Hay personas que nos marcan para siempre. Rostros que nos acompañarán toda la vida dado el positivo impacto que tuvieron en nosotros, tanto en nuestra vida personal como en nuestro desarrollo profesional. Líderes que, con un carisma especial, son capaces de llevarnos a lugares donde uno no iría por sí mismo. Personas que nos han motivado a realizar cosas impensadas o que solían paralizarnos, permitiéndonos de esta manera, seguir aprendiendo y mejorando en muchos sentidos. ¿Ya tienes uno de estos líderes en mente?
La pandemia nos ha golpeado duro. Una crisis sanitaria que se entremezcla con escenarios políticos y económicos altamente tensionados. Un ambiente enrarecido por la incertidumbre propia de estos contextos de crisis. Y, al centro de todo esto, las escuelas y colegios que, al considerarse sistemas sociales abiertos, se permean constantemente de todo lo que sucede en nuestra sociedad.
Si hay algo que ha expuesto el Covid-19 en los contextos escolares, ha sido la real capacidad de los liderazgos educativos para adaptarse al cambio y transformar este periodo de crisis, en una real oportunidad. Muchos lo han logrado. Sin embargo, otros, han fracasado tristemente, convirtiéndose en un estorbo, más que en un verdadero apoyo para sus equipos en estos duros pasajes. Marshall Ganz, profesor de Liderazgo de la Universidad de Harvard, dice que el liderazgo es aceptar la responsabilidad de ayudar a otros a alcanzar un propósito común, en condiciones de incertidumbre. Y, es esto, lo que justamente requieren las comunidades escolares por estos días. Líderes capaces de entregar directrices claras, mensajes de aliento cuando la moral decae y, sobre todo, permitir las condiciones para trabajar en un ambiente seguro y apoyador.
Todas las personas que tenemos algún grado de autoridad en nuestras escuelas y colegios, estamos llamados a entender que nuestra tarea es facilitar los procesos al interior de éstos, y no el de complicarlos aún más. Aunque esto último suene bastante obvio, muchas veces no lo es. Sostenedores aferrados a las lógicas de control y castigo, desautorizando a sus equipos directivos una y otra vez, obligándolos a citar a sus docentes a trabajar en condiciones inseguras y poco eficientes (Puesto que, si no los ven físicamente en sus dependencias, entonces no estarían trabajando según ellos). Dueños de colegios que no les importa en lo absoluto la salud mental de sus funcionarios: “total, si a alguien no le gusta, que se vaya a otro colegio”, suele escucharse. Directivos escolares aferrados a las lógicas de siempre, paralizados por la adaptación al cambio, obligando a sus equipos a llevar a cabo procesos engorrosos y descontextualizados. Liderazgos intermedios que rehúsan abrazar su rol de líderes instruccionales con foco en la mejora de prácticas en el aula, y sólo se concentran en recordar temas administrativos e informaciones que se encuentran en más de un mail.
Hoy, más que nunca, se necesitan personas que entiendan que su trabajo en tiempos de contingencia implica estar abierto a nuevos aprendizajes y generar nuevas respuestas ante una escuela que ha sido forzada a repensar sus procesos y lógicas más enquistadas. Liderazgos que sean capaces de establecer sanas relaciones con los demás integrantes de la comunidad escolar. Líderes que generen un ambiente emocional para que otros liderazgos al interior de sus equipos puedan verse a sí mismos como más capaces y comprometidos con la tremenda tarea de seguir educando a sus estudiantes, en estos nuevos contextos. Liderar, para que otros también puedan hacerlo.
Entonces quisiera invitarlos -en cierta manera- a que tratemos de mirar estos difíciles escenarios que nos toca gestionar, con otros ojos también. Porque a pesar de lo extenuante y complejo que todo esto puede llegar a ser, siempre hay algo positivo que rescatar. Todo depende del ángulo desde donde se le mire. Recordemos que donde el líder pone sus ojos y corazón, es hacia dónde avanzará la organización. Y es justo ahora, en un tiempo como el que estamos viviendo en nuestro país que es esperanzador e incierto al mismo tiempo, cuando más se requieren líderes con urgencia. No jefes, ni gestores, ni administradores, sino líderes con todas sus letras.
Los líderes lideran, con gran convicción y altas expectativas. Sin excusas y sin pausa. Hagamos que todos en nuestras escuelas avancen. Hagamos que las cosas sucedan.
¡No dejemos de liderar!