Se espera que durante el mes de marzo si inicie el retorno a clases presencial en establecimientos educacionales, una situación que debido a la pandemia, aún no se define en un 100%, pero que podría traer una serie de desafíos pedagógicos para los profesores.
En relación a esto, el director de la Escuela de Pedagogías en Inglés de la Universidad de Talca e investigador del área de Formación Inicial Docente, Mauricio Véliz, explicó que entre los desafíos que encontrarán se incluyen: el logro de aprendizajes significativos luego de dos años de colegios cerrados, el reemplazo de procedimientos educativos tradicionales, el uso masivo de las tecnologías como práctica central del aula, además de las dificultades de convivencia y negociación entre pares, en grupos de niños y adolescentes que no se veían físicamente hace casi dos años.
“Muchos de los estudiantes de tercero básico, por ejemplo, nunca han tenido clases presenciales, y para ellos, la escuela es su computador. Nunca han estado frente a la figura física de un profesor”, comentó.
Por ello, de acuerdo al especialista, este será un escenario nuevo para todos, por lo que es necesario ser empático. “Será un año de mucho aprendizaje y adaptación, los profesores también tendrán que reaprender y readaptarse de nuevo al aula. Lo más difícil será el vínculo relacional entre docentes y estudiantes, quienes estarán juntos de nuevo en un mismo espacio físico”, adelantó.
Según el experto, lo más importante será saber reconocer, identificar y validar las emociones que surgirán entre los propios niños, niñas y adolescentes en ese escenario, siendo la estrategia más adecuada para un profesor la que reconozca el valor que tuvieron sus alumnos por haber superado esta experiencia.
“Tendrán que generar conversaciones sobre lo vivido, procesar a través de las palabras, y las salas deberán convertirse en espacios de diálogo, no solo oral, sino también utilizando herramientas como el arte, el relato de experiencias y emociones, la creación de poesía y montajes artísticos o de teatro”, aconsejó.
Aprendizaje
Por su parte, el director (S) del Instituto de Investigación de Desarrollo Educacional (IIDE) de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Talca, Nibaldo Benavides explicó que la pandemia no solo enseñó a los niños a aprender de manera distinta, sino también a los docentes a enseñar de una forma inédita, a través de la pantalla del computador. “Los profesores aprendieron de nuevas tecnologías junto con sus alumnos”, precisó.
“Nos dimos cuenta que el modelo educativo era del siglo pasado, y que estaba desactualizado”, añadió.
Según el experto, la pandemia ocasionó una evidente pérdida de aprendizajes en los distintos ciclos de formación. Dependiendo de cada país, estas cifras llegaron a 20% y 25% de los aprendizajes en países europeos, mientras que en Chile, estos porcentajes alcanzaron entre el 40% y el 60% de contenidos del currículum nacional.
“Esto era previsible. Pero hay que tener cuidado, eso sí, en no establecer causalidad entre logros de aprendizaje y uso de tecnologías digitales, pues la relación no es directa. Hubo otros factores en juego como es el acceso a Internet, el espacio físico donde estudiaba el niño o niña, si había ruido, buena iluminación, si se lograba concentrar, hasta si los padres lo acompañaban o dejaban solo porque debían salir a trabajar”, explicó Benavides.
El académico destacó un factor positivo de esta situación vivida durante la pandemia, y es que hoy existe una mayor valoración social de la profesión docente. “La familia chilena se dio cuenta de que la escuela es un lugar que servía mucho más que solo para entregar contenidos. Sirve, sobre todo, para la formación de actitudes y habilidades blandas, para la formación ciudadana”, indicó.
“La pandemia nos vino a recordar que la escuela es muy importante, y que las clases presenciales son fundamentales para el desarrollo social de un estudiante”, puntualizó.