El coqueluche, también conocido como tos ferina o tos convulsiva, ha registrado en los últimos meses un alza de contagios significativa en el país. Según datos del Ministerio de Salud, hasta julio, se contabilizaron 364 casos, cifra que evidencia un aumento significativo de esta infección respiratoria altamente contagiosa, especialmente en infantes entre 1 a 4 años que no han completado su programa de vacunación.
Las autoridades sanitarias advierten que, tras la pandemia de COVID-19, la cobertura de vacunación infantil disminuyó, lo que podría haber contribuido al aumento actual de contagios. Esto se debe a que para que la enfermedad sea prevenida las personas tienen que colocarse dosis de refuerzos, por ende si no cuentan con su esquema de vacunación completa pueden perder la inmunidad.
Asimismo, otro factor que podría influir en el incremento de casos es la llegada de personas migrantes que no cuentan con su vacunación al día, lo que las hace más vulnerables al contagio y puede aumentar la propagación de la enfermedad. Puesto que el coqueluche es una enfermedad de notificación, el MINSAL realiza un seguimiento epidemiológico constante, por lo que declaró una alerta sanitaria para reforzar las medidas preventivas y promover la vacunación oportuna.
Los síntomas suelen aparecer entre los 7 a 10 días del contagio, por lo general son leves y similares a un resfriado común con principalmente tos seca, moqueo, congestión nasal, ojos enrojecidos y fiebre. Después de una semana o dos los síntomas empeoran provocando ataques de tos que pueden terminar en vómitos, convulsiones, cianosis (coloración azulada de la piel) o apnea.
La académica de la Universidad de La Serena, quien es enfermera experta en inmunización, Alexandra Willeke, explica que la vacuna contra el coqueluche está enfocada principalmente en la población infantil. “La vacuna no está considerada dentro del programa de inmunizaciones en personas mayores de 60 años, ya los adultos suelen presentar otros cuadros respiratorios como la influenza o el neumococo”, detalla.
De esta forma, la también directora de la Escuela de Enfermería USerena, acentúa que esto se debe a que los niños pequeños no presentan el mismo nivel de inmunidad y anticuerpo que un adulto al momento de enfermarse, advirtiendo que “en casos graves, cuando la obstrucción respiratoria es muy seria o hay fatiga muscular por toser y no pueden respirar deben ir inmediatamente al sistema de urgencias, ya sea al SAPU o SAR”.
Para el tratamiento se utilizan corticoides para disminuir la inflamación y permitir la respiración y permeabilidad de la vía aérea. Asimismo, se recomienda un buen manejo de antibióticos, manejo de la fiebre y aumento de la ingesta de líquidos, apoyado más tarde por un kinesiólogo.
No obstante, a pesar del tratamiento, existen casos aislados de personas que han presentado reacciones alérgicas a un componente de la vacuna contra el coqueluche, ante estos incidentes, Willeke advierte que no se puede volver a administrar la vacuna. De esta forma, el paciente corre el riesgo de no desarrollar anticuerpos y no estar protegido para la enfermedad, “esto no significa que se vayan a enfermar, solo deben haber más cuidados, mantener el uso de mascarillas higienización de manos y tener los espacios cerrados con ventilación”, enfatizó.
Finalmente, recuerda que ahora que empezó la primavera surgen las alergias y es común confundirlas con cuadros respiratorios, por ende es importante estar atento a los síntomas, ya que un cuadro alérgico puede terminar en uno respiratorio. De esta manera recomienda que una buena forma de reforzar el sistema inmune y prevenir enfermedades respiratorias, es tener actividad física regular y una alimentación balanceada y rica en vitamina c (como limón, kiwi, naranja y mandarina).