Mario Toro viene de vuelta de muchos viajes y reside en Talca desde 1998. Acaba de publicar en italiano La urgencia de un sueño, que parece darle más vida que nunca.
Nacido en Valparaíso es poeta, escritor, columnista, intérprete y traductor. Vivió un exilio de 15 años en Suecia (1975 – 1989). Tras su regreso a Chile, fue funcionario del primer gobierno tras la llegada de la democracia. Entre 1990 y 1994 tuvo una fecunda participación en la Oficina Nacional de Retorno, instaurada por el gobierno de Patricio Aylwin. Entre sus obras destacamos Viaje al fondo del dolor. Historia de búsqueda y esperanza (2012).
Recientemente La urgencia de un sueño (2021) acaba de traducirse al italiano lo que exigirá a Mario en los próximos meses, iniciar un ciclo de conferencias en Europa, que ya está programado, para presentar el libro. En 2020 fue nominado al Premio Nacional de Literatura 2020. Reside en Talca con su familia.
Mario, en su trabajo literario, ¿qué persigue?
-Dejar huellas, dejar escuela de un sentido contenido humano, que exprese artísticamente una profunda y peculiar visión del ser humano en su contenido más profundo, y que sea símbolo de la humanidad entera. Que mi legado sea la introducción del humanismo a la existencia, sea criticar el comportamiento social mediante mis obras, y fomentar el cambio social y el dinamismo en las conductas humanas. Todo lo que vuelve al hombre un ser humano completo y no un mecanismo útil a los intereses de unos pocos. Eso es algo que, creo, estoy logrando.
No sé realmente dónde empezó, pero ya me denominan “el poeta de la dignidad” o como Jaime Hales, escritor y abogado de derechos humanos en nuestro país, que me describió, como “el eslabón perdido entre Pablo de Rokha y Pablo Neruda”.
¿Cómo logró que La urgencia de un sueño fuera traducida al italiano?
-Efectivamente. El 21 de diciembre del año en curso fue publicada en Italia, por la editorial “Edizione Vertigo”. Ellos me contactaron. Copio correo enviado: “me llamo Carlo De Curia y trabajo como editor por la editorial Vertigo. Le escribo porque he leído la presentación de su obra ‘‘La Urgencia de un Sueño’’ en la red y me gustaría recibir una copia en PDF del texto completo para leerlo y, en caso de evaluación positiva, discutir con
usted la posibilidad de traducir y publicar el libro en italiano. Nuestra editorial es internacional y trabaja en diferentes mercados europeos: Italia, Inglaterra y Alemania”.
Esta es la evaluación que se me comunicó: “le escribo porque me he reunido con los colegas del gabinete de prensa y de la distribución de la editorial para hablar de su obra. Se trata de dos figuras clave a la hora de encuadrar una obra: nuestro gabinete de prensa garantiza cada año la publicación de más de 500 artículos en los principales medios de prensa españoles e italianos. Por encima de todo y antes de dar cualquier paso, me gustaría insistir en que para mí ha sido un gran placer conocer su obra tan peculiar y actual. Como habrá intuido ya, al evaluar los libros que nos interesa publicar sigo una única ley en lo que se refiere a los contenidos: busco libros inteligentes (inteligente, decía Sciascia, en el sentido de inteligencia con el lector, es decir, de entendimiento rápido, subterráneo, cómplice tal vez). A continuación, encontrará el enlace del proyecto que le hemos dedicado, que incluye una síntesis del proyecto editorial que hemos estudiado para su obra y una copia del contrato de edición.”
Participaré con el libro en las Ferias Internacionales del libro del próximo año en Londres, Turín, Liber Madrid / Barcelona, Frankfurt y Roma.
¿Vienen otras publicaciones?
-Tengo varias obras esperando a ser publicadas: “PoeMario El Libro en la Botella”, “PoeMario Salir del Capullo”, “PoeMario Quien Sabe de Amor, Sabe…”, “PoeMario Universos”, uno de ciencia ficción, titulado “Más Allá de todo” y la que actualmente estoy escribiendo, novela titulada Simple Dolor.
Exilio en Suecia
Mario, ¿qué desafíos le implicó insertarse en un mundo tan distinto como lo es Suecia?
-Sólo para calibrar lo que significa la palabra exilio: “en el Imperio romano el exilio fue sustituto de la pena de muerte”. Debo decir que mi llegada era la representación misma de un ser que no era parte del paisaje original. La molesta sensación de abandono y ese estado de paria internacional, tendió a paralogizarme, pero sabía que debía aprender rápidamente mis derechos y deberes en ese país. Logré ser interprete -muchos me catalogaban un excelente interprete- y, además de tener un acabado conocimiento de los dos idiomas, consideré necesario o requisito sine que non adquirir un baño de educación cívica que, no obstante mencionar el nombre propio de ciertas instituciones que no existían en Suecia o en el Cono Sur y que nada les decía a los interlocutores, me permitiese explicar para que fueron creadas y su funcionamiento. Pude establecer relaciones de igualdad con los naturales de ese país.
¿Le resulta doloroso recordar el mundo anterior a 1973?
-Me resulta beneficioso, por todo lo aprendido. Fue de una entrega total. Entendí que mi ideología de vida se asemejaba mucho al cristianismo. Ambos propulsábamos elevar al ser humano a su expresión más alta y eso traté de hacer. Nunca olvidaré que soy de la generación del 68, que tratamos de cambiar el mundo, y que nunca aceptamos se nos impusiera el poder, viniese de donde viniera. Vi como obreros leían clásicos en las micros con los libros de bolsillo de la editorial Quimantú. Participé también del gran movimiento cultural de la nueva canción o el neofolclore en la Peña que fundamos en Valparaíso, con Payo Grondona el Gitano Rodríguez, entre otros. Recuerdo esa etapa con devoción.
¿Muy difícil superar la barrera del idioma?
-El idioma sueco es muy difícil, es un obstáculo que no te permite comunicarte, que te mantiene aislado del resto de la sociedad. Puede considerarse una fábula o sencillamente tomarse como una mentira, pero fui el primer inmigrante, que después de solo seis meses de estadía en ese país ejercía labores de intérprete. Era mi primer récord en el exilio. ¡Eso me hacía sentir único!
¿Le fue difícil ser un svartskalle en Suecia?
-Ser un “cráneo negro”, es ser outsider. Para cualquier persona es difícil, pero logré insertarme en la sociedad sueca rápidamente, por aprender el idioma y el contacto con nativos destacables en ese país. Tales como políticos, artistas, sindicalistas, otros. De todas maneras, nunca he sabido si fui aceptado o sólo tomado en consideración por conmiseración. Recuerdo que, en una intervención en una institución sueca, dije algo que
ninguno de los presentes desmintió o trató de rebatir: “En Chile yo era Mario, acá soy un chileno”
¿A qué responde esa xenofobia que se vive en Suecia?
-En realidad, no son muchos los suecos xenófobos. Los hay, pero son los menos. Aunque no participaron de la segunda guerra mundial, hicieron suya la declaración de los Derechos Humanos, como parte de su cultura. En la actualidad hay un partido de extrema derecha racista con bastante éxito, en ese país.
¿Cómo logran la sociedad sueca tener una salud de calidad para toda la población?
-Los 10 millones de suecos están entre los mejor cuidados del mundo, y la tasa de supervivencia de los enfermos de cáncer está entre las más altas de Europa, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). La provisión de servicios está descentralizada a nivel regional, en ese país, y se realiza mediante un conjunto de centros públicos y privados. La medicina privada es muy escasa, casi
inexistente.
Los médicos son asalariados y sus puestos de trabajo y salarios dependen de la experiencia, la capacitación profesional y las necesidades de la zona. Este sistema incluye atención médica y hospitalaria, medicinas, atención dental para menores de edad, apoyo a las personas con minusvalía y rehabilitación. Eso significa que se tiene acceso directo a los servicios médicos en condiciones de igualdad, mientras que en nuestro país se tiene acceso, de esa manera, sólo si tienes dinero. Se trata de brindar cobertura universal y acceso equitativo para toda la población a la asistencia necesaria, en la que debe haber equidad, considerado esta condición como parte importante y fundamental en todos los países democráticos, donde el concepto de equidad está muy arraigado y es totalmente complementario al de universalidad.
Estando en Suecia sucede el crimen de Olof Palme, ¿cómo lo vivió?
-En Gotemburgo viví uno de mis fines de semana más infausto, más infeliz. Como acostumbraba en los días libres, me levanté, prendí la radio para escuchar las noticias, puse café y agua en la máquina y me dispuse a desayunar con tranquilidad. Mi consciente se negaba a registrar la noticia que la radio, sin cesar transmitía: ¡el primer ministro sueco, Olof Palme, había sido asesinado en la calle, camino a casa, en el centro de Estocolmo, después de haber asistido al cine con su esposa, que salvó con vida, aunque con una herida de bala! Recordé haber estado con él en un seminario que, no obstante, ser el primer ministro de la nación, hacía la fila de almuerzo parado detrás de mí, esperando su turno.
Hombre de gran oratoria, ideólogo visionario, consecuente, luchador incansable por la lucha de las naciones oprimidas, y solidario con la causa latinoamericana y sudafricana, cómo lo fue con la causa en contra de la guerra en Vietnam. Me encontraba en un total estado de conmoción.
Usted en Suecia fue puente entre miles de exiliados latinoamericanos y el gobierno sueco. ¿Cómo era su trabajo y qué relevancia tuvo?
-Fui relacionador y “puente” entre el exilio del Cono Sur de nuestra América y la sociedad sueca, destacándome en la acogida e inserción de refugiados de Latinoamérica en los campamentos de refugiados y en el Departamento Laboral del Mercado Ocupacional. Profesionalmente trabajé aspectos pedagógicos y metodológicos importantes en el equipo piloto que se hizo cargo de personas excluidas y marginadas y con dificultades de reinserción en la instancia creada para resolver esos problemas, denominada Instituto del
Mercado Laboral. Mi orientación amplia del concepto de solidaridad hizo de mi un organizador constante de iniciativas en las cuales confluyeron organismos suecos, argentinos, uruguayos, bolivianos y chilenos, experiencia que sinteticé en las áreas social, internacional y sindical.
Testimonio de ello son la organización del programa de actividades en Suecia de “las Madres de Plaza de Mayo”, mi participación en las Naciones Unidas en Ginebra, mis acciones en la implementación de las dos escuelas sindicales, para dirigentes sindicales chilenos: la 1ª en Mendoza – Argentina (año 1987) y la 2ª en Costa Azul – Chile (año 1988), por nombrar algunas. Destacable fue mi trabajo cómo profesor de idioma sueco de clases vespertinas, para adultos suecos, en un Gymnasiet, que es la escuela secundaria en ese país”.
Regreso a Chile
Pudiendo haberse quedado en Suecia, ¿qué lo hizo regresar a Chile?
-Llegué a Suecia por lo que hice en mi país y volví por lo que hice en Chile y en Suecia. Política, cultural, emocionalmente siempre estuve vinculado con Chile. Nunca abandoné la idea de volver a Chile. Todos los inmigrantes vivimos con una ventana constantemente abierta hacia el mundo cultural y yo había aprovechado ese espacio en su vasta dimensión, para compartirlo y aplicar lo aprendido en mi país, nuestro país.
¿Qué significó para usted que parte de su familia más cercana, algunos de sus hijos, decidiera no regresar a Chile y hacer sus vidas en Suecia?
-Mis hijos decidieron quedarse, dejando la prolongación de mí mismo y parte de mi vida con ellos, en ese país. Ellos, al igual que yo en Chile, “recopilarían consciencia” en la medida que se desarrollaban, que crecían, envejecían y lograran ser, pero circunscritos a otro espacio, a otro tiempo, a otra sociedad, a otro lenguaje, a otra cultura. Recuerdo con nitidez el momento en el aeropuerto que hacía abandono de Suecia con el mismo sentir de mi salida de Chile. Una vez más me sentía tironeado por dos sentimientos en sentidos opuestos. Uno de ellos era de enorme alegría. Abandonar Suecia me hacía feliz por el reencuentro con los míos, con mis raíces culturales. El otro, me producía un profundo desgarro, por el desamparo de dejar a los por siempre amados portadores de mi herencia genética, a los que yo egoístamente había imaginado mi continuidad. Ellos se quedaban en este país, Suecia, por considerarlo suyo.
La noticia tan esperada, entiendo que se la comunicó su mamá desde Chile
-Así fue. Una noche el repiquetear sin cesar del teléfono hizo que me decidiera a contestar. Reconocí la voz, era mi madre, pero no logré entender lo que me quería transmitir. Lloraba como aquejada de un gran dolor; ¡la presunción de una mala noticia se hacía realidad!
Nunca, ni en el más tropical de mis sueños lograría imaginar que mi madre era poseedora de una maravillosa noticia para mí. Después de pedirle varias veces que se calmara, pude entender lo que me quería decir: ¡Se había levantado la prohibición de entrada al país para mí! Como se acostumbraba, el nombre de los bienaventurados se daba a conocer por todos los medios de comunicación en Chile y esta vez, el mío se había leído en la televisión, en las radios y figuraba en los diarios. ¡Me quedé mudo! Mi boca no recibía las órdenes de mi cerebro que pensaba a mil quilómetros por hora. Mi madre esperaba escuchar gritos de
algarabía al otro lado del auricular, pero mi boca no lograba articular palabras.
¿Se reconoció en el Chile que encontró?
-Me percaté que en mi propia tierra estaba atravesando por una situación análoga a la vivida en el país escandinavo durante mi primer período: “me sentía intruso y cualquiera fuese el contexto tenía que demostrar que sabía”.
En Chile no se han resuelto problemas derivados de la dictadura. Uno de ellos, la situación de los detenidos desaparecidos, situación no resuelta. ¿Cómo cree que se debe enfrentar?
-Hablando con Jaime Esponda, abogado de derechos humanos, jurista y académico, concordamos en que lo cierto es que, si por “resolver” la situación de los detenidos desaparecidos se entiende la verdad, la justicia y la reparación a sus familiares, ello ha sido resuelto solo parcialmente. Respecto a la verdad, todos los detenidos-desaparecidos fueron reconocidos por la Comisión Rettig, esa es la verdad oficial, y en una importante proporción que es superior al 50% los tribunales han establecido la configuración del crimen, aunque solo en un porcentaje inferior se han logrado esclarecer los hechos específicos o el hallazgo de los restos de la víctima.
En correspondencia con lo anterior, existe un porcentaje de casos cercano a la mitad, en que los responsables del crimen han sido condenados y se encuentran o han muerto en prisión. Finalmente, en cuanto a la reparación, todos los familiares de detenidos desaparecidos, hasta la segunda generación, han sido beneficiados por pensiones mensuales perpetuas, acceso a la salud mental y otras medidas.
Aunque el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha señalado que Chile es el país que más ha avanzado en los tres aspectos señalados, entre aquellos que han sufrido este crimen de lesa humanidad, es evidente el trecho que resta por avanzar especialmente en el factor justicia penal.
Lamentablemente no hay otra forma de enfrentarlo como no sea continuar persistiendo en las investigaciones judiciales, sin que se sepa cuál será el resultado final.
Sin embargo, hoy surge un nuevo desafío: la lucha contra el negacionismo, que se está instalando en sectores del Congreso Nacional que pretenden terminar con la memoria histórica de estos crímenes. Es tarea de toda la sociedad, especialmente de sus sectores progresistas, enfrentar el negacionismo.
Muchas vidas
Mario, me concede que ha vivido muchas vidas…
-Muchas vidas, sí, aunque nunca son demasiadas. 1) Sobreviví a un período de clandestinidad muy duro, en el que el dinero escaseaba y yo parecía sufrir de anorexia por comer cada cuatro o cinco días. 2) Arrastrando una debilidad extrema, por una hemorragia de mis tres úlceras perforadas, antes mencionadas, que no paraba, me sacaron de la Embajada de Venezuela y me llevaron al Hospital Militar, lugar en que se me negó la
hospitalización ¡En mi estado físico, sin atención médica moriría! 3) Los intentos de la DINA de apresarme cuando me dieron el alta en la Posta Central. 4) Trataron de apresarme en el aeropuerto de Río de Janeiro, estando en tránsito, cuando escuché por los altoparlantes mi nombre pidiendo me acercara a Informaciones. 5) El intento de matarme cuando me dispararon en un viaje en auto de Valparaíso a Santiago, después de mi retorno a Chile. 6) Las operaciones al apéndice, las úlceras estomacales y duodenal, los cálculos renales, en
Suecia. 7) Las operaciones del cáncer colorectal, hígado y la obstrucción estomacal, en Santiago. 8) La operación al corazón, aplicación de Stent, y las recientes, obstrucción intestinal y aneurisma en la aorta abdominal en Talca.
¿Quién era usted en las postrimerías del gobierno de la Unidad Popular?
-Un dirigente joven que trabajaba y estudiaba. No obstante, mi juventud, logré ser dirigente sindical del gremio de la Salud y dirigente de las juventudes reconocido regionalmente, en Valparaíso.
¿En qué circunstancias vive el golpe militar de 1973?
El día 11 de septiembre, estaba en una reunión en un cerro de Valparaíso que terminó de amanecida y al bajar, casi al llegar al “plano” de la ciudad, me percaté que estaba acordonada por militares. Era el golpe militar que se había iniciado en Valparaíso.
¿Cómo fue su paso al mundo de la clandestinidad?
-Me echaron de muchas partes cuando se percataban de mi situación real (clandestinidad). Todo era vértigo, incertidumbre, oscuridad, dolor, desconfianza. La sociedad nos desconocía, mis parientes me negaban, la justicia nos desaprobaba, el régimen nos violaba y la humanidad misma nos despreciaba. Así, en mi condición de proscrito conocí a la fabulosa Mary Smith que sin mediar consulta me acogió en su hogar sin siquiera
conocerme. Mujer de raza negra, madre sola con cuatro hijos, me brindó toda su humanidad de ser compartiendo su casa y su comida, consciente que ponía en peligro tanto la vida de sus hijos, como la suya propia. Viví en casa de ella unos meses hasta el día que me asilé en la embajada de Venezuela”.
¿Tuvo ocasión de conocer a Salvador Allende?
-Si, en el cerro Castillo de Viña del Mar. Fui invitado como dirigente juvenil con otros jóvenes promisorios. Departimos con él animadamente y le hicimos muchas preguntas. Él contestaba todo. Era un estadista. Para mí, sino el único, el más grande en nuestro país. Consecuente y probo. De una talla que jamás algún político actual lograría siquiera soñar.
¿Cómo se produce su asilo en la embajada de Venezuela?
-El Pastor luterano Helmut Frenz, insistió muchas veces que me asilara. Cuando yo le di mi anuencia, quedamos de hacerlo. Por motivos de seguridad no me compartió el nombre de la embajada. A la hora prevista, en un determinado punto de Santiago, me recogió en un auto sin patente que, tras recorrer varias calles de la capital, paró frente a la embajada de Venezuela. El Pastor se volvió, me dijo: “hasta acá llego yo”, nos bajamos, me abrazó y me indicó que tenía que saltar la reja. Atravesé corriendo, y salté. En tierra libre me abracé emocionado a los que ya estaban en ella, sin pronunciar palabra. Finalmente me asilaría en
Suecia.
Mario, después de vivir tantas vidas, ¿en qué momento se encuentra?
-En el inicio de una nueva vida, aunque el despertar de cada día es cambio, renovación, renacimiento, si somos reticentes y resistentes al cambio, seremos desahuciados por no aceptar los cambios. La existencia humana es eminentemente un misterio. Emergemos desde un fondo de misterio, pero me consuela saber que existe la evidencia de enormes proporciones, que el bienestar individual depende del bienestar colectivo y eso me hace rebrotar, retoñar en el mañana, cuando el poema de la noche se incline a revivir y a
reverdecer con los rayos de cada amanecer.