Ramón Díaz Eterovic (Punta Arenas 1956) es una de las figuras relevantes de la narrativa chilena. Formado por los salesianos y el liceo fiscal de hombres de Punta Arenas, en 1974 se traslada a estudiar Ciencias Políticas y administrativas en la Universidad de Chile. Su obra, con el detective privado Heredia, tiene casi una veintena de libros y recorre las últimas cinco décadas de la historia de Chile.
Acaba de publicar Los asuntos del prójimo (LOM Ediciones, 2021). En conversación con El Maule Informa analiza el Chile de hoy.
Ramón, en su literatura ¿encontró una perspectiva para hablar de la violencia en la sociedad chilena?
-En 1987, con la publicación de La ciudad está triste inicié una saga de novelas negras o policiacas que me han permitido reflexionar sobre la relación entre el poder y la criminalidad en la sociedad chilena. Las novelas son una suerte de crónica que recorre los últimos cincuenta años de nuestra historia. Cada novela es un relato independiente, y al mismo tiempo una suerte de pieza de un mosaico en el que se abordan temas como la corrupción política, el narcotráfico, las migraciones, el maltrato a los adultos mayores y las mujeres, la descomposición de distintas organizaciones vinculadas al poder, la contaminación ambiental, el tráfico de niños huérfanos. Se trata de novelas donde el protagonista (Heredia) es un detective que investiga y a veces resuelve delitos de connotación social.
¿A qué obedece esa violencia latente que nos acecha?
-A la descomposición del poder en sus distintas formas de manifestación y al desarrollo en las personas de ciertos antivalores que promueven el beneficio personal. Mucha gente está dispuesta a lo que sea por obtener bienes o beneficios, y muchas veces al costo de pasar a llevar los derechos y el bienestar de sus semejantes. También es evidente que muchas relaciones grupales o individuales son permeadas por el individualismo y la intolerancia; y eso, en ocasiones, lleva a la violencia y el crimen.
En la novela Nadie sabe más que los muertos, Heredia resuelve el caso de un matrimonio joven de detenidos desaparecidos. ¿Cómo fue armando esa novela y qué respaldo histórico tiene?
-La novela recoge situaciones de muchos casos de atropellos que se cometieron en la época y que fueron conocidos a través de causas judiciales, crónicas de prensa o testimonios de personas.
Es un libro que se lee en la enseñanza media. ¿Cómo cree que esta dolorosa situación marca nuestra sociedad y cómo se puede dar un proceso de sanación?
-El atropello a los derechos humanos es una herida profunda en la sociedad chilena. Una herida que sigue abierta y que sólo puede superarse con más verdad y sin negacionismo. Y con un amplio y constante ejercicio de memoria que nos permita conocer los atropellos que padecieron muchos chilenos y generar una suerte de compromiso para no volver a esos extremos de dolor e injusticias. Mi novela quiso y quiere ser un aporte a esa memoria histórica y me conmueve saber que cada año es leída por jóvenes que probablemente encuentren en ella una puerta para llegar a otras fuentes y textos históricos que le permitan conocer y analizar los hechos. Hay varias de mis novelas que se utilizan en los liceos para tratar situaciones anómalas existentes en nuestra sociedad.
La incursión en la mentalidad criminal, ¿qué le ha permitido comprobar?
-He comprobado algo tan viejo como el hilo negro: la maldad no tiene límites; y el ser humano es capaz de generar expresiones de maldad que son horrorosas y de gran crueldad.
¿Conoció historia de los nazisla , algunos prominentes, que se instalaron en la zona de Punta Arenas, como Walter Rauff?
-Yo era niño en la época en que Rauff vivió en Punta Arenas, pero tengo la impresión de que su historia era conocida en algunos círculos. El criminal nazi se desempeñaba en una empresa de la zona y circulaba por la ciudad como un vecino más. Siempre me ha llamado la atención la impunidad en la que vivió durante tanto tiempo y bajo gobiernos de distintos signos políticos. Cada vez que se pidió su extradición, ésta fue negada. Es un buen tema para una novela negra de carácter histórico; forma literaria que en otros ámbitos se cultiva con gran acierto.
El inspector Heredia
Ramón, el inspector Heredia aparece por primera vez en La ciudad estátriste, en 1987. ¿Cómo lo fue armando?
-Escribí las primeras cuatro novelas protagonizadas por Heredia sin tener completa claridad en cuanto a que deseaba construir una saga que hoy en día consta de 18 novelas publicada, una inédita y otra en sus etapas finales; que ha sido traducida a once idiomas y que me permite tener lectores que buscan y siguen las pesquisas de Heredia. En la quinta novela – Ángeles y solitarios- alcancé el punto o las características que buscaba para el personaje. Su personalidad se decanta, aparecen personajes que dan vida a su entorno inmediato, se profundiza su relación con su gato Simenon (su propia conciencia) y comienzan algunos romances que seguirán en las historias siguientes.
¿Se reconoce en él?
-No mucho y cada vez menos. Como todo personaje, tiene algo de su autor, pero en lo esencial es un personaje con vida propia. Compartimos cierta perspectiva vital y algunos gustos musicales, como el jazz y el tango. También el amor por los libros y los gatos. Pero, hay muchas cosas que Heredia realiza y que yo no podría hacerlas. Para distanciarme de Heredia, en la séptima u octava entrega hice aparecer a un personaje que se llama El Escriba; un escritor amigo de Heredia que lo persigue para que el detective le cuente los casos que investiga. Y bueno, yo soy ese Escriba con deseos de indagar en vidas ajenas para convertirlas en ficciones.
Su apego a la ética, ¿qué costos le ha traído a Heredia?
-Actuar de acuerdo con cierto código ético, en la realidad y en la ficción, acarrea soledad y marginalidad. Siempre suelen ser mal mirados los tipos que aspiran a revelar la verdad y que parecen no tener pelos en la lengua ¿Por qué el poder se cruza a veces con la criminalidad, el narcotráfico, y la corrupción?
-La criminalidad en todas sus manifestaciones suele ser un buen bastón para cualquier poder establecido y con intenciones de perdurar en el tiempo. Donde hay poder, el delito ronda de la mano de la ambición y la sinvergüenzura.
¿Qué gravedad alcanza esta situación en Chile actual?
“La criminalidad, el narcotráfico y la corrupción parecen tres caballos desbocados en el Chile actual. Las noticias nos dicen a diario que existen instancias de poder público o privado en la que campea la corrupción y crimen. Instancias gubernamentales y políticas, organizaciones religiosas y militares, empresas bancarias y comerciales. Hacia donde se mire se ve que están cociendo habas. Y en cuanto al narcotráfico y por lo que comentan los expertos, es evidente que crece y al parecer ya no somos un simple pasillo para la distribución de drogas.
Ahora se venden y consumen en un mercado que parece ir en crecimiento. Años atrás dije que Chile me parecía una intrincada novela negra, y parece que no estaba errado.
En su reciente novela Los asuntos del prójimo aparece nuevamente la fragilidad de los seres humanos. ¿Es acaso inevitable esa condición?
-Hemos hablado de eso en toda la entrevista: poder, crimen, ambición. El ser humano es frágil en comparación con el mal. Y de eso quise hablar en la novela. El mal que en algunas organizaciones religiosas se alimenta de la fe, de la ignorancia o ingenuidad de ciertas personas. Una situación que planteo como una ficción, pero que a veces vemos convertida en hechos reales. Es una historia en estrecha relación con la anterior novela de la serie: La cola del diablo.