¿Para qué crear Regiones Inteligentes?
Ello se está trabajando con profundidad a escala nacional en la “Fundación Chile descentralizado… desarrollado” que preside Heinrich Von Baer con un sobresaliente equipo de expertos.
En la literatura es usual asimilar la idea de regiones inteligentes (smart regions) al concepto de regiones que aprenden (learning regions), dado que su característica esencial es la acumulación de conocimiento sobre la base de la existencia de un ambiente institucional y una base económica que favorece la difusión de la información relevante y de las tecnologías apropiadas para el manejo de las mismas.
Más específicamente lo que distingue a una región inteligente de otras es que se trata de un entorno territorial con elevados niveles de sinergia cognitiva (Boisier, 2004), es decir, de interacción, aprendizaje e innovación entre actores e instituciones asociadas a la generación, procesamiento, aplicación y difusión del conocimiento regionalmente relevante.
Ello releva la importancia de la construcción de un proyecto político regional consensuado y actualizado entre los actores territoriales que otorgue sentido y relevancia a dicha sinergia cognitiva. Definiciones básicas como la especialización inteligente de una región necesitan de consensos territoriales de largo plazo.
Como sostiene Markkula (2015) no se trata sólo de disponer de un mayor número de científicos o ingenieros de software, de empresas de alta tecnología o infraestructura de comunicaciones y sensores, sino de establecer ecosistemas integrados de alta interacción direccionados hacia objetivos socialmente consensuados y basados en evidencias científicas.
De lo que se trata en materia de desarrollo económico y social es mejorar la eficiencia de los gobiernos territoriales a través de la adopción de políticas basadas en evidencia (EBP, Evidence-based policies) y focalizadas en el lugar (Place-based policies) y en las personas (People-based policies).
En el caso de Chile, la próxima primera elección de Gobernadores Regionales significará un cambio radical en la gestión del desarrollo territorial, ya que en un país de tan elevada concentración hasta ahora no hay espacio para regiones inteligentes.
En cambio durante el presente año, marcado por los esfuerzos de asegurar y preparar el escenario para la elección del 25 de octubre, y en forma creciente a partir de 2021, la responsabilidad del desarrollo de cada región descansará cada vez más en la propia comunidad territorial, ya que será ella quién seleccione a su primera autoridad y su programa de gobierno y desarrollo y luego controle el adecuado cumplimiento del mismo. Esta es la idea fundamental que nuestros líderes y la opinión pública regional deben asimilar, porque significa asumir la responsabilidad de ejercer su libertad de elegir y de participar como co-constructores protagónicos del proceso de crecimiento y desarrollo de sus comunas, regiones y territorios.