Los videojuegos son para muchos uno de los pasatiempos favoritos, más aún en época de vacaciones, donde disponen de un mayor número de horas que pueden dedicar al ocio. Y es en ese escenario cuando se puede gatillar una adicción a estos juegos que cada vez son populares.
Es por ello que la profesora de la Universidad de Talca y doctora en Psicología, Johanna Kreither, entregó algunas recomendaciones para que este pasatiempo sea beneficioso y no se convierta en un problema.
“Los videojuegos producen una sensación de satisfacción y bienestar muy grandes. De hecho, existen estudios que demuestran que logran cambiar la emocionalidad. El mecanismo que se genera allí es la sensación de gratificación, que al ser positiva y de agrado, puede potencialmente buscarse una y otra vez”, afirmó la especialista.
Por ello, el uso debe ser supervisado o monitoreado entre los niños y autorregulado en el caso de los adultos. “A los menores se les debe regular, orientar y guiar desde el entorno y de una figura de autoridad cercana y significativa para el niño o niña”, recalcó la académica de la Universidad de Talca.
La recomendación es clara: “el uso del videojuego no debería ser de más de 2 horas diarias. Y el problema es que, durante las vacaciones, los niños están jugando mucho más que eso. Y ahí existe una clara responsabilidad de los padres, de poder supervisar y regular”, indicó.
Y el otro consejo importante, es que los niños deben tener una agenda que incluya una diversidad de actividades, y que no destinen todo su tiempo de ocio a los videojuegos. “Deben juntarse con amigos, jugar a la pelota, salir con los padres. Esa diversidad de actividades es lo que genera un desarrollo más integral”, sostuvo la experta.
Factores positivos
Si son manejados con moderación, indicó la académica, existen varios efectos positivos en la zona de las habilidades cognitivas superiores del pensamiento, como mejorar la atención, la memoria, el razonamiento matemático, el desarrollo de estrategias a corto y mediano plazo, la comparación, la síntesis y la planificación, entre otras competencias mentales.
Sin embargo, dichos atributos positivos dependen del tipo de videojuego. “Por ejemplo, los juegos de estrategias mejoran la capacidad de planificación; aquellos que son en primera persona mejoran la atención y desarrollo de velocidad de procesamiento y razonamiento perceptual; pero hay otros juegos que liberan emociones asociadas a la adrenalina, el temor o la violencia, por ello no da lo mismo el contenido”, advirtió.
Según la profesora Kreither, los juegos de violencia, de guerra o de matar al adversario no son constructivos. “Generan una mayor predisposición a conductas de esa naturaleza, y está demostrado que forjan una respuesta de desensibilización en el usuario. Eso que al resto nos parece espantoso, como matar a alguien, al que juega ya no le parece tanto. Y eso es altamente peligroso, porque cuando se pierde el sentido del contenido, y no sabes separar lo que es bueno de lo que es malo, se produce un peligro para el comportamiento social”, enfatizó.
A esto se suma, que los juegos de video están directamente conectados con los sistemas de refuerzo a nivel cerebral, es decir, son adictivos. “A pesar de que generan un efecto positivo en primera instancia, al mismo tiempo también hay un riesgo alto de desarrollar conductas adictivas. De hecho, en algunos países, se considera un tipo de patología mental. En dosis elevadas y no controladas, el riesgo de adicción es bastante alto”, subrayó.