Según la plataforma de estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Globolcan (2020), en Chile el cáncer de colon es el segundo más prevalente en hombres y mujeres, solo sobrepasado por el de próstata y mama, respectivamente. Así lo explicó la académica de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Talca, Claudia Amigo Rojas, quien añadió que, “en el país los últimos diagnósticos de esta neoplasia maligna que afecta al intestino grueso superaron los 54 mil 200 casos en el 2020, mientras que el número de fallecidos por esta causa fue de más de 28 mil 500 personas ese mismo año”.
La profesional detalló que, según el Ministerio de Salud, esta patología se da principalmente en mayores de 50 años, con cifras más altas entre los 65 y 85 años.
La edad y la alimentación son factores de riesgo que predisponen a sufrir esta enfermedad, en especial “cuando se consume una dieta baja en fibra, baja en verduras, con muchas carnes rojas procesadas, especialmente las que se compran envasadas y previamente aliñadas, las que traen nitritos y nitratos, que son precursores del cáncer, y que hacen muy mal al sistema digestivo, dañando la flora comensal. Si esto se suma a un componente genético o hereditario, o a enfermedades inflamatorias intestinales crónicas, como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn, ambas autoinmunes, hacen a una persona más propensa a padecer cáncer de colon”, planteó.
Otro factor de riesgo son las lesiones precursoras o pólipos, “que van creciendo en la mucosa intestinal y se consideran precursores del cáncer de colon, por lo que siempre se debe hacer biopsia, estudios y eliminar mediante colonoscopía”.
Prevención
A pesar de todo lo anterior, esta enfermedad se puede prevenir, subrayó la académica. “Quienes tienen antecedentes genéticos o parientes que han sufrido la enfermedad, deben chequearse con el médico habitualmente y realizarse exámenes de detección temprana, como la colonoscopía. Además, se debe mantener una dieta saludable: comer más verduras, más frutas, hacer ejercicio o caminar 20 o 30 minutos diarios”, enfatizó.
La docente recalcó que todos estos elementos o acciones de prevención deben hacerse en conjunto con la familia o con la red de apoyo con que cuenta la persona, ya que -dijo- “es la única manera de mantener hábitos saludables”.
Dieta
La directora de la Escuela de Nutrición y Dietética, Ángela Sánchez, complementó recordando que el cáncer de colon “se asocia a la obesidad abdominal, el consumo de alcohol, tabaco, sedentarismo y la exposición a mutágenos derivados de la alimentación. La dieta es un determinante conocido de la salud y, como modificador de la microbiota intestinal y su metabolismo, es un elemento crítico en el mantenimiento de la salud intestinal”.
“Diversos estudios han documentado una correlación entre el aumento de la incidencia de cáncer de colon con un alto consumo de carnes rojas, como vacuno, cordero, cerdo y viseras, carnes procesadas o embutidos y ahumadas, por lo que se aconseja su consumo solo una o dos veces a la semana”, precisó.
Otros alimentos dañinos -dijo la académica- son las “azucares, harinas refinadas como pan blanco y productos de pastelería y alimentos sometidos a altas temperatura, como son las frituras, y, por el contrario, bajo consumo de fibra dietética. Éstos generan diversos compuestos tóxicos para la microbiota intestinal alterando su composición, favoreciendo la inflamación y la transformación maligna de las células epiteliales del colon, promoviendo la carcinogénesis colónica”.
Sánchez agregó que, “diversos estudios han observado reducciones significativas en la aparición del cáncer de colon manteniendo una dieta baja en carnes rojas y procesadas, alta en fibra dietética (cereales integrales, frutas, verduras), ácidos grasos Omega 3 (pescado, frutos secos) y aceites vegetales (canola, soya, linaza), ya que reducen el tiempo de tránsito intestinal lo que hace que las toxinas cancerígenas estén menos tiempo y en menor concentración en contacto con el tejido del colon”.
Existen además otros alimentos “con componentes bioactivos que ejercen efecto quimioprotector y actividad antioxidante, los que han demostrado contrarrestar a los compuestos que promueven el cáncer. Entre ellos están los polifenoles presentes en cacao o chocolate con alto nivel de pureza, aceite de oliva, legumbres y granos enteros, ajo, coliflor, espárragos, cebollas, tomates, berenjenas, pimientos, frutos secos, berries, maqui, té verde y negro; los carotenoides de zanahorias, huevo, tomate, naranja, salmón y lácteos en general”, detalló.