Crear productos naturales y ambientalmente sostenibles es una tendencia en el mundo de hoy de la cual los emprendedores maulinos no están ajenos. Por el contrario, son jugados en la defensa de la naturaleza y en la elaboración de productos sanos. Hoy la campaña de empatía regional Prefiero el Maule y el portal web El Maule informa presentan dos historias de emprendedores que contribuyen a la tierra.
Alberto García Huidobro es agrónomo y decidido defensor de la agricultura sustentable. Desde hace 14 años desarrolla cultivos orgánicos de manzanas y arándanos. Pero, el año pasado buscó darle valor agregado a los productos que estaba trabajando y comenzó a producir vinagre de sidra orgánico de manzana y vinagre orgánico de arándano. También desarrolló polvo orgánico de arándanos.
“La idea era buscar una alternativa que nos integrara a la cadena comercial de manera de poder llegar con nuestra marca y nuestros productos a los clientes finales y poder darnos a conocer de manera más integral. De ahí surgió la iniciativa de hacer estos subproductos y probar el mercado. Vimos que hay una generación que está preocupada de los temas de salud y comer productos más sanos”.
Partió con una producción pequeña para calar el mercado y ahora se va a lanzar con un mayor volumen para llegar a unas 7 mil botellas.
Se trata de vinagres cien por ciento naturales, sin filtrar, producidos en barricas de roble americano o francés que compra a las viñas. “Lo hacemos así porque el vinagre fermentado en plástico o aluminio genera corrosión y eso queda en el producto que es como lo hace la mayoría de la industria y que llega luego a nuestro organismo”.
Los vinagres “son un aporte a la salud, porque ayudan a quemar grasas y a regular los niveles de glucosa en la sangre. Pero tiene que ser sin filtrar, como lo hacemos nosotros. El probiótico permite que el cuerpo lo asimile más rápido”.
Explica que “el caso del arándano es muy interesante porque es cien por ciento fruta, sin filtrar, por lo que además de las propiedades del vinagre trae una cantidad de antioxidantes importante. En paralelo ofrecemos el polvo de arándano, que es un granulado deshidratado que molemos y hacemos un polvo que se puede usar para reportería, para comer cereales en la mañana, hacer infusiones, para postres. Se puede guardar y no es perecible”.
Pero, no solo producen fruta y vinagres orgánicos en su campo de Huencuecho Sur, de Pelarco hacia la cordillera. También hacen campamentos de verano para niños entre 6 y 14 años de edad entre diciembre y febrero.
“Estos summer camps buscan involucrar a los niños con la naturaleza, con lo que es la agricultura orgánica y sustentable. La idea es conectar a los niños con el campo y sacarlos de su burbuja de la ciudad, de su teléfono. Conectarlos con la tierra y con los animales. Todo en inglés, mi señora es inglesa, y todos los monitores son extranjeros por lo que también aprovechan de potenciar el idioma”.
Cuenta que tras estudiar y trabajar en Nueva Zelandia “surgió la necesidad de hacer algo con sentido. No es la idea aplicar tóxicos a los productos que la gente tiene después que consumir. Todos los químicos que aplicamos van luego a las capas subterráneas y vuelven en el agua que estamos tomando. Un poco la idea es dejar un futuro un poco mejor a nuestros hijos, a las futuras generaciones”.
Agrega que “cuando uno hace cosas con sentido las cosas funcionan. Yo tengo un equipo de gente desde el día uno, hace 14 años, y nunca he tenido problema con los cosecheros porque la gente quiere venir a trabajar con nosotros porque saben que el campo es limpio, se genera un ambiente super positivo”.
Alberto concluye expresando que “el mensaje es que si uno hace cosas positivas al final la respuesta es un ambiente positivo. Eso es muy valioso especialmente en estos tiempos donde la gente anda todo el día estresada y preocupada por los negocios. Uno puede hacer negocios sustentables y el resultado es muy bueno. Somos un grupo de gente que busca generar un impacto positivo en la sociedad y en el medio ambiente. Eso genera un circulo virtuoso. Eso es muy rico”.
Instagram: @makemakefarm
Internet: www.makemakefarm.com
Dulce cochayuyo
El emprendimiento de Erica Vilches nació de un problema de salud que tuvo su esposo que era pescador por lo que tuvieron que buscar una alternativa junto al mar en su Iloca natal. Y se les ocurrió empezar a comercializar cochayuyo en paquetes y saquitos por kilo. Hubo luego varios programas gubernamentales que llegaron a la zona y ellos sacaron la idea de hacer mermeladas y harina con esta alga.
“Intentamos con varias fórmulas hasta que dimos con las recetas para hacer estos productos. Mi marido tiene el don para hacer estas mermeladas que las combina con diversas frutas como melón, frutillas y otras de la estación”, cuenta.
Agrega que la harina de cochayuyo tiene un largo proceso. Primero viene el secado natural al aire libre que se prolonga por una semana. Luego se hornea y se muele en un molinillo industrial. Requiere grandes cantidades del alga porque, por ejemplo, de dos kilos, se logran unos 250 gramos de producto final.
El cochayuyo lo obtienen extrayéndolo personalmente o adquiriéndolo a “orilleros” que son personas que trabajan en la costa. Éste se puede sacar entre los meses de noviembre y mayo. El resto del año hay veda porque hay una sobreexplotación del producto.
Explica que este es un problema porque “para los pequeños emprendedores como nosotros es difícil a veces acceder al producto ya que la gente que corta lo vende en grandes cantidades 5 mil, 10 mil o hasta 15 mil kilos. Nosotros que somos pequeños emprendedores compramos 200 kilos y salimos perjudicados”.
Sus productos los comercializa a través de su página de Instagram, y participa en variadas ferias en diversos sectores de la región. También se instala en el verano con un puesto donde pueden concurrir los turistas.
La harina se utiliza para dar sabor a las comidas, se puede integrar a cualquier masa con harina y en repostería para hacer queques, tortas, pie, empanadas y cremas, entre otros.
“Esto es cien por ciento natural, no tiene ningún químico mi aditivo. Incluso, nuestros envases son biodegradables, por lo que no generan contaminación”, explica.
Respeto del futuro, su idea es tener su propio local, seguir innovando e incorporar nuevos productos que contengan cochayuyo de manera de dar mayor valor agregado a esta alga. Por ejemplo, están pensando en jabones y preparaciones para aliviar el tránsito lento, reducir el colesterol o la diabetes.
Finalmente, destaca el rol que tiene Prefiero el Maule ya que “es importante ayudar al pequeño emprendedor a comercializar sus productos y que la gente nos conozca y pruebe lo que hacemos con tanto cariño y esfuerzo”.
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