Apenas tres meses después de su reapertura silenciosa en septiembre, el Crematorio del Parque Las Rosas enfrenta una nueva crisis de legitimidad y operación. Vecinos del sector norte de Talca documentaron ayer, martes 23 de diciembre de 2025, una nueva emanación de humos visibles a plena luz del día (14:50 hrs), evidencia que ya está siendo adjuntada en las denuncias formales que se preparan para ingresar ante la Seremi de Salud del Maule.
Para la comunidad, este episodio no es un error puntual, sino la confirmación de la reiteración grave de faltas por parte de la empresa Inmobiliaria Parque Las Rosas S.A., la cual ya acumula dos prohibiciones de funcionamiento previas —en noviembre de 2024 y mayo de 2025— por hechos similares y por el recordado incidente de la chimenea “al rojo vivo” que requirió la intervención de Bomberos.
Vivir “Encerrados”: La realidad de la Zona Norte
Más allá de la normativa técnica, el conflicto tiene un rostro humano dramático. Los habitantes del sector Lircay denuncian que la autoridad sanitaria ha fallado en dimensionar el impacto cotidiano de vivir colindantes a una fuente industrial de incineración de restos humanos.
“Vivimos encerrados”, es la frase que más se repite entre los pasajes del sector norte de Talca. Con temperaturas que en Talca superan los 30 grados en diciembre, las familias se ven obligadas a mantener ventanas selladas herméticamente y a secar la ropa al interior de sus hogares. El miedo no es infundado: en episodios anteriores, los vehículos y patios amanecieron cubiertos de un “polvo beige” y cenizas grasas que, según denuncian los afectados, provocan cuadros alérgicos cutáneos y dificultades respiratorias en niños y adultos mayores.
La desconfianza se agrava por la falta de certeza científica. Hasta la fecha, los vecinos acusan que la autoridad sanitaria no ha realizado mediciones de metales pesados (como mercurio de amalgamas dentales) ni de dioxinas, contaminantes típicos de cremaciones incompletas que no se descartan en el ambiente.
Un historial de “Oídos Sordos”
A pesar de la gravedad de los sumarios sanitarios previos —que confirmaron en su momento la falta de registros de cremaciones y daños estructurales en los hornos —, la comunidad del sector norte acusa un abandono institucional. Ni el alcalde de Talca ni la Seremi de Salud se han pronunciado públicamente sobre cómo se autorizó un proyecto de esta magnitud a solo 15 metros de viviendas colindantes.
Esta situación ha sido ampliamente visibilizada por noticiarios y programas matinales de distintos canales de televisión, donde —incluso con comentarios de asombro y tono tragicómico— se cuestiona cómo pudo concretarse una iniciativa de estas características, que ha generado un impacto severo y sostenido en la calidad de vida de los vecinos, en un sector que hoy es considerado por la propia comunidad como una zona de sacrificio.
Los dirigentes vecinales sostienen que ninguna autoridad de alto nivel se ha reunido con ellos en terreno para escuchar sus demandas de fondo ni para explicar bajo qué criterios técnicos se permitió la reapertura del recinto en septiembre pasado. La sensación es de indefensión: mientras la empresa opera amparada en permisos obtenidos sin Estudio de Impacto Ambiental (vía pertinencia en 2020) , los vecinos deben actuar como fiscalizadores ciudadanos para proteger su salud.
Exigencia de Clausura Indefinida
El incidente de este 23 de diciembre podría ser el punto de quiebre legal. La normativa sanitaria establece sanciones más duras ante la reincidencia. Los vecinos, agotados de las promesas de “tecnología de punta” que fallan reiteradamente, ya no piden mitigaciones ni filtros nuevos; exigen la clausura inmediata e indefinida del crematorio.
Argumentan que la ubicación del proyecto, a escasos 20 metros de zonas residenciales y cerca de centros críticos como la Teletón y el SAR Las Américas, es incompatible con la seguridad sanitaria, tal como quedó en evidencia nuevamente ayer por la tarde. La Seremi de Salud tiene ahora, una vez más, la última palabra.









