Desde hace tiempo la vida de la periodista y escritora Elizabeth Subercaseaux (Santiago, 1945) oscila entre Estados Unidos y Chile. ¿Qué costos le ha traído vivir entre dos mundos? “El único costo ha sido tener que vivir lejos de mis hijos y mis nietos, a pesar de que voy a Chile a cada rato. Aparte de eso ha sido fantástico vivir en dos culturas. Te abre la mente. Te hace ser más tolerante. Entender que nadie tiene la verdad, porque la verdad no existe. Que las cosas no son blanco o negro. A estas alturas de mi vida, mi única certeza es que moriré algún día”.
Con una sólida obra como novelista, cronista y libros de entrevistas, Elizabeth recientemente publicó La Patria Estremecida (Catalonia, 2019) un desolador balance del siglo XX chileno. Ahora, a mediados de noviembre, bajo el sello Catalonia aparecerá Vendo todo lo que tengo”. En entrevista con El Maule informa repasó la actualidad de Chile y Estados Unidos.
-¿Podría adelantar de que se trata la novela?
-Claro. Es una historia de Pito Balmaceda, mi personaje de Vendo Casa en el Barrio Alto, pero esta vez en pleno estallido social, primero, y en la pandemia después. Vale decir: la novela es esta crisis por la que estamos atravesando los chilenos, desde octubre del año pasado, vista y vivida desde la derecha. Es un retrato de la clase alta, en este momento. Y está escrita en clave de humor. No confundir con sátira, porque no lo es. Es un retrato, una foto de mi propia clase social en uno de los momentos más difíciles del país.
-Elizabeth, ¿en qué momento de la vida se encuentra?
-Tengo 75 años y me encuentro en un momento de la vejez en el cual me he dado cuenta de que me sigue fascinando aprender, escribir, investigar, cocinar, tocar el piano y abrir la cabeza. Créame que estoy estudiando turco con mi hermana Ximena.
“El plebiscito superó las expectativas que tenía”
-Elizabeth, ¿cómo vivió el plebiscito del pasado 25 de octubre?
-Con una gran ilusión, pero debo decir que el plebiscito superó las expectativas que yo tenía. Hay tres aspectos que me parecieron realmente positivos y esperanzadores para el país: uno, la tranquilidad con que se llevó a efecto. No hubo una sola nota de violencia ni de mal comportamiento de nadie. Y hay que sacarle el sombrero también al Gobierno, que lo organizó de manera perfecta y se preocupó de que cada persona que quiso votar pudiera hacerlo en paz y tomando los mejores resguardos contra la pandemia.
Dos, que la respuesta fuera tan clara y tan mayoritaria. Y tres, que en las tres comunas más ricas del país, un 40 por ciento votara Apruebo. Eso deja muy aislada a una absoluta minoría, que me imagino se concentra casi toda en la UDI. Todo ello es una buena noticia para Chile.
-Chile vive una coyuntura compleja. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
-Han sido décadas de la aplicación de un modelo económico que produce tremendas desigualdades. Todos lo sabíamos, pero nadie hizo nada para detener el daño. La frustración, la rabia y el desamparo fueron creciendo y se produjo el estallido de octubre. Los pueblos tienen aguante, pero hasta un cierto límite.
-Describió en La Patria Estremecida un desolador siglo XX con un Chile cruzado por profundas diferencias sociales. ¿Es una de las explicaciones de la situación actual?
-Las diferencias socio-económicas en Chile, el clasismo y la segregación han sido constantes en nuestro país desde la Colonia. Hemos avanzado mucho, y eso hay que reconocerlo, hemos avanzado objetivamente hablando, pero la movilización social sigue siendo mucho más lenta que en cualquier democracia desarrollada.
-¿Es frágil la democracia chilena?
-Yo no creo que la democracia chilena sea frágil, para nada. Hablando en castellano, no creo que en Chile estemos ni remotamente cerca de un quiebre democrático. Esa experiencia ya la tuvimos, ya sabemos cuáles son los resultados y ya sabemos cuántas generaciones se necesitan para reparar el daño que hace un quiebre democrático. Lo que sí creo es que hay que fortalecer las Instituciones democráticas y hacer una Constitución donde el Estado tenga un rol fundamental en la defensa y protección de los derechos fundamentales de los chilenos. Eso es lo que más fortalece una democracia.
¿Cree que en el proceso que se inicia tras el plebiscito podamos revertir esa situación derivada de la Constitución de 1980?
-¿La situación que produjo haber sido regidos desde 1980 por una Constitución que nos declara “estado subsidiario? ¡De todas maneras! De eso se trata el cambio que viene, entre otros cambios indispensables que hay que hacer.
-¿Qué factores podrían jugar en contra?
-Yo le tengo miedo a los políticos. Me preocupa que no hayan entendido bien el significado de este plebiscito, que de cierta manera fue un tremendo palo para ellos, para su manera de actuar. Me preocupa que se pongan a pelear entre ellos, que no sean capaces de deponer sus egos, que no estén a la altura como para poner los intereses del país antes de los suyos. Es el único miedo que tengo.
Elecciones en Estados Unidos
–Estados Unidos también está sumido en una profunda crisis. ¿A qué se debe principalmente?
-Ufff! Tardaría una semana en contestar bien a tu pregunta. !Son tantas cosas! La crisis actual se debe principalmente a que en los últimos tres años y medio hemos tenido un presidente que ha ofendido a todo el país, ha mancillado la presidencia, ha aislado a Estados Unidos de sus aliados tradicionales, ha echado para atrás todos los acuerdos y regulaciones que tienen que ver con el medio ambiente, ha llenado y desequilibrado la Corte Suprema con jueces ultra conservadores dispuestos a revertir prácticamente todo el progreso social que conllevan leyes que protegen los derechos de las mujeres, los derechos de los gays, el derecho a salud de los americanos, entre otras, ha mentido a diario y lo que es aún más grave, ha politizado y manejado tan mal la pandemia que somos el país más infectados y con más muertos del planeta. Esa es la crisis de Estados Unidos, hoy.
-¿Comparte que los recientes debates presidenciales entre Biden y Trump han mostrado que están lejos de la condición de estadistas que requiere una de las potencias mundiales?
-Trump nunca ha estado ni cerca de ser un estadista, ni siquiera de ser un actor capaz de representar a un estadista. Joe Biden ha sido un senador, serio, eficaz y consecuente durante 40 años. Hoy, en Estados Unidos, no estamos hablando de estadista, sino de decencia. De integridad.
Lo que el país necesita es un presidente decente, un hombre confiable que sea capaz de tomar las medidas necesarias para evitar más muertes y cientos de infectados de coronavirus en los hospitales. Una vez que pase la pandemia verá ese presidente cómo revertir todo el daño que ha hecho Trump, pero lo primero es lo primero: decencia y eficacia para combatir la pandemia.
Un estadista es un lujo al cual, desde esta calamidad, ni siquiera estamos aspirando. Es como si tú me dijeras que para salvar al Titanic se necesita un capitán vestido de gala. No. Lo que se necesita es un capitán que sepa dónde está el iceberg, aunque ande en pijamas.
-¿Qué espera de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos?
-Espero que el 40 por ciento que compone la base de Trump, donde están los movimientos fascistas, el KKK, los supremacistas blancos, los Qanan, los Proud Boys y otros movimientos que quieren hacer una “America Blanca” no gane el voto electoral, como hace 4 años. Espero que gane Biden. Espero que pierda Trump y que su próximo destino sea el que debe ser: la cárcel (en este momento están a la espera una veintena de juicios por lavado de dinero, estafa y delitos tributarios)”.
-Ciertas declaraciones del Presidente Trump, en las que señala la posibilidad de desconocer los resultados electorales resultan preocupantes. ¿Existen peligros totalitarios en la sociedad norteamericana?
-Hemos visto que existen, pero más en la palabra que en los hechos. Trump puede decir cualquier cosa, pero las instituciones en este país son más fuertes. Además, Trump, es un tipo cobarde, ladra mucho, pero no muerde. A la hora de los resultados, si pierde esta elección, va a tener que dejar la Casa Blanca, quiera o no quiera. Y si la gana, porque también puede ganar, que Dios pille al mundo confesado”.