Por gestión de Hernán Correa de la Cerda, a fines del año 1974, la Pontificia Universidad Católica de Chile, Sede Talca, se hizo cargo de la antigua casa patronal de Huilquilemu. De inmediato se dio inicio a las labores para restaurarla. El trabajo se hizo con el aporte generoso de muchos particulares y de entidades públicas y privadas. Durante el año 1975, la casona fue recuperando su aspecto. Se trabajó en los patios, se hicieron rescates con la técnica del adobe. Al mismo tiempo, que maduraba un proyecto de largo aliento. Convertir la casona en una Villa Cultural.
Correa de la Cerda, vio en el abandono de la vieja construcción de adobe, el testimonio de una historia. La huella de un patrimonio que no podía ignorarse. Precisamente, porque representaba toda una época, escondiendo grandes tesoros para ponerlos al servicio de la comunidad. No podía ser que, por descuido, comodidad o desinterés, los corredores y habitaciones, los patios y las salas, fueran destruidos y que, al pasar el tiempo, se convirtiera en un montón de escombros, enterrados en el olvido.
Por eso, puso todo su empeño y dirigió personalmente los trabajos de restauración, compartiendo con los obreros y ayudando con sus manos en las faenas. ¡Había que rescatar la casa! Concibió el proyecto y lo presentó a la rectoría en Santiago. Propuso la preservación de las tradiciones folclóricas, de las artesanías, de la religiosidad popular, etc. El programa Villa Cultural Huilquilemu fue aprobado por el Rector de la Universidad, el 19 de junio de 1976.
Por otra parte, el 15 de julio de 1976, se firmó la escritura por la que CORA (Corporación de Reforma Agraria) vendió a la Pontificia Universidad Católica de Chile “la Hijuela Sur o Primera del antiguo fundo Huilquilemu”. Las firmas de los representantes legales son, por la CORA, Daniel Frías Fernández y por la Universidad, Jorge Swet Madge.
Desde aquella fecha los trabajos y actividades no se detuvieron. El inmueble fue habilitado completamente. Los espacios fueron definidos para los visitantes y las actividades se sucedían en gran cantidad. Los colegios con sus estudiantes recorrían la Villa. Hay generaciones actuales que recuerdan muy bien esos tiempos cuando eran pequeños. Este empeño y trabajo para abrir la casona a la comunidad y hacerla lugar de encuentro para las artesanías, el folclor, la fe viva, la literatura o las expresiones genuinas y ancestrales de la ruralidad, pronto dio fruto.
El Decreto 1092, emanado desde el Ministerio de Educación el 15 de octubre de 1986, dice en el considerando que “la ex-casa patronal Huilquilemu”, entre otras cualidades, por su “dimensión, las perspectivas que originan sus juegos de volúmenes, la calidad del espacio interior y la irregularidad de sus detalles y terminaciones, la convierten en un excelente ejemplo de nuestra arquitectura rural de raíz hispana”.
Este acto vino a reafirmar que lo visto e intuido por Hernán Correa de la Cerda era lo correcto. Que la casa patronal de Huilquilemu era representativa del mundo rural tradicional, y por tanto debía ser protegida, declarándola Monumento Histórico en 1986.