El Omega 3 es uno de los nutrientes esenciales más estudiados por la ciencia en los últimos años. Sus beneficios abarcan desde la salud cardiovascular hasta la prevención del deterioro cognitivo, pasando por su reconocido rol antiinflamatorio. Sin embargo, en Chile, su ingesta sigue siendo inferior a las recomendaciones nutricionales, lo que limita su potencial preventivo, especialmente frente a enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT).
“El bajo consumo de pescado —que según las guías alimentarias chilenas deben incorporarse al menos dos veces por semana— refleja una deficiencia importante en la ingesta de Omega 3 en la población. Esta brecha nutricional no solo afecta negativamente nuestra salud, sino que también representa una oportunidad desaprovechada para incorporar un nutriente con beneficios ampliamente respaldados por la evidencia científica”, explica Chris Pefaur, nutricionista del laboratorio Nutrapharm.
Durante el Mes del Adulto Mayor, especialistas destacan la relevancia de este nutriente en la promoción de un envejecimiento saludable. Diversos estudios demuestran que los ácidos grasos Omega 3 ayudan a reducir la inflamación, mejoran el perfil lipídico y contribuyen a mantener la función cerebral, previniendo el deterioro cognitivo asociado a la edad.
“Para quienes no logran cubrir sus requerimientos sólo mediante la alimentación, la suplementación con Omega 3 se convierte en una alternativa segura y efectiva. Opciones como My OmegaRed, que combina aceite de pescado ultraconcentrado y aceite de krill, ofrecen alta biodisponibilidad, pureza y un enfoque responsable con el medio ambiente”, destaca Pefaur.
El aceite de krill, proveniente del océano Austral, es una de las fuentes más puras y sostenibles de Omega 3. Cuando su producción se realiza bajo estándares internacionales de trazabilidad y sustentabilidad, permite cuidar los ecosistemas marinos sin renunciar a los beneficios nutricionales para las personas.
Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (AGPI) de la familia Omega 3 —presentes en pescados grasos, mariscos, algas y suplementos— son componentes esenciales de las membranas neuronales. Actúan en la modulación de la sinapsis, la neuroprotección y la regulación de procesos inflamatorios, favoreciendo un mejor funcionamiento del cerebro a lo largo del envejecimiento.
Además de su papel en la salud cognitiva, el Omega 3 contribuye a disminuir la inflamación sistémica, reducir los triglicéridos y regular la presión arterial, factores determinantes para la prevención de enfermedades cardiovasculares, una de las principales causas de mortalidad en la población adulta mayor chilena.
“El Omega 3 no es solo un nutriente, es una herramienta de prevención y bienestar. Incorporarlo en la dieta o a través de suplementos sostenibles permite envejecer mejor, con energía, claridad mental y una mejor salud general”, concluye Chris Pefaur.