Chile fue a las urnas este domingo 21 de noviembre por quinta vez en un año. Los resultados nuevamente sorprendieron a los especialistas, ya que el electorado optó por una fórmula más conservadora que el plebiscito y los comicios de la Convención Constitucional, alcaldes y gobernadores regionales.
Pareciera que la ciudadanía se cansó de la inestabilidad, de la violencia y de la crispación política de los últimos dos años, pero especialmente de la clase política tradicional y sus escaramuzas.
Los resultados muestran cómo emergen nuevas fuerzas como el Partido de la Gente de Franco Parisi y el Partido Socialcristiano-Republicano, por una parte, y la izquierda más radical del Frente Amplio y sus múltiples colectividades, más el Partido Comunista que alcanza una mayor representación, incluso en el Senado donde no estaba presente desde hace casi medio siglo.
Tenemos una lucha presidencial entre José Antonio Kast y Gabriel Boric, candidaturas que asumieron en la primera vuelta las posiciones más extremas del espectro, dejando de lado candidatos que representaban al centro político.
Ahora viene la morigeración de sus programas, ya que necesitan imperiosamente estos votos para imponerse en segunda vuelta. Es decir, estamos en una elección totalmente distinta y los postulantes deben reencantar a los indecisos con propuestas de guerra a la delincuencia y narcotráfico, ayuda a los más vulnerables, enegías limpias y medioambiente.
En el Congreso se advierte una mayor fragmentación donde nadie tiene la mayoría y donde necesariamente se requerirán conversaciones, negociaciones y acuerdos para sacar adelante las iniciativas. El próximo presidente no tendrá un Parlamento fácil, por el contrario, será tan complejo como el que ha tenido que enfrentar Sebastián Piñera con un parlamentarismo de facto.
Los resultados electorales muestran también que este Congreso podría ser un contrapeso a la Convención Constituyente que está mucho más a la izquierda que las dos cámaras.
La pregunta que salta es ¿en qué pensaban los chilenos cuando eligieron a los miembros de la CC? Ello, porque su integración no es consistente con lo votado este domingo. ¿La ciudadanía da por superado el estallido y opta por los caminos del diálogo y la moderación?
Sin duda, los chilenos quieren cambios, pero en un ambiente de paz y no de enfrentamiento y violencia. En todo caso, la votación de este fin de semana envía un claro mensaje a la Convención Constituyente y abre la puerta a la idea que la nueva Constitución podría ser rechazada en el plebiscito de salida si no es del agrado de la mayoría.
En definitiva, Chile vive en un ambiente convulsionado con una ciudadanía muy “líquida” que cambia de posición de acuerdo a sus propios códigos.
En los años sesenta se hablaba de la teoría del péndulo, en que de una elección a otra el electorado variaba radicalmente de una posición a otra. Parece que Chile entró nuevamente en esa dinámica.