Hoy yo te invito a caminar por mis solares/ Pa' demostrarte de qué sirven
tus ideales/ Somos humanos aunque no pensemos iguales/ No nos tratemos
ni dañemos como animales.
(“Patria y Vida”)
En los años 60 del siglo pasado, el triunfo de Fidel Castro en Cuba incendió la pradera en toda América Latina. Aunque los rebeldes cubanos no eran maoístas, compartían algunos principios de la guerrilla china que en 1949 terminó por arrinconar en Taiwan al generalísimo Chiang Kai-Shek.
Los “barbudos” de Castro dieron comienzo a una década de esperanza revolucionaria. La guerrilla parecía tentadoramente imitable desde el Caribe y Centroamérica hasta Brasil, Paraguay, Bolivia y otros países de la región. Incluso en Chile se encendieron los ánimos.
La idea de convertir la cordillera de los Andes en una versión más amplia de la Sierra Maestra ilusionó a miles de jóvenes.
La descolonización en Asia y África, resultado de las consignas libertarias de la Segunda Guerra Mundial, inflamó los espíritus. En nuestro continente, marcado por largas y oprobiosas dictaduras, se iniciaba la “década prodigiosa”. La derrota y huida de Fulgencio Batista en medio de la fiesta de año nuevo en La Habana, era un modelo que entusiasmaba a las víctimas de Somoza en Nicaragua, de Stroessner en Paraguay o Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana, el dictador que no vaciló en rebautizar con su nombre la capital.
El himno de los luchadores por la libertad se resumía en una frase de Fidel Castro: “Patria o muerte”. Era más heroico que el nefasto grito de Millán Astray en 1936 en España: “¡Viva la muerte!” El lema castrista nació después de la terrible explosión, en marzo de 1960, de un barco cargado de municiones. El régimen acusó que era un sabotaje y en el funeral de las víctimas, Fidel Castro reiteró postura: no tenemos “otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía: libertad quiere decir patria. ¡Y la disyuntiva nuestra sería Patria o Muerte!”.
Más de 60 años después, la retórica fidelista se está agotando. Es lo que piensa una creciente oposición en Cuba, apoyada en la magia de las tecnologías comunicacionales de la actualidad.
El mejor ejemplo es, por supuesto, la canción “Patria y Vida”. Así lo teme el PC cubano, conforme un artículo del diario Granma: “El Partido ha incluido en su sistema de trabajo el seguimiento y enfrentamiento a la subversión político-ideológica que tiene en internet y las redes sociales un escenario permanente de confrontación con el enemigo”.
Solo en la isla la canción suma más de tres millones de reproducciones.
Según planteó en The Washington Post un comentarista exiliado, Patria y Vida “dinamita la falsa dicotomía patriotera con la que han tenido que convivir los cubanos desde 1959, una elección forzosa e ineludible: el socialismo o la muerte. La canción intenta romper con la lógica del castrismo: o estás conmigo o estás contra mí. Y de ese modo, desde la triste y cruda realidad de la isla hoy, dibuja una salida imaginaria a la Cuba del futuro sin las ataduras totalitarias del presente”.
Hay en Cuba quienes creen en la reconciliación nacional, la construcción de un país donde todos puedan esperar “un nuevo amanecer”, sin ser perseguidos por sus ideas.
Es un signo promisorio.