Así como el brownie (bendito error) surgió en 1897 en Estados Unidos porque alguien creyó entender que no debía añadirle levadura a un bizcocho, esta semana muchos creyeron entender una cosa, cuando en realidad -al parecer- se trataba de otra. Es que, con el anuncio del adelantamiento de las vacaciones de invierno por parte del Ministerio de Salud y Educación, dejó a varios bien confundidos.
El pasado martes 14 de junio, el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, junto a su par de Salud, Begoña Yarza, anunciaron formalmente que los recintos educacionales adelantarán y extenderán las vacaciones de invierno, debido al aumento de la circulación viral de diferentes enfermedades respiratorias en niños.
“Como Gobierno hemos decidido modificar el calendario de vacaciones de invierno de los establecimientos educacionales, adelantándolas y además sumando una tercera semana para así reducir el contacto entre estudiantes y disminuir la circulación de los virus respiratorios”, anunció el ministro Ávila.
Un anuncio que rápidamente generó una gran controversia, no tan solo por la medida en sí misma, sino por la seguidilla de declaraciones y aclaraciones que generaron más dudas que certezas.
El martes 14 de junio se les informó a las comunidades escolares que desde el 4 al 8 de julio, escuelas y liceos deberán estar abiertos, con asistencia diaria de los equipos directivos y turnos de funcionarios, para apoyar la entrega de alimentación. Dándose a entender que esa medida era dirigida sólo a los establecimientos que entregan dicho servicio. Un día después, el ministerio de Salud en su Instagram posteaba que los centros educativos se mantendrán abiertos con actividades durante esa semana, para quienes no puedan quedarse en sus hogares, señalando: “las familias deben considerarlo una medida extraordinaria”.
¿Quién evaluará si se trata de un caso extraordinario o no? ¿Qué tipo de actividades deberán implementar las escuelas y colegios? ¿Todos los centros educativos deberán abrir y realizar estas actividades? No lo sabemos aún.
“Inmediatamente exigimos que acá hubiese una mejor coordinación, el anuncio no se hacía cargo de la problemática de los cuidados”, expresó el Presidente de la República, Gabriel Boric, durante un live junto a la ministra de la Segegob, Camila Vallejo. Es que el adelanto de las vacaciones de invierno -que además no cuenta con el respaldo de la Comisión Nacional de Respuesta Pandémica (CNRP)- ha generado una serie de descoordinaciones e inquietud en La Moneda. Esto, debido a los mensajes que se pisan entre sí y que han tenido que aclarar, precisar o corregir, desde ambas carteras.
“Si hay comunidades escolares en regiones en que la situación sanitaria no es crítica, se debería permitir que las clases se mantengan”, señaló desde la Defensoría de la Niñez, Patricia Muñoz. Por su parte, Carlos Díaz, presidente del Colegio de Profesores, respaldó la medida del gobierno señalando: “sabemos las condiciones en las cuales se está trabajando en los establecimientos educacionales y las y los niños están estudiando. Por ello nos parece necesario avanzar en esta medida que se ha tomado y por supuesto que la consideramos absolutamente necesaria”.
Más allá de si uno está de acuerdo o no con las medidas anunciadas, nuestra precaución tiene que estar en el cómo han sido comunicadas.
Existe consenso que hubo dos grandes aprendizajes durante los años de pandemia. En primer lugar, que las comunidades escolares y, general la sociedad entera, respondieron de mejor manera cuando contaban con ciertas certezas y mensajes claros, en tiempos de incertidumbre. Sobre todo, en las escuelas y colegios, dado que al coexistir tantos incumbentes en ellas, el hecho de contar con lineamientos claros, que no dieran mucho espacio para interpretaciones, fue clave para hacer frente a la crisis.
Y lo segundo, aprendimos que las respuestas deben ser locales, con cierto espacio para la flexibilidad en aquellos contextos que lo permitan. Algo que se le criticó mucho a la administración anterior. Dos cosas que, a mi juicio, no han estado presentes durante los anuncios respecto al adelantamiento de las vacaciones de invierno.
Urge entregar certezas a las comunidades escolares quienes, luego de dos años de pandemia, se han visto altamente tensionadas por todo lo que ha significado volver a reencontrarse y adaptarse una vez más, al formato presencial. Hoy, más que nunca, las escuelas y colegios necesitan respuestas claras y concisas, libres de contradicciones y mensajes confusos. No porque quieran planificar sus vacaciones anticipadas, muy por el contrario, sino que para hacer lo que se requiera y necesite, pero de manera ordenada y, sobre todo, planificada, porque con los estudiantes, no se improvisa.
Roberto Bravo
Director de Líderes Escolares