Expertos en materia de la salud, tanto del ámbito académico y del sector público, como desde la perspectiva del paciente y la experiencia internacional, reconocen la urgencia de abordar de manera planificada y organizada a nivel país esta enfermedad que hoy padecen uno de cada tres chilenos, siendo el lumbago la principal causa entre las patologías musculoesqueléticas que provocan el dolor crónico.
Johanna Acevedo, jefa División de Planificación Sanitaria (DIPLAS) del Ministerio de Salud dio a conocer en webinar de Pro Salud Chile la incorporación del dolor crónico en la Estrategia Nacional de Salud 2021-2030. “ “Es el primer paso para ir visualizando este problema de salud, darle un abordaje y poder ir integrándolo en los distintos programas de multimorbilidad”, sostuvo Avecedo.
“Es terrible cuando un paciente te dice: ‘Usted es mi última esperanza doctora’”, cuenta la Dra. Carolina Rivera, presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Física y de Rehabilitación.
Los diversos estudios y análisis que se han realizado sobre el dolor crónico en Chile, su prevalencia en el país, y los costos económicos y sociales que está generando, son elocuentes y han puesto una señal de alarma respecto de la necesidad de colocar este problema, y a quienes la padecen, como eje central dentro del abordaje que se plantea como Estrategia Nacional de Salud (ENS), en una política que además incluya educación, tanto de la sociedad como de los propios profesionales de la salud para una mejor comprensión, entendimiento y visibilización de un drama afecta a una de cada tres personas.
De acuerdo a la publicación, “Propuesta de política pública para el manejo del Dolor Crónico Musculoesquelético (DCME) en Chile”, elaborado por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica, el 32% de la población; es decir, uno de cada tres chilenos, equivalente aproximadamente a 5 millones de personas, sufre de dolor crónico no oncológico asociado a seis patologías identificadas por la Asociación Chilena del Dolor (ACHED) como las de principal prevalencia en el país: lumbago, osteoartrosis de rodilla, dolor de hombro, osteoartritis de cadera, fibromialgia y dolor miofascial.
Esta enfermedad, como la ha identificado La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) de la OMS, fue el tema central del webinar de Pro Salud Chile “Dolor Crónico, un gran problema de salud en Chile, aún invisible”, donde el Dr. Manuel Espinoza, jefe de la Unidad de Evaluación de Tecnologías en Salud (ETESA-UC) de la Facultad de Medicina UC presentó dos estudios (de carga de enfermedad y de análisis de costos-consecuencias) del dolor crónico en Chile donde dio a conocer que el costo total, directo e indirecto, que provoca el dolor crónico (directos e indirectos) asociado a cinco patologías DCME (lumbago, hombro doloroso, fibromialgia, Osteoartrosis de rodilla y Osteoartrosis de caderas) asciende a $663.471100.207.
Cabe consignar que en el estudio de ACHED 2016, el lumbago predominaba con un costo de $174.092.444.070, superando a Osteoartrosis de rodilla ($148.430.539. 060), hombro doloroso (121.575.559.402), Osteoartrosis de cadera (46.734.749.931) y fibromialgia (31.164.389.054), dando como resultado: 535.121.900.878.
En la comparación con datos 2020 expuestos por el Dr. Espinoza, el lumbago sigue dominando, con mayor prevalencia y un costo de $133.662.438.051, seguido por hombro doloroso ($57.118.858.608), experimentando un importante descenso en costo y prevalencia (de 4% a 2,8%) y una importante irrupción de la fibromialgia, cuyos costos aumentaron de 31 mil millones a $98.356.189.701, creciendo en prevalencia del 1,1% a 3,9%..
Respecto de los costos directos por Subsidios de Incapacidad Laboral (SIL) que se traduce en las licencias médicas cursadas, (cifras obtenidas del cruce de datos de Fonasa, encuesta CASEN 2018, subsector Isapre y Superintendencia de Salud), solo por las 5 patologías DCME, esta cifra asciende a los $50.295.763.189, que corresponden a más de 316 mil licencias médicas. Este panorama es dominado nuevamente por el lumbago, con más de 273 mil licencias, que equivalen a un costo de más de $35 mil millones por ausentismo laboral. El 83,7% de este gasto lo asume Fonasa mientras que el 16,3% restante recae en las isapres.
Asimismo, los costos indirectos, obtenidos de datos de licencias médicas de Fonasa y la Superintendencia de Salud, cruzados con información de la encuesta CASEN 2018, arrojan una cifra de $78.053.436.139 como costo por pérdida de productividad asociado a las 5 patologías de dolor crónico musculoesqueléticas, donde nuevamente el lumbago aparece como la principal causa de este gasto, aportando más de $56 mil millones en pérdida de productividad.
”La prioridad para abordar esta enfermedad debe ser la atención primaria. El modelo debe cambiar hacia uno basado en multimorbilidad, donde el dolor esté en esta ecuación , porque aún sigue siendo un desafío para nuestro sistema de salud”, comentó el Dr. Espinoza.
Estos datos fueron ratificados por María Mercedes Jeria, jefa del Departamento de Estudios y Desarrollo de la Superintendencia de Salud, quien sostuvo que “los costos por SIL por licencias médicas de lumbago y hombro doloroso se han más que triplicado en la década 2011-2021, y más que doblado en el caso de otras enfermedades Osteomusculares (Artrosis de rodilla, Artrosis de cadera, Dolor miofascial y Fibromialgia)”.
Según las cifras entregadas por la representante de la Superintendencia de Salud, de las 15 millones de licencias médicas curativas tramitadas en el sistema de isapre entre 2011 y 2021, 2.315.218 tienen relación con diagnósticos osteomusculares, que corresponde a un 15,4% de las licencias, ubicándose en el tercer lugar entre las más tramitadas, solo superada por las licencias mentales y el Covid-19.
La especialista además señaló en su exposición que las enfermedades osteomusculares capturan el 14% del total de gasto ($690 millones) por SIL, donde el lumbago tiene la mayor incidencia entre las enfermedades osteomusculares relacionadas al dolor crónico.
Johanna Acevedo, jefa División de Planificación Sanitaria (DIPLAS) del Ministerio de Salud dio a conocer la incorporación del Dolor Crónico en la ENS 2021 – 2030.
“Entre los ejes estratégicos que se abordarán en la ENS 2021-2030, uno de los que más creció es el que tiene que ver con Funcionamiento y Discapacidad, donde se incluyen las alteraciones músculo esqueléticas, directamente relacionadas con el dolor crónico. El objetivo es disminuir la prevalencia e incidencia de éstas en la generación de dolor crónico y alteraciones funcionales en la población y en este punto nos pusimos como objetivos mejorar el acceso, el diagnóstico y el conocimiento del personal de salud”, puntualizó Acevedo
“El haber puesto el dolor crónico en la ENS -añadió-, es el primer paso para ir visualizando este problema de salud, darle un abordaje y poder ir integrándolo en los distintos programas de multimorbilidad y esperamos que su incorporación permita ser la herramienta de gestión para la toma de decisión”.
Acevedo además añadió otro punto esencial en la lucha contra el dolor crónico: “El desafío lo tenemos como sociedad. Hay que repensar el dolor desde todas las esferas, incluso desde cómo lo entienden los profesionales, aumentando su formación y concientización de este problema para que no sea minimizado, además de educar a las familias, pacientes, empleadores, etc”.
La Dra. Carolina Rivera, presidenta de la Sociedad Chilena de Medicina Física y de Rehabilitación (SOCHIMFYR), junto con detallar que el 65% de quienes presentan dolor crónico se le manifiesta con intensidad moderada, un 20% llega a una intensidad severa, mientras que un 44% de los consultados señala que el dolor le ha durado más de un año, comentó que “es terrible cuando un paciente te dice: ‘Usted es mi última esperanza doctora’. Ahí vemos la desesperanza de la persona y de quienes la rodean”.
Además -agrega la Dra. Rivera- es devastador para las personas con dolor crónico entender que, al no verse enfermas, los doctores no los vemos enfermos tampoco, ni su jefe y muchas veces hasta su propia familia, porque el dolor crónico es bastante silencioso, por eso es mencionada en algunos artículos como una discapacidad invisible. Manejar el dolor correctamente es rehabilitar y se requiere un equipo multidisciplinario y un enfoque farmacológico asociado a este problema. Es muy importante educar a la población y a nuestros colegas para evitar esto de: ‘Usted no se ve enfermo, por lo tanto no está enfermo’”.
Respecto de la influencia del Covid-19 en el dolor crónico, la profesional destacó un estudio descriptivo realizado en la Posta Central que arrojó que de entre 80 pacientes disponibles a consulta telefónica un mes después del alta tras haber estado en una UTI durante la primera ola de la pandemia (mayo a octubre de 2020) el 75% presentaba un dolor nuevo, siendo el 50% compatible con dolor neuropático. Un 50% graduó su dolor como de intensidad moderada y un 38% como severa.
La perspectiva del paciente fue aportada por Cecilia Rodríguez, directora ejecutiva de la Fundación Me Muevo e Investigadora PROESSA UDD, quien contó que una de las complicaciones que tenemos las personas que vivimos con dolor es la subjetividad, porque existe mucha duda respecto de cuándo realmente consultar. También existe una invisibilidad, que es el problema de conversar el tema con los equipos de salud cuando los medicamentos no funcionan, lo que lleva a la desestimación, que daña la calidad de vida por carencia de autoestima, agravado por el ausentismo laboral, llegando finalmente a la normalización de vivir con dolor, que es cuando te dicen: ‘su enfermedad es así’”.
La experiencia internacional fue expuesta por el Dr. César Margarit, jefe de la Unidad del Dolor del Hospital General de Alicante, con ocho años en la Sociedad Española del Dolor, quien apuntó que “cualquier Estrategia Nacional de Salud (ENS) tiene que partir de los principios de equidad, seguridad, atención centrada en el paciente, perspectiva de género y en que el paciente no tenga que dar las vueltas en el sistema sanitario”.
Explicó que cerca de 4 años duró el proceso en que el dolor crónico fue incorporado a la ENS española, periodo en que se llegó a un documento base que tuvo por objetivo “sensibilizar a la población, promover formación de profesionales en dolor, anteponer el dolor como elemento transversal y prioritario en el Servicio Nacional de Salud, tratando que la atención sea global y basada en evidencia científica, en un modelo biopsicosocial de funcionalidad y no solamente de reducción de dolor, con coordinación y continuidad asistencial”, detalló el Dr. Margarit.
“El dolor es un problema de salud gravitante y creciente en Chile con impacto significativo en la calidad de vida y costos para la salud y la sociedad. Esto deja en evidencia que es necesario mejorar la efectividad en el abordaje del dolor crónico. No estamos dando respuestas satisfactorias, no estamos llegando a tiempo ni a todos.. Se requiere contar con un plan estratégico en dolor crónico a nivel país, con un enfoque integral a lo largo de toda la cadena de valor, con una visión de largo plazo, con normativas, regulaciones y combinando capacidades multidisciplinarias y partiendo, quizás, por una sensibilización social para una mejor comprensión de este gran problema en todos los estamentos y avanzando hacia ajustes institucionales que permitan integrar el dolor desde una perspectiva de multimorbilidad y fortaleciendo el rol de la atención primaria en este ámbito”, concluyó Jean Jacques Duhart, vicepresidente ejecutivo de Pro Salud Chile.