Con la llegada de la pandemia, las empresas se vieron obligadas a adoptar nuevas prácticas y tecnologías para dar continuidad a sus funciones, surgiendo con fuerza el teletrabajo. Las organizaciones, empleados y clientes se han ido acostumbrando a esta nueva modalidad e incluso, con la reapertura de las oficinas y el retorno a la presencialidad, muchos la han adoptado como una acción permanente o flexible por los beneficios que ven en sus colaboradores, la productividad y el ahorro de aspectos operacionales, entre otros.
Sin embargo, pese a que para muchos puede ser ideal este formato, Eva Orellana, académica de la Carrera de Ingeniería Comercial de UDLA Sede Viña del Mar, Doctora en Desarrollo Organizacional, comenta que luego de estos dos largos años de restricciones, donde el uso de computadores y celulares ha aumentado con el teletrabajo, hay que poner especial atención en una situación que muchos trabajadores están presentando producto de la virtualización de las labores: el cansancio tecnológico.
“Se sabe que COVID-19 aceleró la digitalización. Esto trajo beneficios, pero también situaciones inevitables como la llamada fatiga de video o fatiga tecnológica, donde las numerosas y extensas reuniones online han tenido impacto físico y psicológico en las personas. Hay quienes no saben por qué se sienten constantemente cansados en este retorno al trabajo y este puede ser el motivo”, expresa la académica.
La profesional explica que una de las causas de esta fatiga puede ser que el contacto online al teletrabajar es mayormente visual, por ejemplo: “en una reunión las caras de todos están siempre en la pantalla, lo que para algunos puede sentirse como si todos lo estuvieran mirando, incluso cuando no está hablando”. Otra causa sería que al mirarse constantemente en la pantalla la persona se empieza a preocupar por su apariencia, lo cual puede socavar la confianza o generar intranquilidad. Además, se debe considerar que los colaboradores no se pueden mover de la pantalla mientras están en una reunión o actividad, lo que podría afectar la capacidad del cerebro para funcionar y trabajar con la información que va recibiendo.
“La fatiga tecnológica nos indica que las estrategias híbridas, pese a que para muchos pueden ser positivas, igual deberían reevaluarse y así abordar el cansancio de las personas, pues este se interpone sobre todo en la productividad. Las organizaciones no solo deben comunicar los beneficios de la tecnología, sino capacitar, dar herramientas intuitivas y fáciles de usar, intentando comprender las preferencias y requisitos de la fuerza laboral”, sostiene Eva Orellana.
La académica de UDLA agrega que “trabajar híbridamente requiere de una adaptación para sacar lo mejor de este formato. Las organizaciones que creen estrategias de adaptación tendrán más éxito que las que no lo hagan. El trabajo remoto hizo que la mayoría de las empresas tuvieran una buena base tecnológica para combinar a trabajadores en la oficina y en su casa, pero para tener beneficios y una ventaja competitiva, estas deberán adaptar su estrategia para evitar la fatiga tecnológica, es decir, el continuo cansancio de sus trabajadores”.