La explosión nuclear en Hiroshima ese aciago 6 de agosto de 1945 dejó muerte y desolación, nunca antes vista. Marcelo Simonetti – Valparaíso, 1964 – en Dibujos de Hiroshima (Emecé, 2020) cruza la historia de la familia Nakata, que había abandonado Hiroshima el verano de 1937, para asentarse en Valparaíso, con el holocausto atómico en esa ciudad japonesa.
La historia de Yasuhiro Kanata, de algún modo, es la historia de los hombres contemporáneos que caminan a la deriva sin saber que les espera…
– Más que eso, yo diría que es la historia de hombres y mujeres que se hacen preguntas en la vida y que se empeñan en buscar un sentido a su existencia.
Marcelo, ¿qué impele la decisión de Yasuhiro para escribir la historia de su abuelo?
-Muchas veces nuestros seres queridos son verdaderos enigmas, seres a los que queremos conocer en profundidad, pero por distintos motivos no podemos acceder a ellos. Cuando muere Ryu Nakata en Valparaíso, su nieto se da cuenta de que a pesar de haber convivido con él conoce muy poco de su historia. La mención a su ciudad natal, Hiroshima, poco antes de expirar, se le revela a Yasuhiro como una suerte de misterio por develar. Cómo es posible que justo en el momento en que la muerte era inminente, su abuelo recordara a Hiroshima en circunstancias que mientras estuvo vivo jamás contó nada de lo que fue su infancia en esa ciudad. Eso y el convencimiento de que hay historias que lo eligen a uno (y no al revés) llevan a Yasuhiro a embarcarse en la aventura de conocer la historia de su abuelo.
En esa búsqueda Yasuhiro viaja a Japón donde encuentra el amor y la razón que explica las últimas palabras de Ryu, su abuelo, antes de morir.
Marcelo, ¿cómo era Hiroshima en esa época?
-Mientras escribía la novela encontré un video que mostraba la vida en Hiroshima antes de la bomba. Era una ciudad con mucha actividad, mucha gente en las calles, la gente paseaba en bote por los ríos o bien se dedicaba a la pesca. La ciudad era atravesada por tranvías…
Me dio la sensación de que los habitantes de Hiroshima disfrutaban la ciudad y la habitaban con toda propiedad. Lo que ocurrió en los días posteriores a la bomba fue dantesco. Hay dos libros que recrean muy bien esos días: Flores de verano, de Tamiki Hara, y Lluvia negra, de Masuji Ibuse. En este último libro se pueden encontrar fragmentos como este: “En la escalinata que descendía hacia la orilla del río, había otros tres (cadáveres). El rigor mortis los había agarrotado. Tenían las manos crispadas, asidas a los peldaños. Pasó junto a una parada de autobús y comprobó que los viajeros habían muerto allí de pie, mientras hacían cola, con las uñas clavadas en el hombro de la persona que tenían justo delante.
Ese 6 de agosto de 1945, la explosión nuclear a los 8.15 fue cómo un fin de mundo, como si explotara el sol…
-La descripción del hecho como si explotara el sol, se emparenta con la descripción que hace John Hersey, en su libro Hiroshima, cuando dice que al momento del estallido de la bomba los habitantes de Hiroshima vieron la luz más blanca que jamás hubieran visto.
De Hiroshima a Valparaíso
-El devenir de la II Guerra Mundial trajo días duros para la familia Nakata. El bombardeo a Pearl Harbor y los rumores de un ataque japonés a las costas chilenas generaron recelo.
Pasaron a ser los otros, los del bando contrario. Les quitaron el saludo. Varios japoneses fueron detenidos y enviados a lugares remotos acusados de espionaje y otros delitos difíciles de comprobar. Cuando los aliados lanzaron la bomba sobre Hiroshima hubo quienes celebraron delante de sus narices… Los Nakata no tuvieron tiempo de compadecerse… Entendieron que solo había dos caminos: huir, iniciar una nueva vida en otro lugar, o dejar de honrar la memoria de sus antepasados. Por el bien de ellos, por el bien de sus hijos, prefirieron el olvido, escribe Simonetti.
Marcelo, ¿qué importancia tuvo la publicación de Hiroshima de John Hersey?
-Fue un primer acercamiento al mundo de Hiroshima y la bomba. La gracia del libro de Hersey radica en que él deja que la historia de Hiroshima sea contada o mostrada a partir de las acciones y experiencia de los sobrevivientes de la bomba. En alguna medida, es el primer documento en el que lo que ocurrió en Hiroshima es visto a través de los ojos de las víctimas y eso es muy potente. No hay que olvidar que este libro fue escrito en 1946, un año después de las tragedias de Hiroshima y Nagasaki.
“El peligro nuclear es una amenaza latente”
Marcelo Simonetti – Valparaíso, 1964 – ha ganado importantes reconocimientos como el premio municipal de Santiago, por su libro de cuentos El abanico de madame Czechowska (2002); el premio Casa de América, España, por su novela La traición de Borges (2005); el premio Mejores Obras Literarias, por el volumen de cuentos El disco de Newton (2014) el premio Marta Brunet, por el libro Las rayas del tigre (2019).
También ha desarrollado una carrera como dramaturgo: La leyenda de Peter von Hales, La gran noche y Nakamoto. Hiroshima / Santiago, entre otras. Dibujos de Hiroshima fue uno de los libros más leídos en Chile durante el 2020.
Marcelo, ¿en la historia de la humanidad hay un antes y un después de la explosión de Hiroshima?
–Debería ser así. Las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki dan cuenta de los extremos a los que puede llegar la barbarie humana. En esas acciones – como en toda acción militar dirigida contra civiles desarmados – hay una naturalización de la violencia y una nula consideración por la vida humana. Creo que en su momento aprendimos la lección, porque el desarrollo de las armas nucleares cuando menos se atenuó. Sin embargo, en otra escala, lamentablemente, hay quienes siguen naturalizando la violencia y mostrando una ausencia de respeto por la vida humana.
El peligro nuclear, ¿sigue vigente?
–El peligro nuclear es una amenaza latente. Por más acuerdos que se tomen, siempre existe la posibilidad que alguien ciego de poder decida echar mano a la bomba para resolver sus conflictos. –Si ocurriera, con el poder nuclear actual, ¿sería el fin de la humanidad? -No soy un experto en el tema, pero presumo que un porcentaje alto de las formas de vida que conocemos desaparecerían. Probablemente, el planeta sobreviviría, diezmado en extremo, para iniciar una nueva etapa.
Sé que está trabajando en una novela sobre Ettore Majorama, científico que desapareció en 1937 y que visualizó el peligro de las armas atómicas. ¿Cómo va la escritura?
-La novela avanza bastante bien y aunque el personaje de Majorama ha perdido algo del protagonismo que tenía en la idea original, su misteriosa desaparición y parte de sus investigaciones siguen estando presentes. La idea de que él desapareció al visualizar el peligro de las investigaciones que llevaba el Premio Nobel Enrico Fermi – con quien Majorama trabajó – es una tesis del escritor Leonardo Sciascia y, como tal, no ha sido comprobada. Con todo, supongo que aquello incidió en su decisión de desaparecer.
-¿Qué nos puede comentar de las investigaciones de Majorama?
-Respecto de sus investigaciones, hay que decir que él fue un adelantado y que muchos de sus trabajos hoy día comienzan a ser validados. Tal vez lo más importante tenga que ver con el estudio de las partículas subatómicas, en especial los neutrinos. Majorama postuló que a diferencia de las otras partículas subatómicas que tienen antipartículas, el neutrino sería en sí mismo su antipartícula. Más allá de los alcances de ese postulado – que permitiría aproximarse a entender fenómenos como los agujeros negros -, la posibilidad de que una partícula contenga en sí misma a su antipartícula es una imagen hermosa que puede dar para analogías incluso poéticas.