Si entre 2017 y 2019 se superaron las temperaturas máximas históricas en ciudades como Santiago, Talca, Chillán y Los Ángeles, para este verano se espera que el calor siga rompiendo récords, incluyendo además las zonas rurales.
Es lo que ha sostenido el académico de la Universidad de Talca, Patricio González Colville, quien presentó -en agosto pasado- un análisis proyectivo sobre los escenarios de eventos cálidos y olas de calor, donde se pronosticaron temperaturas que podrían oscilar entre los 37 a 39° C en Santiago; 39 a 40° C en Talca; y de 41 a 43°C en Chillán y en Los Ángeles.
Por ello, hoy, más cerca de las fechas en que ocurrirían estos eventos, el experto realizó un análisis detallado de su estudio.
“Al igual que lo que ha ocurrido en diciembre de este, en los meses de enero y febrero vamos a tener extremos de temperaturas máximas en la zona central de Chile, específicamente entre las regiones de Valparaíso y Biobío”, detalló.
“Las máximas nos van a dar muchas sorpresas en cuanto a superar los récords históricos que hemos tenido en la zona central de Chile”, indicó el especialista, quien es parte del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (CITRA) de la UTalca.
Máximas en el secano costero
Consultado por los lugares donde se registrarán estas temperaturas, el experto precisó que, “los análisis indican que se están dando temperaturas más elevadas en las zonas rurales que las urbanas, y todos los modelos internacionales estiman que éstas irán en aumento progresivamente en la medida que nos adentramos en el verano”.
Un ejemplo de esto, es lo que sucedió el 25 de diciembre, donde se rompieron varios récords de temperatura para esa fecha. “Mientras que en San Fernando se marcó 36° C, en Marchigüe se llegó a los 39° C. Lo mismo ocurrió en Chillán donde se registraron 34 °C y en Ninhue 37 °C, es decir que, justamente en el área del secano costero, es donde se está dando una tendencia de que las temperaturas extremas sean más altas que en las zonas urbanas”, explicó el agroclimatólogo.
De acuerdo con González Colville, estos datos se pueden explicar -en parte- por la expansión de las redes meteorológicas, que antes solo se ubicaban en sectores urbanos. “A partir del 2000 se han aumentado las zonas de monitoreo y nos hemos encontrado que, sobre todo en el secano costero, las temperaturas máximas extremas suelen ser mucho más altas, cosa que no conocíamos”, planteó.
El especialista, además, destacó la importancia de la prevención en materia de incendios forestales. “Con estas temperaturas extremas que se pueden registrar en la zona central, tendremos una humedad muy baja y si hay vientos sobre los 30 km/h, se darían las condiciones ideales para los incendios forestales que, como sabemos, siempre son provocados por personas, ya sea en forma negligente o intencional”, alertó.