Cuesta mucho hacer comprender a una parte de nuestra sociedad que, si estamos en la actual discusión constitucional construyendo el Chile del futuro, es porque hubo una crisis institucional que nos tuvo al borde de un desastre aún mayor.
La salida a esto fue crear un camino democrático a través de la tinta, no de la sangre ni la destrucción. No se trata de un virus, una influencia foránea o una confusión social pasajera, fue el clamor del Chile olvidado que salió de sus entrañas para gritar fuerte y mayoritariamente basta de abusos, de invisibilidad, frustraciones, esperanzas fallidas, ninguneo, espera, explicaciones … ¡¡¡basta, basta, basta!!!
Chile quedó al desnudo al mostrar todo lo ocultado bajo la alfombra de la ignominia, concluyendo un lapidario diagnóstico: eran necesario cambios reales, no más cosmetología. Dentro de ese clamor ciudadano hubo muchos reclamos, entre ellos las pensiones.
Por eso sorprende, si es que podríamos hablar a esta altura de alguna sorpresa, que ante la resistencia a estos cambios se reemplace la argumentación por la caricatura o, lo que es peor, la mentira. Me refiero a la afirmación de Bernardo Fontaine, convencional de derecha, quien afirmó que “los trabajadores ya no serán dueños de sus ahorros previsionales” en respuesta al rechazo de la iniciativa popular de norma denominada “Con mi plata no”, agregando una supuesta expropiación de los fondos de pensiones por parte del Estado, lo que es completamente falso.
Pero como en esto no valen las simples afirmaciones, desglosemos lo ocurrido con la iniciativa “Con mi plata no”.
Esta proponía 5 ejes que resumidamente eran los siguientes: que la Convención garantice los ahorros de los trabajadores y que no se los puedan quitar; libertad de elegir entre una administradora estatal o privada; que los fondos sean heredables; igualdad de pensiones entre hombres y mujeres; y que se garantice una pensión básica universal.
Más allá de lo atendible de estos puntos, los cuales no quiero ni siquiera menospreciar, lo cierto es que son insuficientes ya que los mismos refrendan en los hechos, con algunos matices, el actual sistema de pensiones que tanto se ha criticado.
En el fondo, en esta iniciativa se propone mantener el actual sistema de capitalización individual, pero no se hace cargo del indignante negocio con que las AFP han lucrado a partir de este derecho social generándose utilidades exorbitantes. Según cifras de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) las AFP registraron un incremento de un 14,6% en las utilidades al año de 2021, es decir, diariamente tuvieron utilidades por más de $1.167 millones.
Tampoco se pronuncia respecto de entregarle al sistema la solidaridad que tanto se ha discutido estos últimos años. Esto no significa que se deba cambiar a un sistema de reparto, pero obviamente, si se reclaman cambios, tampoco es posible mantenerse solo en la actual capitalización individual. Y cuando nos referimos a solidaridad no es solo garantizar vía impuestos una pensión básica universal, que es lo que fue aprobado el verano reciente en el congreso, sino a destinar un porcentaje de nuestras cotizaciones directamente a solidaridad. Se requiere abrir la discusión, pero no cerrarla a lo existente, que es lo que finalmente se proponía con la iniciativa “Con mi plata no”.
Con su rechazo no significa abrir la puerta a las expropiaciones como se desprende de las palabras de Fontaine, porque no se ha aprobado algo así, sino más bien al contrario, la otra iniciativa llamada “No más AFP”, que sí incluye solidaridad y que fue aprobada por la comisión (no aún por los dos tercios del pleno), se rechazó su artículo transitorio que precisamente proponía el traspaso de los fondos de las AFP al Instituto de Previsión Social.
Lo que viene ahora es la discusión donde muchas preguntas son válidas: ¿queremos un sistema mixto? al parecer es lo que más genera consenso para alcanzar los dos tercios ¿La administración de los fondos será solo estatal? Al parecer no ya que la comisión rechazó el traspaso de los actuales fondos al Estado. Y si se aprobó mantener los fondos en propiedad de los trabajadores, ¿se modificarán las AFP para convertirlas a entidades privadas sin fines de lucro? La lógica inclina hacia lo último.
La discusión que viene nos invita a salir del individualismo asfixiante que el modelo económico actual nos ha llevado, para comprender que somos seres sociales y en tal carácter o condición nos lleve a asimilar que el bienestar y dignidad de una persona inseparablemente va de la mano con el de todos y todas … seremos felices en la medida que pertenezcamos y seamos parte de una sociedad que al menos camine hacia esa misma felicidad.
José Ignacio Cardenas Gebauer
Abogado autor del libro “El Jaguar Ahogándose en el Oasis”
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