Si bien en lo relativo a las precandidaturas presidenciales hasta la fecha no se visualiza favorito alguno, hay tres elementos que llaman poderosamente la atención. Uno es la proliferación de precandidatos a uno y otro lado del clivaje izquierda-derecha; dos, que no hay ninguno que se haya despegado del pelotón; y tres, que la diputada Pamela Jiles encabece las encuestas con un respaldo del orden del 20%, esto es, que uno de cada cinco chilenos estén disponibles para votar por ella.
Más allá de sus insuficiencias, que no son pocas –la ausencia de una trayectoria política, la carencia de un ideario político identificable, una conducta política errática, entre muchas otras-, la sola posibilidad de que se lance a la próxima contienda presidencial y de que en este minuto esté punteando las encuestas, nos debe invitar a preguntarnos ¿qué hay tras Pamela? ¿Qué induce a las personas a votar por ella, o a pensar en votar por ella? ¿Por qué genera adhesión? ¿Quiénes están con ella?
Para estos efectos se podría afirmar que Pamela está logrando capturar el creciente rechazo a las clases dirigenciales de todo orden –políticas, económicas, religiosas, deportivas, sociales-. En concreto, estaría interpretando un malestar por parte de los perdedores del sistema, representando a quienes han perdido toda credibilidad en los dirigentes de los partidos políticos convencionales. Como perdedores estoy incluyendo a quienes viven acosados y abrumados por las deudas contraídas, por quienes viven a salto de mata con trabajos precarios, con bajas remuneraciones, mientras en los medios de comunicación los invitan a consumir y son incapaces de resistir las tentaciones. Ven como ganadores a quienes la tienen en bandeja, a quienes les llueven oportunidades. No ven asociación alguna entre el esfuerzo personal y la posibilidad de salir del pantano.
El protagonismo de Pamela ha aflorado a raíz de los sucesivos proyectos de retiro de los fondos de pensiones presentados en el parlamento, que si bien no fueron originados por ella, los ha impulsado con tal fuerza que la gente cree que son de ella. A eso cabe agregar que su populismo ha logrado arrastrar a casi la totalidad de la clase política.
En democracia lo expuesto es todo un desafío porque tras ella no existe proyecto político alguno, no hay nada, el vacío mismo, tan solo nepotismo puro y duro como lo prueban las candidaturas de su marido a una gobernación y de la hija de su marido a la convención constituyente. Tras Pamela no hay derecha ni izquierda alguna, tan solo desencantados que no creen en nada. La presencia de Pamela nos invita a pensar en qué estamos haciendo mal. Invita a desfarandulizar la política, a recoger las inquietudes de los perdedores, sin posponerlos una y otra vez. Por último, invita a tener la humildad para reconocer que no todos los ganadores y perdedores lo son porque se lo merezcan, y que entre unos y otros se necesario tender puentes.
Rodolfo Schmal S.