La reciente fuga del país de un sicario vinculado al conocido “Rey de Meiggs” ha encendido las alarmas sobre el funcionamiento de las instituciones chilenas, la eficacia de los controles migratorios y la fragilidad del sistema judicial ante nuevas modalidades delictivas. El individuo, de nacionalidad venezolana, ingresó por un paso no habilitado, utilizó una identidad falsa y fue liberado por orden de una jueza sin que existiera una resolución formal de respaldo.
El fiscal nacional, Ángel Valencia, detalló esta semana que “antes de 2023 no existía una práctica obligatoria, frecuente y controlada de verificación de identidad de los imputados. Si esto hubiera ocurrido en 2022, habríamos constatado con mayor facilidad que nos dio un nombre falso”. A ello se suma la polémica actuación del Poder Judicial. Valencia indicó que “hubo una sola resolución, pero tres comunicaciones distintas. Se puede quedar corto al hablar de desprolijidad. Incluso yo creo que es más grave”.
Para el académico y magíster en comunicación estratégica Rodrigo Durán Guzmán, especialista en opinión pública, este caso revela algo más profundo: una desconexión preocupante entre el Chile real y el Chile institucional.
“Nos acostumbramos a convivir con un país imaginario, donde todo funciona bien en el papel, pero donde la realidad es otra. Esta fuga no es un hecho aislado, sino un síntoma de una estructura institucional que ha sido superada por nuevas dinámicas delictivas”, afirma Durán.
El profesional agrega que la falta de coordinación entre organismos del Estado y el uso de identidades falsas por parte de extranjeros que ingresan irregularmente son elementos que erosionan la confianza ciudadana. “Aquí no estamos hablando solo de errores administrativos. Lo que está en juego es la legitimidad del sistema. La ciudadanía no confía en instituciones que liberan a un sicario sin siquiera verificar quién es”, explica Rodrigo Durán Guzmán.
El Ministerio Público ya abrió una causa penal por lo ocurrido, calificando el hecho como “anómalo” y extremadamente grave. Sin embargo, para especialistas como Durán, el problema va más allá: “El país imaginario que describe este caso no resiste más. Es hora de recuperar el control del Estado, no sólo en términos de seguridad, sino también de responsabilidad institucional y verdad procesal”, concluyó el académico especialista en opinión pública y magíster en comunicación estratégica.