Teresa Wilms Montt (Viña del Mar1893 – París 1921) fue una escritora chilena, considerada precursora del feminismo. Su corta vida fue novelesca. Pamela Tighe acaba de publicar Dos veces transgredir (Ediciones Liz, 2021) una selección de poemas de Teresa Wilms Montt, precedido por un ensayo.
En conversación con El Maule informa entrega detalles de su vida y destaca la importancia de esta chilena errante para su ideario social y feminista a principios de los años 20.
Pamela, ¿cómo se acerca a Teresa Wilms Montt?
-Podría decir que tuve dos acercamientos a Teresa. El primero, en el 2009, año en que se estrena la película basada en su vida, fue primordialmente biográfico. En ese momento quedé muy impresionada por lo rupturista e intenso de su experiencia, de su lucha en una época extremadamente conservadora y de cómo, a más de 80 años de su muerte, su existencia como figura de la literatura femenina nacional se había mantenido prácticamente en el anonimato.
Mi segundo acercamiento a esta autora fue en el año 2016, cuando me invitan a participar en la “Colección Desenterradas” un proyecto de Ediciones Liz que busca rescatar a escritoras chilenas que habían sido olvidadas o silenciadas y me proponen, justamente, hacerme cargo de Teresa. Fue ahí cuando logré encontrarme con la Teresa autora, la Teresa poeta.
Teresa fue una rebelde de los cánones de la vida social de su época en la alta sociedad de Viña del Mar. ¿Qué costos le trajo?
-Teresa fue rebelde desde pequeña, de hecho cuenta en su primer diario que, como castigo, debía escribir hasta cien veces la palabra obedecer, por lo que ella siempre creció bajo las constantes recriminaciones de la madre y los castigos de las institutrices. Personalmente, me gusta pensar que Teresa era un espíritu libre y adelantado a su época, por lo que no podía concebir las limitaciones que la sociedad le imponía por ser mujer.
Ese deseo de mantener su libertad a toda costa, lamentablemente le trajo severas consecuencias: fue expulsada de su familia de origen, separada de sus hijas y recluida en un convento (le pidieron incluso que se hiciera pasar por loca); todo esto al final no le dejó otra opción que la de nunca más volver a pisar suelo chileno y vivir sus días como una desterrada.
Estando casada con Gustavo Balmaceda, Vicente Huidobro la ayudó a escapar a Buenos Aires en 1916. Esta estadía, ¿qué importancia tuvo para su carrera literaria?
-La llegada de Teresa a Buenos Aires fue fundamental para el comienzo de su carrera literaria. Pasar de un Chile fuertemente conservador y con aire provinciano, a un país cuya capital se estaba volviendo el centro cultural de Latinoamérica, no pudo sino insuflarle parte de esa libertad que le negaban en su país. Ahí toma contacto con los intelectuales de la época, trabaja en la revista Nosotros y forma parte de la vida cultural y de la bohemia bonaerense.
Si bien en la capital argentina también existe una pugna entre lo moderno y lo conservador, principalmente en lo que respecta a las libertades permitidas a las mujeres de elite, Teresa sí es bien recibida entre los intelectuales argentinos, siendo una de las pocas mujeres que frecuentaban esos círculos.
En 1917 publica su primer libro de poesía, Inquietudes sentimentales, el cual agota tres ediciones. Al poco tiempo publica Los tres cantos, con dos ediciones. Ambas publicaciones reciben una muy buena crítica en Buenos Aires. Aunque no puedo evitar mencionar que siempre estuvo manchada por la mirada machista de la época.
¿Qué significó su matrimonio con Gustavo Balmaceda?
-Para Teresa el matrimonio con Gustavo Balmaceda era su posibilidad de librarse de los yugos familiares y gozar de un poco más de libertad junto con una pareja con quien en ese momento se creía afín. El traslado a Santiago era un intento de salir del provinciano ambiente viñamarino y gozar de lo que la capital podía ofrecerle: teatro, conciertos, ópera y tertulias sociales donde la personalidad de Teresa no pasó desapercibida. Desenvuelta y atractiva, Teresa lograba captar la atención de todos, lo que por supuesto activó de manera violenta los celos de su marido. Desde ese momento su situación marital se fue deteriorando, pues Gustavo podría compartir muchas ideas liberales con Teresa, pero su concepción del matrimonio seguía siendo conservadora y terriblemente machista. Finalmente, la estadía del matrimonio en la capital es muy corta y se trasladan a Valdivia y posteriormente a Iquique, lugares donde Gustavo espera que su mujer al fin sea como él desea. Pero no lo consigue, obviamente.
¿Qué la lleva a Iquique y qué importancia tuvo este viaje para su ideario social y feminista?
-Iquique es sin duda un punto de inflexión en la vida y el pensamiento de Teresa, desarrollando en ella una conciencia social. Es en esta ciudad donde se acerca a las ideas masonas, feministas y anarquistas, comienza a involucrarse en política, frecuenta los círculos de la bohemia iquiqueña y continúa escribiendo.
Teresa escribiría en su diario lo siguiente al respecto: “Allí aprendí a vivir la verdadera vida. Conocí lo que es para las mujeres de mi clase un misterio, la verdadera miseria material y moral; los corazones y las pasiones bajas, mezquinas, y los grandes vicios… Y de todo lo que conoce un hombre. Mi alma salió pura de la prueba, pero asqueada y con un fondo de amargura eterna”.
Dentro de las personalidades con las cuales se relacionó durante su estadía en la ciudad, fue con el poeta Víctor Domingo Silva, reconocido escritor nacional que posteriormente sería elegido diputado por la primera región. También asistió a las conferencias dictadas por la librepensadora española Belén de Zárraga durante su gira por Chile. Es en esta ciudad donde Teresa da a conocer por primera vez sus escritos, publicando en la prensa iquiqueña bajo el pseudónimo de “Tebal”.
Chilena errante
Pamela Tighe (Valparaíso, 1983) es una poeta. Desde el año 2011 participa en talleres literarios de Rafael Rubio. Actualmente trabaja en Ediciones Liz y pronto publicará su primer poemario, Con la vista al cielo.
Pamela, ¿en qué circunstancias Teresa se radica en Europa?
-Luego de la trágica muerte de Horacio Ramos Mejía en 1917, a quien inmortalizaría con el nombre de “Anuarí”, Teresa decide partir de Buenos Aires para probar suerte en Estados Unidos, donde buscaba incorporarse a la Cruz Roja. Lamentablemente, luego de arribar en Nueva York, es acusada de ser una espía alemana y luego de una detención de un par de días y corroborada su verdadera identidad, ella desiste de ese plan y cambia su rumbo hacia Europa. A comienzos de 1918 Teresa se instala en una pensión de Madrid y comienza nuevamente a integrarse a la bohemia y a los círculos literarios de esa ciudad.
¿Qué balance sucinto puede hacer de su obra literaria?
-Su obra literaria, al igual que su vida, fue muy breve. Publicó cuatro libros de prosa poética y uno de cuentos, todos en un lapso de tres años, entre las ciudades de Buenos Aires y Madrid. Podría decir que suele considerarse su obra como inacabada y a su escritura como espontánea, siendo la misma Teresa quien la describe como una expresión de su espíritu: “como quien da salida a un torrente largamente contenido (…) como pudiera reír o llorar, dice en la presentación de su primer libro “Inquietudes sentimentales”.
Pero es innegable que en su escritura nos encontramos con una voz única, potente y profundamente transgresora para su época. Que aborda sin tapujos temas religiosos y eróticos, del espíritu y de la muerte, subvirtiendo y transgrediendo las conservadoras convenciones de una época, eso sumado ya a la sola transgresión de tratarse de una escritura desde lo femenino, que hasta los inicios del siglo XX prácticamente no podía participar en la esfera literaria patriarcal.
¿Cómo era su mirada?
-Teresa era poseedora de una mirada particular, las descripciones en sus textos son envolventes, llenas de intensidad y musicalidad, configurando un mundo propio cargado de simbolismo y con ciertos rasgos surrealistas que la emparentaban con la escritura de vanguardia de la época. Esa mirada, sobre todo en sus primeras publicaciones, a veces inocente, jovial y lúdica, en otras es atravesada por una oscuridad honda.
¿Cómo fueron sus últimos años?
-Desde que Teresa abandona Chile, su destino no deja de ser errante. Sale desde Buenos Aires a Madrid, luego vuelve a Buenos Aires, donde permanece por un corto tiempo para regresar a Europa. En junio de 1919 parte a Londres con la idea de establecerse en París, pero nuevos malos entendidos aduaneros (esta vez la acusan de ser bolchevique) provocan su detención en Boloña y su deportación a Inglaterra. Decide emigrar nuevamente a Madrid a finales de ese año, donde continúa su trabajo literario y luego viaja por distintas ciudades españolas.
Sin embargo, noticias desde Chile la motivan a dejar España. Aparece para Teresa la posibilidad de reencontrarse con sus dos hijas; su suegro viajaría con toda la familia en una misión diplomática, a trasladarse a la ciudad de París. Las visitas se oficializan y Teresa al fin puede compartir con Elisa y Sylvia, luego de una separación de 5 años. Pero en octubre de 1921 sus hijas regresan a Chile y Teresa las pierde nuevamente.
Un golpe para Teresa…
-Absolutamente. De ese dolor ya no pudo huir ni recuperarse. El 24 de diciembre de 1921, producto de la ingestión de una sobredosis de Veronal, Teresa fallece en París.
¿Cuál es su legado para las mujeres de hoy?
-Teresa es una de las precursoras imprescindibles de la literatura chilena escrita por mujeres y también una precursora de la oleada feminista que a pulso se fue abriendo camino a principios del siglo XX en Chile. No debemos olvidar que existe aún una deuda con esta autora en cuanto a su escritura, su pensamiento y su búsqueda incansable por el derecho a decir, que debe ser visibilizado y reconocido.
Ella fue un espíritu adelantado a su época y posee una escritura y un discurso que hoy continúa vigente y que parece volverse más relevante en un momento en que la lucha por reconstruir nuestra historia y reivindicar nuestros derechos como mujeres se vuelve más urgente y necesaria.
El gran aporte de Teresa, es que no solo se conformó con escribir, con transgredir en el ambiente literario, dominado (tanto ayer como hoy) por hombres, sino que decide emprender esa transgresión también hacia el espacio público, espacio que en ese entonces era pura y exclusivamente masculino, disfrutando del beneficio y asumiendo las consecuencias. Esa doble transgresión que a Teresa le costó muy caro en vida, la hizo merecedora del reconocimiento y la admiración de las generaciones posteriores.