La pandemia de Covid-19 ha transformado la vida de las familias de todo el mundo, con consecuencias físicas, emocionales, de salud mental y económicas, entre otras. Desde hace más de dos años niños, jóvenes y adultos esconden sus rostros tras una mascarilla como medida de protección para evitar contagios, lo que varió en parte hace un par de meses en Chile, cuando se permitió el desplazamiento de personas al aire libre sin el uso de este accesorio que es vital para detener la pandemia.
Esta medida tuvo una consecuencia, observada principalmente en adolescentes y es el Síndrome de la Cara Vacía, relacionado con la sensación de inseguridad que se genera al momento de quitarse la mascarilla frente a otras personas.
Clara Lorca, psicóloga del Programa PACE de la Universidad de Talca, explicó que se trata de un síndrome relacionado al miedo a presentarse frente a los demás y a la fobia a contagiarse de Coronavirus.
“Está asociado con una sintomatología ansiosa, que afecta en mayor medida a los adolescentes, que por encontrarse en una etapa de crecimiento personal, físico y de desarrollo de la identidad, tienden a sentirse más inseguros al momento de mostrarse a los demás. Sin embargo, eso no excluye a que los adultos también puedan sufrirlo”, sostuvo.
La profesional detalló que, el prolongado uso de la mascarilla y la disminución de las habilidades sociales durante la pandemia ha generado que los jóvenes perciban al cubrebocas como una barrera protectora no solo del virus, sino también de las críticas y del rechazo por su aspecto físico.
“En los últimos dos años los niños y estudiantes secundarios han estado encerrados y sus interacciones sociales se han reducido a clases online con pantallas negras, publicaciones de redes sociales cargadas de filtros, mensajes escritos y de voz por WhatsApp que no les permitía mostrarse”, planteó.
Esta situación se suma a que los jóvenes se encuentran en el proceso de formar su identidad y de aceptar sus cambios físicos. “Ahora les toca salir a la calle a demostrar quienes son y es normal que tengan temor a defraudar a los demás, el problema es cuando ese temor se transforma en una fobia. Eso es lo que debemos evitar”, precisó Lorca.
Para ello, la psicóloga resaltó que es necesario que los apoderados, docentes y familiares puedan tomarse el tiempo para escuchar a los jóvenes, validar su temor y entablar una conversación que les permita conocer cuál es el miedo real a quitarse la mascarilla, para poder dilucidar si se trata del Síndrome de la Cara Vacía.
Exposición progresiva
Por su parte, el psicólogo del Programa PACE de la UTalca, Felipe Figueroa, recomendó a los estudiantes secundarios que la exposición sin mascarilla, en los espacios abiertos, sea gradual para evitar episodios de ansiedad, recurriendo a su uso cuando se sientan desprotegidos.
“Se debe trabajar para romper la idea que existe de mascarilla-seguridad, para ello es necesario que el adolescente vaya de a poco afrontando situaciones sencillas, como salir a pasear en algún parque o plaza. Pero si este proceso no funciona y por el contrario aumenta la ansiedad al quitarse este accesorio, afectando las rutinas diarias, se debe solicitar ayuda psicológica”, resaltó.
Lorca añadió que, es muy importante tratar este síndrome, ya que entre sus consecuencias podría generar dificultad del desarrollo de identidad y con ello problemas para que el adolescente pueda reconocerse y visualizarse como un ser integral, con virtudes y defectos.
“Esa inseguridad de salir al público podría convertirse en una constante en la vida de la persona y no solo se usaría la mascarilla como barrera protectora, sino también el cabello, una bufanda, algún chaleco, entre otros. El temor podría transformarse en una fobia que influiría directamente en los niveles de socialización de la persona quien, a medida que pase el tiempo, se retraería más”, advirtió.
Los profesionales del programa PACE de la UTalca invitaron a los jóvenes a participar de diversos talleres y charlas a través de su cuenta de Instagram donde abordan estas temáticas relacionadas al autoconocimiento, habilidades sociales y manejo de la ansiedad, además de actividades relacionadas a los procesos de postulación universitaria, opciones postsecundarias, exploración vocacional y admisión a la educación superior.