En medio de esta pandemia, nos vemos enfrentados a restricciones asociadas al distanciamiento físico, lo que sin duda afectará y modificará los rituales familiares vinculados a la Navidad, pues es probable que exista restricción en el número de personas que se podrán reunir y en los horarios de desplazamiento.
En este escenario, la invitación es la unión como familia, pero manteniendo los cuidados y resguardos para evitar contagios. Por ello es importante que este año valoremos más compartir con quienes se sientan en nuestra mesa, por ejemplo, que el menú de la cena. Mantengamos también un espacio para los ausentes, que por distintas razones no podrían acompañarnos físicamente como en años anteriores.
Tenemos muchos desafíos para esta celebración y quizás, también sea una oportunidad real de brindarle un sentido ligado a lo esencial, más que a aquello que se vincula a la apariencia y a lo material.
Cada año muchas personas visitan centros comerciales y tiendas para comprar todos esos regalos que públicamente se hacen parte de un rito. Hoy no es el momento de ostentar, pues en medio de una crisis sanitaria, el riesgo de contagio en espacios comerciales es muy alto, por lo tanto, el llamado es a crear regalos simbólicos que tengan un valor en sí mismos y que provoquen un significado tan potente que quede grabado en la memoria sensitiva de quien lo recibe.