“Pagaré la deuda histórica de los profesores”, dijo la candidata Yasna Provoste durante el debate presidencial del pasado lunes. Sin lugar a dudas, una frase tremendamente relevante, pero no por lo importante del tema, sino porque fue la única frase relacionada a educación durante todo el espacio. Sí. Leyó bien. No se dijo nada más. Ninguno de los seis aspirantes a la moneda abordó el tema de la crisis educativa que, por ya casi dos años, ha afectado (y lo seguirá haciendo) a miles de niños, niñas y adolescentes.
Por más de un año y medio el debate sobre materia educativa estuvo presente como nunca antes en la agenda pública. Desde muy temprano en matinales, pasando por un centenar de webinars y en agudas columnas de opinión en diversos medios, se debatía con inusitado interés. Si bien, por largos pasajes el debate estuvo marcado por posturas binarias y con escasa capacidad de diálogo, nunca antes se había hablado tanto de educación. Al parecer, entendíamos (finalmente) que la educación tenía que ocupar un espacio central en la discusión política y social.
¿Qué pasó entonces? ¿Será que ya no quedan temas pendientes en estas materias? ¿Se tratará acaso de que los problemas de conectividad, brechas de aprendizaje y agobio laboral dejaron de existir? ¿O más bien se trata de que aquello que antes entregaba réditos políticos, hoy no lo hace con la misma intensidad?
Es tremendamente preocupante lo que vimos este lunes. Es un muy mal augurio sobre la importancia que se le dará a la educación en el próximo periodo presidencial. Y no es algo sólo de ahora, temas relacionados a asuntos educativos también estuvieron ausentes en los debates de las primarias, pese a la importancia que la ciudadanía -constantemente- le otorga a estas materias.
Según el Estudio Nacional de Opinión Pública de la CEP, publicado en agosto de este año, las personas siguen posicionando a la educación (por tercer año consecutivo), como una de las cuatro problemáticas que el Gobierno debería dedicar especial esfuerzo por solucionarlas. Es decir, ubicándola junto a temas como la delincuencia, pensiones y salud.
Es verdaderamente incomprensible que, después de todo el debate educacional profundo que se ha sostenido durante este último tiempo, y problemas suscitados producto de la pandemia, no se hayan escuchado preguntas de los periodistas ni propuestas de los candidatos en esta materia.
Si queremos abordar (en serio) la mayor crisis que ha enfrentado nuestro sistema educativo, debemos poner al centro de toda discusión -sobre todo si esta es televisada para todo el país- el cómo nos haremos cargo de ella. Urge generar conciencia y aunar voluntades. Porque nuestros estudiantes no pueden esperar más.
Es momento de que todos, sobre todo aquellos que pretenden presidir nuestro país por los próximos cuatro años, pongan a la educación al centro, y nos cuenten cuál será su plan educativo post Covid, aunque esto ya no les genere el rédito que acostumbraban.