Psicóloga del Servicio de Salud Maule indica que bajos niveles de ansiedad son normales ante ciertos desafíos del mundo actual, pero cuando los pensamientos negativos se vuelven repetitivos o de respuesta automática, con manifestaciones físicas y cambios de conducta es necesario buscar ayuda profesional.
Sin duda las consultas, diagnósticos, tratamientos y el uso de psicofármacos aumentaron en número y en complejidad ante el avanzado estado de molestias generadas por la Pandemia, al presentarse enfermedades psicológicas o trastornos desarrollados como Ansiedad Generalizada (TAG), depresión, obsesivos compulsivos y aquellos que se asocian al trauma.
A esto se suma el aumento en la consulta ante síntomas que corresponden a trastornos de conducta alimentaria, ansiedad social, de identidad y dismorfia corporal, entre otros.
“Hoy vivimos las consecuencias no solo de la Pandemia sino de la exposición continua de los medios de comunicación o redes sociales, lo que pone en peligro la salud mental de muchas personas”, indica la psicóloga Mónica Salamanca Sandoval, profesional de la Unidad de Salud Integral del Funcionario del Depto. Calidad de Vida Laboral del Servicio de Salud Maule.
A juicio de la profesional, la ansiedad es una reacción normal y emocional del cuerpo ante situaciones amenazantes, sin embargo, cuando estas reacciones se vuelven perturbadoras pueden ocasionar ese malestar psicológico, aunque esto no se aprecia de forma tangible hasta que el cuerpo responde o una de las conductas cambia.
“Podemos sentirnos más nerviosos, como agitados, o preocupados sin poder regularlo y esto a veces se acompaña de una sensación de peligro inminente, pánico o se cree que algo catastrófico puede pasar. Podemos tener este tipo de pensamientos o sensaciones, pero ante un caso de trastorno de ansiedad la generación de este tipo de pensamientos es más repetitiva o se presentan como pensamientos automáticos”, explica Mónica Salamanca.
¿Pero cómo saber que han aumentado?
La psicóloga del SSMaule indica que los seres humanos somos capaces de vivir con esos pensamientos… pero consultamos cuando en el cuerpo nos sucede algo, como aumento del ritmo cardiaco, respiración acelerada, temblores, sudoración, continua sensación de debilidad o cansancio, no podemos dormir o se empiezan a sentir las molestias físicas como problemas gastrointestinales, de la piel o musculo esquelético, contracturas o estas con dolores que ya no cesan.
Otra forma de pesquisar una patología ansiosa, son esas conductas que nos dicen que no estamos actuando como siempre, por ejemplo, nos aislamos, evitamos hablar con las personas con las que solíamos compartir, se presenta inquietud motora, evitamos hablar con las personas o contrarío a eso, estoy más a la defensiva, irritable, enojada/o.
“La mejor forma de darnos cuenta es prestarnos atención a nosotros mismos y a los que nos rodean, escucharnos a nosotros mismos o a los otros puede ayudar mucho y finalmente, consultar cuando sea más difícil manejarlo”, agrega.
Es importante destacar que la prevalencia de la ansiedad se observa más en edades entre los 20 y los 40 años y con mayor frecuencia en mujeres. Esto además está relacionado con las tareas propias de la etapa adulta, el tener que estudiar y tomar decisiones, trabajar y seguir las reglas de vida que socialmente se nos ha inculcado desde niños, por ejemplo, para ser alguien tienes que estudiar, todo trabajo requiere un esfuerzo, si te esfuerzas más tendrás mejores resultados, todas esas creencias nos han llevado a tener una prevalencia de ansiedad y temor por no lograrlo.
El encierro obligado, el cierre de los espacios para socializar o divertirse, los colegios, las empresas, impactó en la salud mental de distintas formas, los efectos más notorios son el trastorno de ánimo, los trastornos de ansiedad, las crisis de pánico, trastornos de conducta o las reacciones emocionales inestables. Los efectos de la Pandemia siguen y todavía presentan diversos síntomas de riesgo, cuadros de ansiedad o depresión.
Por todo lo anterior lo recomendable en caso de presentar un cuadro de ansiedad severa
es buscar ayuda profesional, reconocer cuando se necesita ayuda. Puede ser un psicólogo, un consejero, un terapeuta, pero pedir ayuda. Entonces, estar atentos a uno mismo, aprender a centrarse en sí mismos y reconocer señales del cuerpo o del comportamiento, pensarse, revisarse, analizarse y hacerse cargo responsablemente de aquello que se siente, previene el desarrollo de sintomatología de más difícil tratamiento.