El reciente bloqueo del conocido ChatGPT en Italia, los requerimientos de algunos expertos por frenar su avance y la solicitud de la UNESCO para que los países implementen el Marco Ético Mundial sobre la Inteligencia Artificial, adoptado en 2021 de forma unánime por los 193 Estados miembros, presenta por primera vez un punto de inflexión para el desarrollo de esta tecnología en el mundo.
El uso de ésta, cada vez más común, ha dejado entrever los posibles problemas culturales y éticos que pueden surgir al implementar la IA, especialmente cuando sus marcos regulatorios centran su atención en la utilización de esta tecnología para los seres humanos.
Al respecto, el director del Centro de Derecho, Inteligencia Artificial más Tecnología DIA+T DERECHO PUCV, Johan Benfeld, sostuvo que, aunque la regulación de la IA se centra en proteger al ser humano, también es importante considerar la dimensión tecnológica de esta herramienta.
“Cuando se observa esta regulación más de cerca, de inmediato se advierte que el centro de la protección está enfocado en el ser humano, su entorno y sus relaciones. Y todo esto está muy bien; pero tiende a ocultar una dimensión de la IA que eventualmente puede generar problemas en el futuro próximo”, explicó el académico.
La importancia de considerar su dimensión tecnológica como punto de partida parece esencial según el especialista, pues “la IA no es simplemente una inteligencia humana mejorada, sino muy probablemente otro tipo de inteligencia de la cual recién estamos tomando noticia”.
Además, señaló que en Chile, a pesar de la existencia una política nacional sobre Inteligencias Artificiales -realizada el año 2021 por el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación- se evidencia un atraso en la implementación de tecnología en los procesos productivos de diversas labores. Johann Benfeld lo explicó claramente con las preocupaciones actuales sobre el uso de IAs en la judicatura.
“Se imaginan una suerte de juez Hércules digital, que prontamente reemplazará a los jueces en la labor de impartir justicia de forma rápida y segura. Sin embargo, nadie repara en el gran avance que sería para la judicatura la implementación y utilización de sistemas eficientes, como la simplificación de las diligencias de notificación y de las actuaciones judiciales en general; la validación digital de documentos; y la automatización de las funciones notariales”, recalcó.
“Poner el foco de atención en la regulación de las IA significa no entender dónde se hallan las prioridades. Antes de preocuparse por ella, habría que potenciar la inteligencia natural con la ayuda de tecnologías menos sofisticadas que la del ChatGPT”, concluyó.