Las tradiciones navideñas varían de un país a otro. Junto con la Pascua, la Navidad es uno de los periodos más importantes del calendario cristiano, y está muy relacionada con otras festividades de esa época del año, como el Adviento, la fiesta de la Inmaculada Concepción, el día de San Nicolás, el de San Esteban, Año Nuevo y la Epifanía.
En Suecia, país en el que viví 15 años, la Navidad empieza el 13 de diciembre, que es un día muy especial en Escandinavia, en general. Es el día de la celebración de Santa Lucía que está clasificada como una de las ceremonias más importantes en la cultura sueca. Es una tradición mágica, mística, con una luminosidad producto de las velas que irradian calor y quiebran la oscuridad del gélido invierno, en la que se recuerda a una Santa mártir, llamada Lucia, cuyos orígenes provienen de Siracusa (Sicilia) y se remonta al año 304, fecha en la que ella siendo menor, y que habiendo consagrado su vida a Dios, fue martirizada y cuyo significado del nombre es: la que porta luz.
Una mirada retrospectiva, nos muestra a la madre enferma de Lucia que ofreció a su hija en matrimonio a un joven pagano. Ella, para librarse de esa unión, convenció a su madre que rezara en una tumba. Su madre así lo hizo y se sanó completamente. Lucia solicitó, entonces, liberarse del compromiso y su madre aceptó, pero no el joven que la denunció al Procónsul Pascasio que trató de someterla a múltiples torturas y vejámenes que, como no pudieron lograr cumplir sus soldados, fue acusada de brujería, procediendo a quemarla en una hoguera, a sacarle los ojos y, percibiendo que aún seguía viva, la decapitaron.
La historia fue traspasada de generación en generación, y Santa Lucía es considerada en la actualidad, la patrona de los ciegos. Son las iglesias católicas, ortodoxas y luteranas escandinavas las que celebran su fiesta el día 13 de diciembre que, según el calendario juliano -usado hasta 1753- es considerado el día de navidad y la noche más larga del año.
Nadie sabe, nadie tiene respuesta de cómo llegó esta tradición a Suecia. Se cree que se inició en Värmland diseminándose por distintas ciudades y pueblos del territorio sueco, transformándose al día de hoy, en una de las celebraciones más importantes del año, que se manifiesta en una procesión religiosa compuesta por una joven que encarna a Santa Lucia,
que va acompañada de otras chicas llamadas damas de honor, y de chicos denominados chicos estrellas, stjärngossar, en sueco y a veces, son incluidos niños más pequeños emulando unos duendecillos. En esta especie de ritual religioso la muchacha que hace de Lucía porta una corona de ramas de arándano con nueve velas encendidas cuidadosamente engarzadas a una diadema y va vestida con una túnica larga blanca que simboliza la pureza e inocencia de esta santa, ceñida a la cadera con una faja roja que representa la sangre del martirio, llevando las manos unidas en actitud de rezo en la procesión. Las damas de honor que la acompañan llevan la misma vestimenta sin la corona con las velas, pero con una vela encendida en una mano mientras los niños van vestidos con capirotes adornados con estrellas doradas que le dan toda una magia a esta ceremonia con sus vestimentas y las velas que otorgan esa luz que está relacionado con el significado del nombre de Santa Lucía y con el solsticio de invierno.
Este recorrido o circuito se hace en todos los lugares de Suecia iluminando y llenando los espacios de las iglesias, escuelas, jardines infantiles, hospitales y en todos los lugares de trabajo, con sus cánticos en honor a Santa Lucia propiciando paz y energía a la gente que los observa.
Existe una Santa Lucia elegida a nivel nacional con sus damas de honor y cuya procesión se emite en la televisión. Visitan los centros comerciales, residencias de ancianos e iglesias, cantando y repartiendo pepparkakor (galletas de jengibre). Esta celebración es tan importante como popular, tal es así que se presentan hermosos y sofisticados espectáculos, conciertos corales en iglesias y teatros en Suecia que realzan la Natividad.
En un contexto más familiar la tradición señala que la hija mayor despierta a toda la familia y encarna a Santa Lucía vistiéndose con alguna bata blanca en la mañana y con una corona de velas así, ofrecerá acompañada de hermanas o hermanos un desayuno en la habitación a sus padres, con café y Lussekatt (pan de azafrán), ricos bollos, vino caliente con especias, marcando así el inicio de la Navidad.
En Navidad todo es de color rojo y verde, muchas velas y en la mesa y los alféizares de las ventanas se ponen los Pappersrader y los Tomterader, que no son más que cadenetas de papel que repiten varias figuras o decoración navideña. El árbol “se viste” con aquella rica decoración a base de adornos, guirnaldas, bolas colgantes en tonos blancos, plateados y rojos, velas (eléctricas), pequeñas banderas suecas en azul y amarillo y se corona con una brillante estrella de Navidad. No puede faltar el Julbock (cabra de Navidad), que se elabora en paja que también debe estar presente en el árbol. La cabra, como parte de la tradición sueca, es símbolo protector de la casa.
El Julbord (mesa de Navidad) o un bufé navideño, llamado smörgåsbord, se compone de variados platos. Se curan jamones (julskinka), ahúman arenques en escabeche y desalan el lutfisk, bacalao en la tina llena de agua, salchichas de cerdo, salmón entre otras múltiples preparaciones.
El bufé navideño se acompaña de julmust (especie de brebaje dulce y suave) y vino especiado, cerveza de Navidad y snaps (aguardiente). Una especialidad escandinava es el glögg, un vino caliente con especias, almendras y pasas, que se sirve en tacitas.
Existe, para nosotros, una extraña tradición navideña que “es muy de suecos” ya que, en ningún otro país del mundo acostumbran celebrar de esa manera. Después de la comida de navidad, absolutamente todas las familias sintonizan la televisión, que en ese país es pública, para ver el programa de Kalle Anka (pato Donald), que siempre se transmite a las 15:00 horas. Se trata de una película navideña del pato Donald que llevan emitiendo hace más de 40 años. Una vez finalizado, los niños ya pueden abrir los regalos.
El Jultomte (Papá Noel, Viejo Pascuero, Santa Claus), era originalmente un enano o gnomo casero de Navidad invisible de la mitología nórdica, que cuidaba de la casa y sus habitantes. Una vieja superstición aún hace que se alimente al tomte en Nochevieja con un pequeño plato de pudín, ya que de no hacerlo, la familia tendrá mala suerte el año entrante.
El tomte moderno es una versión de Santa Claus con barba blanca, vestido de rojo que puede ser un vecino o el mismo padre, y aunque no entra por la chimenea, sino que llama a la puerta, espera le abran y pregunta ¿finns det några snälla barn här? (¿Hay niños buenos aquí?).
Pero bien vale también expresar algo sobre el verdadero motivo de la Navidad, que trata de una persona que viene de un lugar lejano y que muchos dan por desconocido aunque él si los conoce. Hablaba de unas cosas que todos queríamos y nos mostraba un camino largo para llegar a un lugar donde todos podían ser perdonados y felices. No es otro que Jesús, aquel niño que nació en un pesebre, murió en una cruz y fue enterrado en una tumba prestada. En realidad Jesús vivió siempre en una época de dominación por el Imperio Romano, así como nosotros, que hoy vivimos en un sistema de dominación.
Además de la tortura de la crucifixión, quisieron humillarlo, así como en la actualidad el hambre es la tortura y la pobreza la humillación. Como la religión monoteísta estaba extraviada y los pocos judíos que aún seguían a Dios, eran dogmáticos y ostentaban poder “eclesiástico”, Jesús se hizo presente para dejar a un lado esos dogmas, ponerse al lado del oprimido, amar al prójimo y concebir la Paz con Justicia.
El cristianismo de Jesús expresaba la misma idea “socializante” que tengo yo: “Elevar al Ser Humano a su expresión más alta”. Para mí la Navidad es cada vez que un niño nace, cada vez que se ayuda a un anciano, cada vez que se trate a los demás sin prejuicios, cada vez que se recurre al buen trato y a la justicia para entregar dignidad, cada vez que se divide y comparte el pan, cada vez que se demuestra amor al prójimo.
Porque Navidad no se trata de ser bueno un día al año, consumir y dar regalos, sino es dignidad para todos, todos los días, es cuando más allá de brindar, lo haces porque todo Ser Humano merece respeto.
Mario Toro Vicencio
Escritor y poeta