“El hombre con sentido social no espera que se presenten ocasiones extraordinarias para actuar. Todas las situaciones son importantes para él, pues repercuten en sus hermanos.”
“Hay dos mundos demasiado distantes: el de los que sufren y el de los que gozan, y deber nuestro es recordar que somos hermanos y que en toda verdadera familia la paz y los sufrimientos son comunes.”
Palabras de San Alberto Hurtado, que hoy nos suenan tan actuales y que nos llaman a vivir una Semana Santa en la más profunda búsqueda de la Fraternidad y Solidaridad.
Ser fraternos en un mundo que sufre con una guerra, con actos de violencia, con una migración desbordada, con actos delictuales que nos sobrepasan y que vemos que la dignidad de la persona es pisoteada por tantos y tantas.
Todo pareciera indicar que estamos en un momento de la historia en el cual la violencia y la falta de respeto están más presente en nuestra sociedad, vemos a estudiantes, personajes públicos y Estados usando la violencia como herramienta de sustento de sus propias convicciones, donde el sentido más profundo de la empatía ha ido desapareciendo por el poder de tener “la razón”, frente a las propuestas y respuestas de otros.
Volver a Getsemaní, donde el dolor, el sufrimiento y todas las acciones que van en desmedro de la dignidad de la persona las hacemos parte nuestras, para así poder sentir y reflexionar en lo que nos hace cada día más humanos y más divinos, salir de nosotros mismos y encontrarnos con los otros, con aquel que no comparto cultura, nacionalidad, ni siquiera la ideas, y desde ahí confirmar que clase de mundo queremos dejar a las futuras generaciones. Pero aún más importante que debemos hacer para que este mundo y sociedad en la que vivo se transforme en un lugar que le de cabida al amor, al sacrificio, a la empatía.
Qué acciones hoy debemos realizar desde mi lugar en el mundo, como estudiante, como docente, nosotros como instituciones de educación superior, qué deseamos entregar al mundo. Pero qué estamos haciendo para formar personas que miren a su alrededor, más allá de sus dispositivos tecnológicos y se encuentre cara a cara con los otros, qué hacemos para que esa mirada tenga el respeto por el otro, qué hacemos para que los profesionales que formamos sean primero buenas personas, personas íntegras que vean su profesión como un aporte a la fraternidad, un aporte real al bien común, donde la realización personal esté más allá del éxito profesional y económico.
Entraremos en una semana de reflexión, donde volvemos a poner la esperanza en la razón humana, en la vida espiritual de cada uno que nos guie a desarrollar un mundo mejor, donde cada uno desde sus propias acciones descubra que, por muy pequeña que esta acción sea, nos convierte en protagonista para transformar este mundo en un lugar donde la solidaridad con las demás personas, con los demás seres vivos y nuestra casa común, sea una meta compartida.
Miguel Cruz Cubillos
Director de Formación e Identidad
Santo Tomás, Talca