Sin lugar a dudas el desafío clave para nuestros tiempos, como lo expresaba Leo Prieto recientemente en un matutino capitalino, “es entender que no es lo mismo crecimiento económico que desarrollo sustentable. Hoy necesitamos poner el foco en lo segundo y aprovechar que vivimos en una era en que la ciencia y la tecnología nos permiten hacer casi cualquier cosa que se nos ocurra.” Donde hay que, “entender que los avances tecnológicos deben mejorar la calidad de vida de todos los habitantes del planeta. No sólo la de los humanos.”
Por su parte, el constitucional constituyente patagón Tomás Laibe, en un vespertino comentaba sobre la “Patagonia Red Bull”, como “la caricatura de un lugar que es visto como un destino para hacer deportes extremos.” Donde llegan con deportistas de afuera, hacen festivales de millones de dólares, y la gente de Aysén se pregunta ¿cuánto queda en la región? Muy poco.
Algo similar ocurre con el turismo extranjero. “Los turistas llegan a los lodges de la Patagonía que son propiedad de otros extranjeros, y estos negocios funcionan sin encadenamiento productivo, entonces no queda nada para la región.” Como es natural esto provoca tensión entre los locales y quienes llegan desde afuera, “pero que no entienden nuestra cultura”.
Para la antropóloga Margaret Mead la primera señal de civilización en una cultura no es el inventar anzuelos, cuencos de arcilla o piedras para afilar. Para ella “el primer signo de civilización en una cultura antigua es la prueba de una persona con un fémur roto y curado.” Ya que en el resto del reino animal, “si te rompes la pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a beber agua o cazar para alimentarte. Te conviertes en carne fresca para los depredadores.” Como es lógico, ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane.
“Un fémur roto que se curó es la prueba de que alguien se tomó el tiempo para quedarse con el que cayó, curó la lesión, puso a la persona a salvo y lo cuidó hasta que se recuperó”. Por ende para ella, ayudar a alguien a atravesar la dificultad “es el punto de partida de la civilización. La civilización es una ayuda comunitaria”. En esta vida tal como se están dando las cosas, con cambio climático y sobrepoblación entre otros, solos, no nos salvamos. Juntos, colaborativa y comunitariamente es posible, actuando con generosidad y confianza.
El desarrollo sustentable es una oportunidad y un lenguaje común para “el nosotros en y con el territorio y su naturaleza”, donde juntos civilizada y colaborativamente es posible imaginar y concretar un futuro común que le hable a todos y no solo a unos pocos. Para llevar adelante esto es clave la “buena política”, tanto de izquierda, que está por asumir el gobierno, como de la derecha, en prepararse para aspirar a serlo mas adelante. Esta última, como lo expresara Pablo Ortúzar hace poco, debe superar una de las grandes carencias del sector, cual es su pobreza sociológica, donde “se razona cómo agencia de publicidad, sin intentar ir más allá de la superficie de los fenómenos, y eso es útil y necesario para las campañas, pero no para fijar rumbo o tomar decisiones en temas claves.
La derecha se debe a sí misma y al país una pausa reflexiva que termine delineando un proyecto a 30 años, en vez de un re Branding tipo Negrita-Chokita.”
El gran desafío para el país, Convención Constitucional de por medio, es espectacular, siempre y cuando juguemos el partido entre todos y como equipo, nunca los chilenos y chilenas han estado mejor preparados como ahora, confiemos en el nosotros y vamos por aquello.