mandó a comprar zapallo y vi que en la calle principal de Licantén era mucho más caro que donde un vecino agricultor. Hice un trato con él y comencé a vender zapallo. Justo se dio que me compraron unos 200 kilos para un casino de una empresa. Ahí vi que era como prestar un servicio y como que el destino me fue ayudando a encontrar el camino”.
En 2009 partió con un negocio, justo cuando conoció a su actual pareja. “Yo quería hacer una terraza grande como para vender más artesanía, pero ella me propuso poner una tetería. Ampliamos, hicimos un local y con el paso del tiempo incorporamos un horno de barro porque queríamos hacer pizza, pero vimos que era una locura y nos enfocamos en los pasteles”.
Para ello, probaron con distintos tipos de harina, para finalmente quedarse las de quinoa e integrales. “Empezamos a descubrir recetas y a darles un toque de rescate de la historia local, de la gastronomía dulce de la zona”.
“Hoy usamos harina integral -harina negra que la llaman- y horneamos todo en el horno de barro. Usamos todos los frutos de la zona y de la estación. A todo esto, el té como que no lo pescaron mucho y cambiamos al café y ahí entró el público. Pero igual tenemos diversas variedades de té con hierbas y frutos locales”.
Todo se da con un toque artesanal, con loza de greda, todo bien natural y sencillo.
“Las recetas las fuimos testeando, pero yo tenía el recuerdo de una abuelita que hacía torta de hojarasca de manjar y unos chilenitos, todo en horno de barro. Yo era fanático de los chilenitos. Y cuando surgió la torta quise rescatar esa receta de mi abuelita Sara”.
De esta manera “la receta considera solo las hojas como las hacía ella, con mantequilla, leche y huevo, lo que constituye una masa blanda, no muy crocante y seca, sino que por el contrario, es una masa más húmeda que se cuece en horno de barro que se barre con romero, lo que le da un toque campesino, queda con un aroma a campo. Es la torta más tradicional del Chile central”.
Para el futuro, Marcelo Ravet tiene “la idea de complementar el café con unas cabañas con servicio de hotel en un espacio amplio con un comedor común y un bar con comida tradicional y preparaciones locales, además de un spa, servicio de relajación y otras opciones para que las personas pasen un buen momento. Todo utilizando elementos naturales, como las piedras, el barro, la madera. Todo eso es acogedor”.
Finalmente, plantea que “siempre he tenido un deseo de emprender, lo que te da energía y te mentaliza en eso. Además, siempre fui justo y no regateaba. Hay que ser franco y honesto en los negocios”.
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